En tiempos en que la consolidación del Estado de derecho y de la democracia encuentran importantes obstáculos alrededor del mundo, una de las profesiones que persisten siendo una importante promotora de ellos es la abogacía.
Desde luego, en el mismo gremio es usual encontrar distorsiones que, por momentos, han hecho pensar a algunas personas que dicha crisis tiene como una de sus fuentes a las abogadas y a los abogados. Si bien esas distorsiones han estado presentes desde hace mucho tiempo en la abogacía de todo el planeta, lo cierto es que la época que se vive ha llevado a que éstas sean más visibles y en algunos casos más dañinas para las sociedades.
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No obstante, es importante enfatizar que ha sido desde la abogacía que a lo largo del tiempo se han impulsado tanto el respeto a la norma como los valores democráticos, lo que ha traído como consecuencia que las sociedades mismas se vuelvan más exigentes y comprometidas con estos y muchos más conceptos sin los cuales éstas no se pueden entender.
En el caso mexicano, tanto las abogadas como los abogados no han sido ajenos a la evolución de nuestra sociedad, pues es claro que con su labor se ha logrado diseñar mejores normas, lograr su razonablemente buena implementación y fungir como personas observadoras del quehacer cotidiano de quienes gobiernan. Es evidente que esto último ha hecho que los ataques al gremio se incrementen y, en algunos casos, se llegue a culparle de buena parte de las cosas negativas que suceden en nuestro país.
Ante ello, es de gran relevancia la presencia de los colegios de abogadas y abogados, pues una abogacía organizada logra contar con un mayor peso específico que, por propia naturaleza, hace que las personas que forman parte de esta funjan en el día a día como coadyuvantes del Estado tanto en la promoción del Estado de derecho, como en la de la democracia, encontrando en el camino que el rol que juegan es también fundamental en la búsqueda permanente del respeto a los derechos humanos.
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Entre otras cosas, estos colegios buscan que su membresía y el sector que no forma parte de ella (cabe decir que es la gran mayoría al ser obligatoria la colegiación en México) cumplan con rigurosos parámetros éticos al momento de ejercer la profesión. Por otra parte, son estas mismas organizaciones las que reconocen a las personas que se han distinguido por sus servicios. Es el caso de la Barra Mexicana, Colegio de Abogados, A.C. con el prestigioso Premio Nacional de Jurisprudencia.
El premio apenas citado, se ha convertido paulatinamente en una tradición que se entrega a personas que han ejercido nuestra profesión de manera ejemplar, siendo que a través de un complejo procedimiento caracterizado por las decisiones colegiadas, se elige a la persona ganadora que haya obtenido por lo menos la mitad más uno de los votos de los miembros presentes, siendo en todos los casos profesionales de extraordinario desempeño y cuyo legado seguramente será un ejemplo para la posteridad.
Este 2025 el ganador del premio fue Don José Luis Nassar Daw, quien a través del extraordinario discurso que pronunció y del ejemplar trabajo que ha realizado por varios años, dejó patente por qué se había hecho recipiendario de tan destacado reconocimiento.
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Ejemplos como el de Don Pepe, son un buen recordatorio de lo indispensable que es la abogacía en una sociedad que aspire a ser respetuosa de la ley y verdaderamente democrática.
Muchas felicidades.