La rebelión ciudadana
Ciudadano Político

Provocador de ciudadanos, creador de espacios de encuentro y conocimiento. Exservidor público con ganas de regresar un día más preparado. Abogado y politólogo con aspiraciones de chef. Crítico de los malos gobiernos y buscador de alternativas democráticas. Twitter: @MaxKaiser75

La rebelión ciudadana
Foto: Pixabay

Desde pequeño tengo problemas con el concepto de “autoridad”. Pueden preguntarle a mis padres, maestros, entrenadores y jefes de cualquier trabajo. Todos les dirán que a veces era una pesadilla tenerme como hijo, alumno o empleado. “Porque yo lo digo” es para mí la peor forma de autoridad. Siempre me sonó como un reto para cuestionar la legitimidad de la instrucción y la posición de quien la emitía. Las posiciones de liderazgo y autoridad se ganan con autenticidad y compromiso, se mantienen con humildad y se consolidan con resultados. 

La Constitución y las leyes de una democracia le otorgan a una persona el poder de ejercer ciertas funciones y ejecutar determinadas facultades, siempre acotadas por esas mismas normas, que además los obligan a rendir cuentas. Es decir, yo reconozco a la autoridad formal que se deriva de un cargo, y reconozco y respeto las funciones que ese puesto le otorga. Pero también estoy listo para cuestionar y rechazar, inmediatamente, cualquier intento de ir más allá, de abusar y de atribuirse funciones y poderes que no se tienen. Esto es especialmente importante en una democracia.

Así, es absurdo creer que una persona, por haber sido electo presidente y por muy popular que sea, tiene derecho a violar la ley permanentemente, a abusar del poder, a mentir sistemáticamente y luego pedir que no lo cuestionen, porque su cargo merece respeto. No, señor López, son la Constitución y las leyes las que merecen respeto, y siempre que las viole y las pisotee lo vamos a señalar, abierta y directamente. Merece respeto la verdad, y siempre que diga mentiras lo vamos a exponer. Merece respeto la dignidad de las personas, y siempre que la pise se lo vamos a reclamar. Usted no es más que un ciudadano con un cargo temporal que tiene funciones específicas y acotadas, y que trabaja para todos nosotros, los ciudadanos.

Por eso, llamo a todos los mexicanos libres a una rebelión ciudadana, a no conformarnos jamás con el abuso, la mentira y la mediocridad. Los llamo a no conformarse nunca con:

  • La violencia impune que no nos deja dormir.
  • La inseguridad que se extiende como una epidemia por todos lados.
  • La sumisión de las fiscalías al poder político y su incapacidad para procurar justicia, como les mandata la Constitución.
  • El crecimiento de la pobreza y la desigualdad que excluyen a millones de familias del proyecto de nación.
  • La corrupción impune que hace a unos pocos diferentes ante la ley y beneficiarios privados del poder.
  • La economía estancada que no genera oportunidades y empleos suficientes.
  • El sistema de salud destruido y sin medicinas, que niega a millones el derecho a la salud.
  • La destrucción impune de nuestros recursos naturales a manos de amateurs que quieren agradar al presidente y sus proyectos mesiánicos.
  • La desigualdad que hace a unos poder librar una terrible pandemia y a otros morir desamparados por el mismo virus en la precariedad de sus hogares.
  • La muerte de decenas de periodistas y luchadores de los derechos humanos, que perdieron la vida por levantar la voz, ante un Estado pasivo e indolente.
  • La muerte de niños con cáncer que tienen más de dos años sin sus medicinas, porque el gobierno destruyó el sistema de abasto de medicinas, por soberbia e incapacidad.
  • Las mentiras permanentes desde el poder, que nos roban el derecho a exigir cuentas claras.
  • La destrucción de la educación pública que se entregó a los sindicatos de maestros para obtener su apoyo electoral.
  • El despilfarro de miles de millones de pesos del presupuesto público, para tratar de rescatar a una empresa obsoleta como Pemex, en lugar de invertir en el futuro de México.
  • El acoso e intento de destrucción de los órganos autónomos del Estado, que sirven para contener el poder y darle regularidad.
  • El ataque sistemático a medios de comunicación independientes, y a periodistas, comunicadores, columnistas y analistas críticos del gobierno.
  • La manipulación impune de los programas sociales para ganar elecciones, en lugar de destinarlos a mejorar la vida de los más pobres.
  • La dilapidación del patrimonio público en proyectos de infraestructura sin planeación y sin rentabilidad social ni económica.
  • La clase política mediocre que se acomoda y se acostumbra a vender discursos vacíos que nada cambian.
  • La renuncia de las autoridades fiscalizadoras y auditoras a vigilar el ejercicio de los recursos públicos.

Los invito a no acostumbrarse, a no conformarse, a no ver ninguna de estas veinte cosas como normales. Los invito a rebelarse frente a esta realidad y frente todas las “autoridades” que las permiten. Los invito a una rebelión ciudadana que transforme estas 20 realidades, y las convierta en reliquias del pasado. 

Síguenos en

Google News
Flipboard