Hay hombres inocentes (parte 2)
Slap cada día
Hay hombres inocentes (parte 2)
Foto: David Larivière/Unsplash.com
“No te mientas a ti mismo; el hombre que se miente a si mismo  
y escucha sus propios engaños, acaba por no poder distinguir
su propia verdad”. -Dostoyevski

Existe gente, que de mucho repetirse una historia, aunque no haya sucedido, se la puede llegar a creer por completo; se puede volver su verdad.

Y también hay quienes “tiñen” historias reales, con hechos no ocurridos, para justificarse, no sólo por ellos, sino también por satisfacer a quienes les incomoda la verdad absoluta; los que prefieren la mentira; dígase su círculo social cercano o su misma familia.

También lee: Existen hombres inocentes (parte 1)

En esta historia de dos niños de 17 años de edad, donde todas las pruebas apuntan a que tuvieron sexo consensuado durante una fiesta, X (ella) ya se creyó otra verdad, una donde ella fue víctima de violación, en vez de aceptar el dolor por el rechazo de Y (él), y lo acusó de violador.

Se creyó tanto la “nueva verdad” que se la tatuó (metafórica y literalmente).

Creo que seríamos unos verdaderos cínicos, si nunca nos detuviéramos a pensar que nuestros hijos pueden ser capaces de algo “malo”, si viviéramos sin dudar, aunque sea por un segundo, que ellos puedan tener un comportamiento reprobable.

Al fin y al cabo son humanos, como nosotros.

Por eso, cuándo le pregunté a la madre de Y, si llego a dudar que su hijo pudiese ser culpable de lo que se le acusaba, a ella no le sorprendió mi pregunta, y lo habló conmigo, sin velos ni filtros, lo habló derecho, de mamá a mamá.

¿Qué lo dudo?, sí, si lo dudo, aunque su corazón y todo lo que sabe de su hijo, le dejaran claro que era algo imposible.

Pero hizo todo lo que tenía que hacer para encontrar la verdad, además de hablar incansablemente con Y, tanto ella como su esposo. Buscó a todas las mamás, a las niñas y los niños que estuvieron en dicha reunión de diciembre; recibió portazos y algunos “yo no me quiero meter”, pero no paró, y siguió así, hasta indagar todo lo indagable.

Por el otro lado, cuando la mamá de X se enteró de que su hija estaba siendo víctima de bullying en la escuela, y que las niñas le decían cosas espantosas, le pregunto a su hija lo que pasaba,

X le dijo que por favor leyera en un iPad, su narración de los hechos ocurridos en diciembre.

La mamá lo leyó y su primera respuesta fue “niégalo todo”, después procedió con un “tengo que procesar todo esto, en 20 minutos regreso”

Cuando regresó, le dijo a su hija,

“Tú fuiste violada, fuiste abusada sexualmente” *

*Esta fue la descripción exacta de lo sucedido aquel día, según la madre de X, y así aparece en la carpeta de la investigación.

X escribió un relato de los hechos, temiendo ser regañada y juzgada por sus padres,

y a su madre le tomó 20 minutos, brincar del bullying –a condenar a un niño- y llamarlo violador; no sin antes recomendarle que negara la verdad.

La familia de X salió corriendo al Ministerio Público. X jamás regresó a la escuela, ni volvió a responder el teléfono a ninguna de sus amigas (con las que estuvo en la fiesta).

Nuestros hijos en la adolescencia no nos dicen todo, pero quizás si se meten en un aprieto, o cuando les llega el agua al cuello, acuden a nosotros.

Y debería ser nuestra obligación, antes de salir corriendo a la delegación, hacer lo correcto: extirpar hasta el último pedazo de información y evidencia de la historia en cuestión, y después asegurarnos de que nuestro hijo o hija, haga lo correcto.

Eso es lo decente, eso es lo humano.

Por eso ni siquiera creo que lo que está sucediendo ahora, sea culpa de X.

Ojalá no tenga nunca que pedirle a un hijo u hija, que mienta para salvar su reputación y de paso la de la familia. Me pregunto si esa madre (de X), dormirá en la noche, sabiendo que esta condenando al hijo de otra madre, sin detenerse a pensar.

