Guía para apreciar y entender a la próxima legislatura
Tácticas Parlamentarias

Analista y consultor político. Licenciado en Ciencia Política por el ITAM y maestro en Estudios Legislativos por la Universidad de Hull en Reino Unido. Es coordinador del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa en el ITAM. Twitter: @FernandoDworak

Guía para apreciar y entender a la próxima legislatura
Foto: Cámara de Diputados.

Es imposible deslindar a la política del espectáculo que genera. Aunque muchos se indignen con las indirectas, los choques y las provocaciones, el circo eso atrae a las multitudes. Además, quizás muy poca gente prestaría atención a los asuntos públicos si se desahogasen en debates públicos y civilizados, lo cual daría mayores márgenes de discrecionalidad a quienes nos gobiernan.

Como sucede en la lucha libre, las piruetas, golpes, candados y bravuconerías están de alguna forma pactadas. Eso no significa que los debates en el pleno sean una farsa, sino que hay procesos previos de negociación, los cuales son más relevantes. Dicho esto, el circo sirve para atraer nuestra atención, aunque debemos conocer lo que se hace tras bambalinas sí deseamos intervenir en las decisiones.

También como sucede en la lucha libre, por más piruetas, golpes y candados que haya en el ring, todo está de alguna forma arreglado. Eso no significa que los debates en el pleno sean una farsa, sino que hay procesos que llevan a una decisión y lo que vemos en tribuna es la fase final. Más bien el circo es importante para ganar nuestra atención, pero si queremos analizar e intervenir debemos conocer lo que se mueve tras bambalinas.

Por ello, y anticipando el inicio de la próxima legislatura, van cinco consejos para entender y apreciar lo que sucede en el Congreso sin dejarse llevar por la emoción.

Primer consejo: nadie es enemigo de nadie. Pare empezar, quiero compartirles un breve video, que sirve como la mejor introducción al legislativo que puedan encontrar:

Como en este viejo capítulo de los Looney Tunes, los legisladores no son enemigos en la vida real. Es más, no habría posibilidad de negociar algo si así fuese, y estaríamos al borde de la guerra civil. Eso no significa que no defiendan posturas encontradas, pero eso sucede en comisiones u órganos de gobierno.

Si ellos no están mortalmente enfrentados y la democracia se basa en el diálogo y la negociación, ¿por qué deberíamos enfrentarnos entre nosotros por un espectáculo?

Segundo consejo: todas las personas políticas desempeñan un papel. Las carreras políticas se construyen a partir de tres elementos personales: cuáles son las ambiciones, cuáles las capacidades y quiénes influyen en su futuro político. Esos tres elementos condicionan sus estrategias de posicionamiento, incluyendo a los personajes públicos que actuarán.

Por ejemplo, cada grupo parlamentario tiene a una persona que hace de “golpeador”. Para ser creíble, no usa trajes finos ni recurrir a un lenguaje elaborado. Al contrario, deberá vestir de mezclilla, usar barba desaliñada y mostrarse echado para adelante. Sin embargo, puede ser una persona culta, educada y refinada en la vida privada: la lucha es por ganar el imaginario.

Ahora bien, a veces la persona política llega a convertirse en víctima de su personaje, pudiendo acabar como un cliché. ¿Qué nos corresponde? Desarrollar nuestro propio criterio, para no caer en los juegos de apariencias.

Tercer consejo: los debates son una válvula de escape. El proceso legislativo se diseñó para ser lo más lento posible. La razón: evitar que las pasiones dominen el proceso de toma de decisiones, permitiendo a la vez que todas las voces tengan una oportunidad para expresarse.

Es raro que las iniciativas se modifiquen durante los debates, pues la discusión sustantiva ocurre en comisiones. Sin embargo, el pleno sirve para legitimar los resultados, al permitir que todas las posturas se ventilen, cual válvula de escape. De lo contrario, las tensiones podrían estallar en otra parte. Aún la persona legisladora más “contestataria” o “antisistema” abona a la legitimidad del régimen político tan solo por estar ahí y participar, aunque sea para poner mantas, ponerse máscaras o decir estridencias. Preocúpense si, digamos, se va al monte a organizar una guerrilla.

Cuarto consejo: las personas legisladoras compiten con los medios. En el siglo XIX había grandes discursos hechos por legisladores doctos que vivían para la política y no de ésta. Sin embargo, hoy tenemos partidos y personas que compiten por aparecer en el noticiero de horario “Triple A”, pues los órganos legislativos han sido desplazados como el principal foro de debate.

Lo anterior significa que las personas legisladoras buscarán hacer declaraciones lo suficientemente estridentes para ganar la atención de la fuente de prensa. Las transmisiones de las sesiones tampoco ayudan: el incentivo es alargar las discusiones porque, se dice, “la nación nos está observando”, aun cuando solo seamos un puñado de junkies noticiosos.

Otra vez, esto no es algo malo, si el circo sirve para atraer nuestra atención. En todo caso, el reto es no quedarse en la superficie. ¿Qué hacer?

Quinto consejo: siempre pregunten el “por qué”. El primer paso para dejar el circo es preguntar y dudar. ¿Dónde se toman realmente las decisiones? En comisiones y órganos de gobierno. ¿Son todas las personas legisladoras relevantes? Depende del tema, la función que desempeñen y las comisiones a las que pertenezcan. ¿Por qué actúan de determinada forma? Estudien sus carreras, analicen sus relaciones en política y otros sectores y vean el tipo de iniciativas que presentan.

Cada pregunta llevará a un mayor conocimiento del Congreso y su funcionamiento. Con ello no solo se puede fortalecer la capacidad crítica, sino también se hará posible desarrollar una visión estratégica. Y la vista desde esa posición es mucho más fascinante que el circo, pues permite apreciar las tácticas parlamentarias.

Síguenos en

Google News
Flipboard