Atrapados en el tiempo
Economía Aspiracionista

Manuel Molano es un economista con experiencia en el sector público y privado. Es asesor en AGON Economía Derecho Estrategia y consejero de México Unido contra la Delincuencia. Twitter: @mjmolano

Atrapados en el tiempo
Prueba de detección de Covid-19 en la CDMX. Foto: Alex Cruz/EFE.

El año 2022 se siente como 2020 y 2021 otra vez. Los peligros de la variante ómicron del coronavirus están haciendo a todo el mundo dudar sobre la seguridad del entorno físico de nuestras oficinas, restaurantes, transporte público y comercios. Los datos son medio contradictorios. El sector público en México ha dicho que ómicron es más contagiosa que delta, pero menos peligrosa. Sin embargo, nuestro archiduque procónsul de la salud, el excelentísimo doctor don Hugo López-Gatell, dice que mejor no nos hagamos pruebas clínicas de covid. Dizque están escasas. Qué tal si le quitamos la prueba a alguien que realmente la necesita. 

El éxito de las ciencias en los últimos 200 años tiene muchas explicaciones. Gente altamente preparada persiguiendo la comprobación de hipótesis cada vez más acertadas. La vigilancia celosa entre pares. El abandono de teorías descabelladas y no comprobadas empíricamente. En este proceso, algo muy importante: los datos. La revolución de información es lo que permitió descifrar el genoma humano, y eventualmente el de todas las cosas vivas y parcialmente vivas allá afuera, como los virus. 

Si no hay pruebas clínicas, no hay información sobre el avance real de la pandemia. No hay datos. Sin ellos, la gente puede llegar a los hospitales cuando la enfermedad está demasiado avanzada. De hecho, este ya es el caso en muchos lugares en el mundo desarrollado. El portal noticioso Global News de Canadá reportó ayer que el 46% de las hospitalizaciones actuales por covid en Ontario son incidentales. Es decir, la gente llega al hospital por una causa distinta a covid y acaba quedándose en el hospital porque se descubre que tiene la enfermedad. 

Yo sigo teniendo la esperanza que ómicron se convierta en alguna especie de vacuna natural contra delta y variantes más agresivas con los seres humanos, como teorizaron algunos científicos sudafricanos. Pero esto parece estar en los límites de la fantasía. Todo indica que vamos a tener que continuar relativamente aislados para no contagiarnos. 

De nuevo, todas las justificaciones del gobierno federal mexicano para no vacunar niños son terribles. No creo que haya mucha diferencia, biológicamente hablando y en términos de vulnerabilidad ante el virus, entre mi niña de 13.5 años y mi hijo de 15. La línea para vacunar jovencitos de 15 para arriba es absolutamente arbitraria. Parece que la prioridad del gobierno es ahorrarse unos pesos. 

El gobierno parece no haberse dado por enterado que el virus se transmite por el aire. Los tapetes y jergas mojados con cloro no sirven para nada. Rociar a la gente con desinfectante antes de entrar a un edificio no sirve para nada. Sirve limpiar el aire y ventilar. ¿Dónde están las políticas públicas para hacer lo correcto?

Sin datos, sin vacunas para todos y sin políticas claras en la materia, 2022 va a ser tan duro y triste como 2021, como 2020. Aunque ya nos haya dado covid, aunque estemos vacunados, los riesgos siguen siendo altos. No creo que deberíamos aislarnos enteramente, pero sí cuidarnos. Hagámonos pruebas. Evitemos aglomeraciones. Ventilemos espacios. Usemos cubrebocas adecuados. No dejemos de trabajar, estudiar o divertirnos, pero seamos prudentes. 

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