Soros no designó a los “pluris”
Tácticas Parlamentarias

Analista y consultor político. Licenciado en Ciencia Política por el ITAM y maestro en Estudios Legislativos por la Universidad de Hull en Reino Unido. Es coordinador del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa en el ITAM. Twitter: @FernandoDworak

Soros no designó a los “pluris”
Foto: Cámara de Diputados

Una de las tareas principales de los políticos es tratar de engañarnos con soluciones fáciles para problemas complejos, pues a menudo les conviene la propuesta o el distractor. Además, ¿por qué habrían de hablar en serio sobre un tema, si ello implicaría perder márgenes de discrecionalidad? Nadie se da un balazo en el pie por voluntad propia. Bueno, la única vez que he visto a alguien hacer eso fue Kevin Spacey en Horrible Bosses, pero se trataba de una comedia.

Al contrario, la principal tarea de la ciudadanía es no dejarse engañar. Para ello se necesita ejercer eternamente la duda, sobre todo acerca de lo que nos gustaría creer, y nunca dejar de cuestionar. Solo así se puede llegar a pensar lo público no como un juego de buenos contra malos, sino como un asunto de estrategia, inteligencia y cabeza fría.

La semana pasada nos tocó ver un momento que plasma a la perfección lo arriba escrito: el presidente López Obrador habló de tres reformas a la Constitución Política que presentará a lo largo del resto del sexenio, siendo una de éstas la eliminación de los legisladores de representación proporcional, o “pluris”, por ser demasiado costosos.

Como sucede cada gobierno, el partido en el poder sugiere reducir o eliminar a estos legisladores, con argumentos similares. Además, es fácil creer que no sirven para gran cosa porque, se suele decir, ¿quién los elige? ¿Los extraterrestres? ¿Soros? Antes de dejarnos llevar, veamos cuál es su utilidad, sus limitaciones y cómo podríamos cambiar las leyes para bien de la ciudadanía, en lugar del interés de los partidos.

En todo el mundo, los sistemas electorales se basan sobre dos criterios. El primero es a través de distritos donde gana la persona que tiene más votos, o sistemas de mayoría relativa. El segundo busca representar de la manera más exacta posible las preferencias políticas de la ciudadanía, a través de listas de representación proporcional.

Ambos sistemas arrojan resultados diferentes, y se expresan en la que se conoce como Ley Duverger: un sistema de mayoría relativa fomenta el bipartidismo a costa de no permitir que accedan minorías al órgano legislativo, mientras uno de representación proporcional puede reflejar las preferencias de la ciudadanía a costa de no dificultar la construcción de mayorías.

¿Qué hacer ante este problema? Desde mediados del siglo XX, cada vez más países adoptaron un sistema electoral conocido como mixto, que combina asientos de mayoría relativa con representación proporcional. El modelo ha permitido armar mayorías y brindar la representación adecuada de minorías, y se ha adoptado en, por ejemplo, Alemania, Italia, Corea del Sur y Bolivia. Incluso el debate está vigente en países con larga tradición mayoritaria, como el Reino Unido.

¿Qué pasaría si eliminamos a los pluris? Le daríamos de inmediato la mayoría simple, y en ocasiones hasta la calificada, a un partido político. Por eso cada presidente propone esta reforma: saben que difícilmente la aprobaría, pero es altamente popular. E igual y en una de esas logran aprobarla.

¿Qué pasaría si se reducen a la mitad los pluris? Hay estimaciones de politólogos como Javier Aparicio o Gabriel Negretto, según los cuales no habría modificaciones sustanciales en los equilibrios de la Cámara de Diputados, aunque la aplicación de ese criterio sí sería desastroso para la representatividad en las legislaturas locales.

¿Cuánto se ahorraría si desapareciesen los pluris? No gran cosa, si calculamos uno o dos millones de pesos anuales por cada legislador. Cierto, 400 millones de pesos serían mucho dinero para cualquiera de nosotros, pero no es gran cosa para el presupuesto del Estado. Además, nadie nos garantiza que esos montos sean reasignados dentro del propio Congreso de manera eficaz.

En lo personal, apoyo incondicionalmente el sistema mixto en la Cámara de Diputados, pero no veo mucho sentido su existencia en el Senado. Pero lo segundo requeriría una discusión más profunda sobre qué debería representar la cámara alta, y no vale la pena meterse con esta regla si no genera problemas serios de gobernabilidad.

¿Qué hacen realmente las y los pluris? De hecho, sí hacen, y mucho: son quienes ocupan comisiones técnicas, especialmente en temas económicos, además de conformar los liderazgos en los grupos parlamentarios. La mayoría entra en la lista con un mandato directo de sus partidos para tratar asuntos específicos.

¿Qué cosas no están bien con los pluris? A menudo entran personas que nada aportan, como dinosaurios, grillos locales y diversos favoritos de dirigencias partidistas. Además, no ayuda a distinguir las virtudes de este método de elección si votamos por ambas categorías en una boleta.

¿Qué se podría hacer? Algo que no les gustaría a los partidos: obligarlos a presentar propuestas competitivas para sus listas de partido, a través de dos boletas para cada categoría de elección. Imagine usted llegar a la casilla, votar por una candidatura para el distrito, y elegir por separado a su preferencia partidista, aun sabiendo que no tiene posibilidades de ganar. 

Esa posibilidad permitiría pensar la conformación del Congreso desde una visión táctica, cambiando también la forma que vemos los procesos legislativos.

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