La casa de la discordia
Política consciente

Licenciada en Relaciones Internacionales. Consultora en imagen pública y estratega en comunicación. Actualmente produce y conduce el programa The White Table para MMoodtv. Cofundadora del colectivo TÚ x México. Twitter: @anapatam_mx

La casa de la discordia
José Ramón López Beltrán y Carolyn Adams. Foto: @_30JR40_/Twitter.

La publicación del reportaje de Latinus en colaboración con Mexicanos Contra la Corrupción y Mexicanos –donde se reveló la vida de lujos que lleva uno de los hijos del presidente de la República, quien defendió a su hijo y desconoció que esas propiedades le pertenecieran– terminó con la credibilidad de su discurso presidencial de austeridad, enterrando su “superioridad moral” y la de su partido.

El combate a la corrupción fue la bandera que llevó a Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República. Fue la bandera que usó en contra de los gobiernos anteriores para cuestionarlos, señalarlos, perseguirlos y descalificarlos, aprovechándose del fastidio y resentimiento social capitalizándolo a su favor, para autopromoverse como un “activista social” con credibilidad en contra de los abusos “de la mafia del poder”.

Durante su campaña prometió acabar con la impunidad, encarcelando a los corruptos de otros gobiernos. A la fecha no hay nada, ni un solo resultado, ni una sola persona en la cárcel con una sentencia por un tema de corrupción. Ni una sola red desarticulada ni tampoco un solo peso recuperado. 

El hijo, los hermanos, la prima, la secretaria de Educación, su secretario particular acusado de lavar dinero, el director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) señalado por tener propiedades por toda la ciudad y empresas que no declaró, su exsecretario de Función Pública… y se siguen sumando los escándalos de corrupción de sus más cercanos colaboradores y familiares. Pero no se ha levantado una sola investigación en contra de ellos a pesar de las pruebas, y ha sido el mismo presidente quien, a pesar de lo que se ve, se niega a ver y reconocer.

Seis años después del escándalo por la llamada Casa Blanca se le revira el barco. Ahora es uno de sus propios hijos el protagonista de la novela de los juniors del poder, quien expone la farsa y la hipocresía del líder de la Cuarta Transformación que condena a empresarios y a adversarios políticos, pero defiende y justifica a sus  allegados o familiares. Hipocresía al denunciar actos de corrupción y conflictos de interés de gobiernos anteriores sin reconocer los que se suscitan en el interior de su gobierno.

Y así todos los días se va sumando a su larga lista de incongruencias un nuevo enredo que termina por confirmar la incongruencia y la incapacidad de gobernar.

Vemos la paja en el ojo ajeno, y no vemos la viga en el nuestro…

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