Falta la revuelta de los pobres
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Falta la revuelta de los pobres
Florentino Pérez, ideólogo de la Superliga, ha recibido duras críticas por emprender un proyecto entre equipos de élite en Europa.

El plantel del FC Barcelona tiene un valor de 1,031.5 millones de dólares, mientras que el del Cádiz apenas suma 48.5. Por increíble que parezca, el club catalán quiere -y le urge- más dinero para sostener su viabilidad y se sumó a una iniciativa para generar más ingresos. A todas luces, lo que le falta al futbol no es una revuelta de los ricos, sino una de los pobres que sea acompañada por la clase media del futbol.

Esta semana empezó marcada por el anuncio de la Superliga donde los 12 equipos más poderosos del planeta se unieron para conformar una competencia más lucrativa que la actual Champions League. Sin embargo, la salida de los 6 clubes ingleses terminó por declarar prácticamente muerto al proyecto a las 48 horas de nacido.

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La solución a los problemas del balompié internacional no radica en que sean las escuadras millonarias las que peleen por más dinero, sino todo lo contrario. Se requiere que los humildes se armen de valor para que su voz sea escuchada de forma unánime y se encuentren mecanismos que hagan más parejas las ligas y torneos internacionales.

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Foto: Pixabay

Topes salariales, una mejor repartición de los derechos de transmisión, límite a la inflación de los fichajes, control de la inversión impúdica de los jeques u otros inversionistas dispuestos a despilfarrar dinero (nada más en la era Josep Guardiola, el dueño del Manchester City ha gastado más de 1,000 mdd en fichajes) y otras herramientas se pueden echar a andar para que los recursos lleguen con mayor equilibrio a los distintos equipos.

Ese tipo de candados económicos son los que se utilizan en las ligas norteamericanas y son claves para que la competitividad se dé. Por ejemplo, en la NFL, en los últimos 10 años fueron campeonas 8 franquicias distintas, mientras que en la Liga española de futbol dicho honor sólo tuvo 3 monarcas distintos en la última década.

Con un equilibrio financiero entre los distintos equipos del futbol internacional se verían duelos más competitivos, porque la disparidad entre lo que puede fichar y pagar cada equipo no sería tanta. Si fuese así, la habilidad para contratar, un buen trabajo de Fuerzas Básicas y gestión gerencial jugarían roles definitivos para el éxito de un equipo y no solamente la capacidad de adquirir a la estrella del momento.

Así, ya no se pensaría en que los duelos son David contra Goliat, sino que serían partidos terrenales mucho más intensos, donde la incertidumbre por el resultado enamoraría a los aficionados porque no se sabría de antemano el resultado. La definición de los campeones se daría hasta los últimos encuentros, así como los clasificados a los distintos certámenes internacionales.

¿No incrementaría la audiencia si cada semana se vieran encuentros con algo en juego constantemente y que el aficionado del Elche no sólo soñara con derrotar al Real Madrid sino que su escuadra contara con el plantel suficiente para hacerle frente en un duelo al tú por tú?

Además, esta competitividad daría a las nuevas generaciones una gama de equipos a los cuales apoyar y no a los mismos 12 que encabezaron la rebelión en estos días. También el surgimiento de nuevos valores con distintas camisetas sería mucho mayor porque los clubes obtendrían la suficiente plata para invertir en su cantera.

Pero claro, esto es una utopía. Los clubes de la Superliga sólo quieren crecer, despegarse del resto y aumentar la desigualdad en donde sólo ellos ganen dinero y dejar a los otros en el desamparo. Son franquicias egoístas que quisieran matar al deporte a costa del lucro.

Es momento que los humildes y la clase media del futbol alce la voz, que haya una revuelta suya para que el futbol renazca con mayor igualdad y espectáculo. Sueño con una revolución encabezada por los clubes pobres.

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