El mundo (energético) es un escenario
Enernauta

Especialista en política energética y asuntos internacionales. Fue Secretario General del International Energy Forum, con sede en Arabia Saudita, y Subsecretario de Hidrocarburos de México.
Actualmente es Senior Advisor en FTI Consulting.

El mundo (energético) es un escenario

Un vistazo a algunos de los acontecimientos energéticos internacionales que llamaron la atención en 2021 revela la muy difícil gobernanza de un sector en el que confluyen prácticamente todas las disciplinas. Son muchas las partes en movimiento, muchos los intereses y muchas las oportunidades para que las cosas salgan distintas de como se esperaba, si acaso se esperaba un buen funcionamiento de la cadena de suministro energético. Ingredientes todos útiles para puestas en escena y una que otra referencia mitológica que enfrentan a los humanos con sus pasiones, con otros humanos o con la naturaleza.

En Texas y Luisiana ocurrieron apagones detonados por una helada y un huracán respectivamente, pero también influyeron la regulación laxa, su aplicación ineficiente o bien su falta de adaptación frente a eventos climáticos extremos cuya frecuencia parece ir en aumento. Es decir, el error humano fue determinante. Las autoridades texanas se encontraron temporalmente incapaces de aportar una respuesta coordinada y los ciudadanos texanos se enfrentaron por días a las inclemencias del clima como jamás lo imaginaron. Si tan solo los comisionados, reguladores y otras autoridades se hubieran coordinado mejor, si tan solo los mensajes entre Romeo y Julieta hubieran llegado a tiempo, la electricidad habría seguido fluyendo.

En el este de Estados Unidos, el ducto Colonial cayó en manos de secuestradores cibernéticos que fueron capaces de impedir el flujo de combustibles del sur hacia el norte, dejando a miles de consumidores varados. Aquí participaron cuando menos la codicia y la pericia de los secuestradores y, al final, una resiliente respuesta de la empresa y el FBI. Quizá la empresa operadora del ducto pudo contar con mejores barreras frente a este ataque y los que seguramente vendrán. Y quizá Sísifo podría llegar a la cima de la eterna estabilidad energética si los embates cibernéticos no cambiaran tanto como el clima.

En el Canal de Suez, fallas en la estrategia de navegación por parte del capitán del buque Ever Given, algo de viento en exceso y una mala coordinación entre las autoridades del Canal y la tripulación del navío resultaron en un bloqueo del tránsito de cargamentos de crudo desde el Mar Rojo hacia el Mediterráneo. Shakespeare lo puso en boca de Julio César: “La culpa, querido Brutus, no es de nuestras estrellas, sino de nosotros mismos que consentimos en ser inferiores”. 

En Europa, un mercado eléctrico diseñado para acelerar la penetración de energías renovables se enfrentó a la falta del viento, a cielos nublados y a la carencia de respaldo proveniente de centrales termoeléctricas o nucleares. Los precios de los combustibles, la electricidad y el carbono se dispararon y alcanzaron récords insospechados. La esperanza puesta en que “ahora este invierno de nuestro descontento se vuelve verano… y todas las nubes que encapotaban nuestra casa, están ya sepultadas en el fondo del océano” no se ha materializado. Por lo pronto es más “mi reino (eléctrico) por un caballo (de sol que no brilló y viento que no sopló)”.

Si al gobierno ruso se le preguntara, también añadiría a los problemas europeos la renuencia a aprobar de una vez por todas el gasoducto Nordstream II, que habría conectado a los campos productores de gas rusos con los centros de mayor consumo en Alemania. Esto habría liberado gas para su uso en otros países del continente, aunque Estados Unidos alerta sobre la vulnerabilidad de depender más de las exportaciones rusas. Ser o no ser, se preguntaba Hamlet y se lo preguntan también los europeos.

En los acontecimientos anteriores aparecen supuestos que dejaron de ser válidos sobre cómo funcionarían la ingeniería, navegación, sistemas computarizados de control, protocolos de seguridad, reglamentos y regulaciones, diseño de mercado, coordinación interpersonal e interinstitucional institucional, geopolítica. Y esos son solo los que saltan a la vista. Evitar accidentes similares en el futuro requerirá una revisión de gran parte de esos supuestos y nuevas formas de gobernanza.

En México, gran Torre de Babel, destacó sobre todo la discusión sobre la propuesta de contrarreforma eléctrica, con todo y sus componentes de mercado, instituciones y minería. Figuraron también un accidente de la plataforma en el Golfo de México que dejó a cinco muertos y varios lesionados, una fuga de gas que nos regaló un ojo de fuego emergiendo de las aguas marinas y un intento un tanto (y predeciblemente) infructuoso por controlar los precios del gas LP. 

En estos casos aparecen disputas sobre el poder y el control de las rentas de la industria energética, prácticas de seguridad industrial cuestionadas, debates sobre el diseño del mercado, confrontaciones sobre principios y filosofías sobre el papel del Estado y el mercado en el sector energético. 

Si el pasado es prólogo, podemos esperar un 2022 con variantes de estos guiones tanto para el mundo como para México. Los extremos del clima y el avance del mundo digital seguirán retando los límites de la infraestructura. La pandemia continuará condicionando tanto los términos de la recuperación económica como la estabilidad del precio del crudo. Para mantener a flote el suministro de energía, los técnicos y los gobiernos deberán alcanzar nuevas alturas de creatividad. Al principio y al final, será la condición humana la que determine el devenir de los sistemas energéticos. 

Shakespeare dixit: “El mundo es un escenario y todos los hombres y mujeres son meros actores: tienen sus salidas y sus entradas; y un hombre durante su tiempo interpreta muchas partes…”

Felices fiestas. Nos vemos en 2022.  

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