La primera batalla de la próxima legislatura
Tácticas Parlamentarias

Analista y consultor político. Licenciado en Ciencia Política por el ITAM y maestro en Estudios Legislativos por la Universidad de Hull en Reino Unido. Es coordinador del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa en el ITAM. Twitter: @FernandoDworak

La primera batalla de la próxima legislatura
Foto: Cámara de Diputados

Antes que inicien las negociaciones, los debates, las grillas y las kilométricas sesiones, el primer gran desafío que enfrenta una nueva legislatura es el reparto de espacios de poder. Esto no es cosa menor: hay que dejar claro qué partidos ocuparán el órgano de gobierno, o Junta de Coordinación Política y en qué orden, así como la Mesa Directiva. Posteriormente, vendrá la puja por los espacios en comisiones. El proceso ya inició, y se espera que termine alrededor de la segunda quincena de septiembre.

En preparación a esto, los grupos parlamentarios están en el proceso de elegir a sus coordinaciones de grupo parlamentario. El PRI ya tiene a Rubén Moreira, se dice que el PAN se decantará por Jorge Romero en vez de Juan Carlos Romero Hicks, y Morena ratificó la semana pasada a Ignacio Mier en su cargo. Se habrán confirmado a todos los liderazgos de bancada hacia la primera quincena de agosto.

Durante la plenaria del grupo parlamentario guinda, se aprobó promover al diputado electo Sergio Gutiérrez Luna como el presidente de la Mesa Directiva durante el primer año de sesiones. ¿Por qué es relevante la noticia?

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La Mesa Directiva se encarga de guiar las sesiones, decidiendo el orden de intervenciones y el uso de la palabra a quienes desean interpelar por algún motivo a los oradores. Otra atribución que se tiene es llamar al orden en caso de interrupciones, aunque el presidente no tiene muchos poderes para sancionar estas faltas, como en otros países. También puede llamar a la fuerza pública para proteger el recinto parlamentario, en caso de marchas o manifestaciones que puedan desbordarse. Además, la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados representa al Congreso de la Unión legalmente y en actos públicos.

Aunque en la mayoría de las democracias la presidencia de la Mesa Directiva es un cargo que requiere la confianza de sus compañeros, y se alcanza a través de una especialización que inicie, digamos, en la secretaría, se desarrolle en una vicepresidencia y culmine en la representación de la asamblea, en México rota anualmente, lo cual no permite desarrollar este tipo de relaciones. ¿La razón? Hasta estas elecciones, todas las personas legisladoras rotaban obligatoriamente cada tres años.

De esa forma, hemos tenido presidencias que han actuado al acorde con su investidura, como otras que han usado el cargo como promoción para otro cargo, como sucedió con César Duarte y Silvano Aureoles para las gubernaturas de Chihuahua y Michoacán, respectivamente. Aunque se podría iniciar ahora un proceso de fortalecimiento real de la Mesa Directiva, dependerá de las decisiones que se tomen en las próximas semanas para que se logre o no.

El diputado Gutiérrez Luna ha dicho en los últimos días algo importante: la presidencia de la Mesa Directiva debe ser neutral, entendiéndose como su forma de actuar. También ha comentado sobre su intención de conducir las sesiones de manera imparcial e institucional. Hasta aquí va bien. Además, según la propia Ley Orgánica, a Morena le correspondería el cargo durante el primero año de sesiones. ¿Hay alguna “letra chiquita”?

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Aparentemente sí: en 2022 podría tener lugar la consulta para revocar el mandato del presidente de la República, y si acaso llegase a prosperar, la presidencia de la Mesa Directiva ocuparía provisionalmente la titularidad del poder ejecutivo. ¿Descabellado? Podría suceder, y más vale que sea alguien de Morena, en lo que se llevan a cabo las negociaciones para quien llegase a sustituir a López Obrador. Además, la oposición ha mostrado tener la inteligencia y visión estratégica para caer de bruces en esa trampa.

Pero entre que son peras o manzanas con la revocación, ¿qué se podría hacer para iniciar ese proceso de fortalecimiento de la Mesa Directiva. En mi opinión, dos cosas. La primera, un punto de acuerdo entre las personas legisladoras entrantes para que postulen para este órgano a quienes gocen del visto bueno de las demás bancadas: eso ayudaría a generar confianza. Segundo, una reforma a la Ley Orgánica para que la presidencia solo pueda ser electa de entre las vicepresidencias: eso ayudaría a impulsar la tan necesaria profesionalización.

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