Dividir esta entrada en tres partes es nada comparado con el tiempo que les ha tomado a los abogados y la fiscalía, llegar a un acuerdo entre las familias de X y Y.

Katz, el abogado del acusado, me dice:

“Hemos contextualizado esto a más no poder, se han hecho maromas para llegar a un acuerdo con el papá de X, de hecho ya teníamos una buena salida para todos, un convenio de confidencialidad y un encuentro reparativo entre los chamacos, con las familias presentes, toda vez que la familia de X quiere mandar a Y a una terapia sexual de su elección, y también eso se aceptó, dijimos, si eso les reconforta, adelante”

Pero algo sucede, y los papás de X cambiaron de nuevo de opinión, ahora quieren que además de lo acordado, Y haga una confesión pública, declarar que si violó a su hija.

Y se niega a hacerlo, simplemente porque no lo hizo, y tiene toda la razón.

¿Aceptar una culpa que no tienes? Que se erosione tu dignidad de una forma tan injusta, es de las cosas más terribles que le puede pasar a un ser humano, tener que defenderte todos los días de que abusaste de alguien, cuando no lo hiciste.

Que les pasa por la mente a esos señores, ¿están jugando a ser Dios?

“En resumen”, me dice Katz:

“Así como hay impunidad abrumadora por delitos de género, también hay impunidad por causas de denuncias falsas, mismas que son cotidianas y son delitos que traen mucha carga… es fundamental ser cuidadosos con la perspectiva de género, pues vivimos en un país sediento de justicia para las mujeres; entonces llega una (de su género), hace una acusación, con una serie de obviedades, que denotan contrariedad en los hechos descritos, donde además existen pruebas contundentes de que miente, y la fiscalía decide hacer caso omiso, mejor no meterse en problemas y darle la razón a la acusadora”

“Yo te pregunto a ti que eres mujer,

¿No es esto, algo que le hace mas daño al movimiento feminista? una mujer acusando falsamente, ¿acaso no le resta credibilidad a todo el movimiento? Una acusación falsa es como aventarle un martillo a toda la maquinaria. Y encima se esta abusando de un momento histórico, para satisfacer los intereses perversos de unos padres, que quieren cuidar de su reputación”

Los abogados de X han tenido una conducta muy reprobable, amenazan constantemente a la familia de Y, con una orden de aprehensión, con que en cualquier momento, se lleven a su hijo a la cárcel.

Tiene 17 años.

(No me canso de ponernos en contexto.)

Yo he desarrollado mis teorías, pero todo está basado en elementos reales de la acusación.

Y, sin duda, lo que más me enfurece es la actitud de los padres de esta “pobre niña”, y digo pobre, porque debe ser muy angustiante vivir así, en una mentira, para qué, ¿para proteger tu fama en sociedad?, ¿por arrepentirte de tener sexo?, ¿para que no te etiqueten?, ya quisiera yo hablar con X, y decirle que nada de eso importa, lo que si importa, es saber que estás a un paso de arruinarle la vida a otro.

Aquí hay un juego de complejos, que habla mucho de “la sociedad mexicana”, especialmente de las clases privilegiadas. El papá de X quiere probar que puede ganar, pero en su declaración, se atrevió a decir mentiras brutales, como decir que él mismo vio a su hija llena de moretones, al siguiente día.

Eso es tener agallas, por no decir lo que realmente siento.

Y le digo a Katz por décima vez, ¿Qué sigue? ¿Cómo no se ha resuelto? Y él me dice que “ellos están también apabullados, no solo por la acusación falsa, pero también por la fragilidad del sistema”.

“La verdad nos hará libre” me recordó, pues es terrible el delito de violación (…) Pero acusar FALSAMENTE es igual de terrible”.

Y yo pregunto a quien me lea, igual que le pregunté a la Dra. Julia Borbolla*,

¿Si Y le hubiese llamado a X al siguiente día para salir, si la relación de los dos hubiese progresado, si se hubiese dado ese “round two”, entonces que hubiera pasado?

Nada de esto habría pasado y esta sería otra historia.

Pensemos en eso, por unos segundos.

*(La entrevista con la Dra. Borbolla en la 3ª y próxima entrada.)

Síguenos en

Google News
Flipboard