Es licenciada en Ciencias de la Educación, cuenta con la maestría en Terapia Integral Familiar, colabora en varios programas de radio en México y Estados Unidos, así como en el periódico El Imparcial. Da conferencias y cursos, es autora de los libros Atrévete a brillar y Levántate, sacúdete y vuela. Twitter: @deniseramosm
Enamorada de un narcisista
Abre bien los ojos y no ignores los focos rojos, porque al principio el narcisista te encanta, pero después te destruye.
Abre bien los ojos y no ignores los focos rojos, porque al principio el narcisista te encanta, pero después te destruye.
Las personas narcisistas viven enamoradas de sí mismas, se creen el centro del universo, se sienten grandiosas, especiales y únicas, mientras perciben a los demás como inferiores, como simples objetos que pueden usar y desechar a su antojo.
Una mujer de 29 años me contó su experiencia como pareja de un hombre narcisista:
“Cuando lo conocí me deslumbró su inteligencia, parecía que siempre tenía todas las respuestas, sabía exactamente lo que yo quería escuchar y eso es lo que me decía. Al principio se comportó humilde, sensible y empático. Parecía que realmente estaba interesado en mí. Pensé que me había ganado la lotería y aunque durante el noviazgo vi algunos focos rojos, como su forma descortés de tratar a los meseros y la forma en que presumía su dinero y sus logros, los ignoré y me casé con él. Ya casada empecé a darme cuenta de que mis deseos y necesidades pasaron a segundo plano, mientras los de él se volvieron prioritarios.
Poco a poco me fui olvidando de mis sueños y anhelos, me anulé completamente y empecé a vivir para él. Mis necesidades dejaron de importarle. Yo tenía que mantener vivo su ego a base de adulación y halagos constantes a su persona. Pensaba que si me dedicaba a hacerlo sentir especial y a hacerle culto a su personalidad entonces él me amaría, pero sucedía totalmente lo contrario: entré más amor le daba, más importante se creía y más se alejaba de mí. Me empecé a acostumbrar a su indiferencia, pues él ya no me daba nada, solo quería recibir. Cuando lo contradecía o le hacía alguna crítica constructiva, se enojaba mucho y dejaba de hablarme por varios días. Jamás se responsabilizaba por sus errores y siempre encontraba a quién culpar por sus faltas. Con tal de no perderlo, yo dejé de ser asertiva y empecé a ser sumisa, empecé a quedarme callada, comencé a decir ‘sí’ cuando quería decir ‘no’, dejé de ser yo misma y acepté mi papel de subordinación ante un rey.
Un día me vi al espejo y ya no me reconocía, mi cabello lucía resquebrajado, tenía unas ojeras gigantes debajo de los ojos, mi piel había perdido su brillo, me veía vieja, encorvada y así me sentía. En ese momento algo surgió dentro de mí, era un sentimiento de ira ante la injusticia. Decidí hacer valer mis derechos y exigir respeto.
Cuando pedí lo que necesitaba, él me dijo que era una malagradecida y que no lo merecía. Se fue y nunca regresó. Lo perdí a él y me recuperé a mí misma“.
Lo único que vale para persona narcisista son sus objetivos y está dispuesta a hacer lo que sea para conseguir lo que quiere. Abre bien los ojos y no ignores los focos rojos, porque al principio el narcisista te encanta, pero después te destruye.