El poema que canaliza la ira de India por la pandemia
India pasó de ser la ‘farmacia del mundo’ a un receptor de caridad, con masivas faltas de oxígeno, medicinas y ambulancias. Foto: Channi Anand/AP

Parul Khakhar tenía poca idea de la tormenta que desataría su poema de 14 versos. Publicado el 11 de mayo en las redes sociales, el canto fúnebre en gujarati expresa una profunda desesperación e indignación por las muertes pandémicas en India. Shab-vahini Ganga (Un coche fúnebre llamado Ganges, como se conoce al río Ganges en India) es inquietantemente rítmico y cargado de emoción en su lamento sobre la tragedia que ha azotado a los indios.

India se salvó de la primera ola de Covid-19 y la administración de Narendra Modi pensó con bastante suficiencia que el país sería inmune. Modi había recibido al entonces presidente, Donald Trump, en Ahmedabad, la ciudad más grande del estado de Gujarat, en una gran manifestación en febrero de 2020, semanas antes de que la Organización Mundial de la Salud declarara al Covid-19 como pandemia. En los meses posteriores, además de declarar un bloqueo brutal que interrumpió las vidas de millones de trabajadores migrantes internos de India, el gobierno siguió operando como de costumbre y permitió el festival religioso más grande del mundo, así como la celebración de grandes mítines políticos para las elecciones a principios de este año (en los que su partido sufrió duras derrotas). Modi donó vacunas a otros países, quizás imaginándose el Premio Nobel para sí mismo y, en enero, en el Foro Económico Mundial, se jactó de que India había superado la pandemia.

Fue un acto de arrogancia, como el mundo e India han descubierto. En cuestión de días, quedó claro que el emperador en realidad no estaba vestido (Khakhar alude al cuento popular de Hans Christian Andersen en su poema). India pasó de ser la “farmacia del mundo” a ser un receptor de caridad, con una enorme escasez de oxígeno, medicamentos y ambulancias. Los pacientes no solo tuvieron que hacer cola para las camas en las unidades de cuidados intensivos de los hospitales (algunos murieron en las puertas de los hospitales, esperando en ambulancias o automóviles), los dolientes tuvieron que hacer cola para obtener lugares en los crematorios, que se estaban quedando sin leña y cuyos hornos se estaban derritiendo, los árboles que rodeaban los crematorios se veían cenizos.

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Khakhar no nombra a Modi, pero su angustia e ira son palpables en su poema. Lo notable es que lo escribió en gujarati: Modi sigue siendo inmensamente popular en su estado natal, que su partido Bharatiya Janata ha gobernado casi sin interrupciones desde 1995. Él mismo fue el primer ministro del estado desde finales de 2001 hasta 2014, cuando fue elegido primer ministro de India. El poema tiene ramificaciones más amplias; ha revelado a los indios lo impopular que se está volviendo en su propio estado, que va a las elecciones a fines del próximo año.

El poema ha dividido a la sociedad gujarati, con muchos vitoreando en voz baja y muchos más ofendiendo abiertamente a su autor. Ha inyectado valor a los opositores a Modi en el estado para que alcen más sus voces. Al mismo tiempo, los partidarios de Modi han redoblado sus esfuerzos. Han escrito respuestas, incluidos algunos versos si calidad, vilipendiando a Khakhar, comparándola con un demonio, además de las imágenes misóginas, vulgares y crudas habituales que los trolls en internet suelen invocar cuando se encuentran con una mujer valiente que dice cosas que no los demás no quieren escuchar. De hecho, según los reportes, ya ha sido objeto de más de 28,000 mensajes llenos de odio, lo que lo convierte quizás en el poema más criticado de todos los tiempos, al menos en India.

Mientras tanto, el poema se ha extendido por India a la velocidad del propio virus. Se ha traducido al menos a siete idiomas: bengalí, inglés, hindi, marathi, punjabi, malayalam y tamil, y se ha musicalizado en gujarati y punjabi. Yo lo traduje al inglés y apareció con algunas otras traducciones en la publicación independiente The Wire. Si bien muchos de los principales autores gujaratis han permanecido en silencio, algunos sí han hablado. Khakhar ha tenido que bloquear su perfil de redes sociales. Respondió cortésmente a mis correos electrónicos, pero decidió no comentar en público, prefiriendo dejar que sus palabras hablaran por sí misma. Mientras los ataques en su contra aumentaban sin descanso, la semana pasada publicó un enérgico verso en su página de Facebook: “Bendita y contenta de que Parul siga viva; a pesar de que se sacaron muchas dagas que llevaban su nombre”.

Salman Rushdie escribió en Los versos satánicos en 1988 que el trabajo de un poeta es “nombrar lo innombrable, señalar fraudes, tomar partido, iniciar discusiones, moldear el mundo y evitar que se duerma”.

El verso de Khakhar hace precisamente eso.

Salil Tripathi es un escritor radicado en Nueva York. Es presidente del Comité de Escritores en Prisión de PEN International.

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