Días de las madres
FrancoTirador

Nacho Lozano es periodista y autor. Ha sido reportero y presentador de noticias para radio, televisión e internet desde hace dos décadas; editor y columnista en diversos medios impresos nacionales e internacionales. Es presentador de Noticias Telemundo. Twitter: @nacholozano

Días de las madres
Foto: Alexa Herrera/ La-Lista

Las madres en México, y también en América Latina, son alegres, pero también han tenido el dolor como lenguaje principal. Y es que miles de ellas han sido víctimas de dos pandemias que nadie ha podido detener hasta ahora: la violencia y el Covid-19. Aquí una muestra:

Ya no tengo lágrimas”.

Helen Yáñez, 28 años.
Pisco, Perú. Ha enterrado a 13 familiares por coronavirus.

Hijo: mientras no te entierre te seguiré buscandoMadre rastreadora.
Sinaloa, México.

¿Dónde está mi hijo, por qué no me responden?”, “Mataron a mi hijo”, “No tenías que estar aquí, adiós mi niño hermoso”.

Marisol Tapia, 26 años.
Ciudad de México. Madre de Brandon, quien murió en el colapso de la Línea 12 del Metro.

Me mataron a mi hijo, mi único hijo, que me maten a mí también”, “Llévame contigo, amor”.Sandra Meneses.
Colombia. Madre de Santiago Murillo, asesinado mientras protestaba en Cali.

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Pero las madres en México son entrañables. La mía me ha enseñado prácticamente todo, sobre todo fue quien me enseñó a leer y escribir (ya sé que escribo mal, pero eso no es responsabilidad de mi progenitora). La mía, como otras madres tienen frases entrañables, amorosas y que nunca caducan ni desaparecen a a pesar de los años.

“Ponte suéter”, no lo hacemos. Y cuando lo hacemos: “Mira cómo lo traes, roto, mugroso y apestoso. Yo no te voy a comprar otro”.

Qué tal aquella cuando nos ven, o veían de pequeños, hacer berrinches: “Llora cuando me muera”.

“Si voy y lo encuentro yo, ¿qué te hago?”, y sí, ellas siempre encontraban todo. Por eso esta frase es particularmente dolorosa en una realidad mexicana en la que las madres buscan y buscan a sus hijos desaparecidos. Qué triste.

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“Pregúntale a tu papá, yo ya dije que no”, obviamente el papá pálido de horror, no se atreve a contrariala. Y claro, cuando uno insistía en salir de fiesta ella respondía: “¿Me estás avisando o me estás pidiendo permiso”, uno respondía que “permiso” y ella respondía, “Muy bien, ve, pero te quiero a las 10 de la noche de vuelta”, uno le respondía que apenas a esa hora comienza la fiesta y ella remataba: “A las 10 o no vas”. Eso es carácter y cero tolerancia a la impunidad, algo de lo que los políticos mexicanos carecen.

En fin, que ellas siempre nos dicen las cosas “por tu bien”. Y son ellas las que merecen ser felices y sonreír. Son ellas las que merecen justicia cuando la piden y el fin de las violencias cuando las sufren. Seguro que aceptarán los regalos que les demos, pero sería mejor preguntarles qué piensan, qué no les gusta, qué podemos hacer por mejorar sus vidas. Y no solo un 10 de mayo, sino todos los días.

Para ser Franco: la mía, como la tuya, es la mejor mamá del mundo.

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