Las turbulencias en la Corte y el silencio de su presidente
Libertad bajo palabra

Periodista y abogado con más de 35 años de trayectoria. Reportero, comentarista y consultor experto en temas jurídicos. Premio Nacional de Periodismo José Pagés Llergo 2011. Especialista en el Poder Judicial de la Federación y analista político.

X: @jenroma27

Las turbulencias en la Corte y el silencio de su presidente
El ministro Arturo Zaldívar durante una conferencia de prensa. Imagen: Captura de pantalla.

El final del periodo del ministro Luis María Aguilar Morales como presidente del Máximo Tribunal en 2018 fue muy tenso. Sus muertos en el clóset y el deficiente manejo de las crisis de ese cuatrienio envolvieron al togado en sus propias insidias con el cobro de facturas que tenía pendientes dentro de la Corte, en el Consejo de la Judicatura Federal y hasta con Andrés Manuel López Obrador durante el primer mes de su sexenio en diciembre de ese año.

Para arrancar 2019, los integrantes del pleno decidieron por primera vez dar la presidencia a un jurista no surgido de la carrera judicial, fue así que Arturo Zaldívar llegó a esa ansiada posición con muchas expectativas sobre el combate a la corrupción que Aguilar Morales solapó e incluso protegió.

Hace tres años, las pruebas sobre los vínculos inconfesables, omisiones, dudosas operaciones presupuestales, moches por obras multimillonarias, persecuciones sin pruebas, pacas de dinero en efectivo, protección a juzgadores federales involucrados con el crimen organizado y la tolerancia a la red de nepotismo dentro de la institución fueron suficientemente poderosas y cotejables como para fincar responsabilidades administrativas, civiles y hasta penales.

Se hicieron revisiones que confirmaron las irregularidades, sin embargo, pasaron los meses e incluso un par de años, parecía que la justicia dentro del poder la justicia no alcanzaría a uno de los principales detractores y enemigos de Zaldívar. 

La intempestiva renuncia de Eduardo Medina Mora en octubre de 2019 a causa de las investigaciones de la Unidad de Inteligencia Financiera y la congelación de sus cuentas bancarias mostraron el camino, hasta ese momento inédito, para forzar su relevo y facilitar al presidente de la República la opción de ocupar otra posición en el alto tribunal. Ahora, el modus operandi parece haberse activado: si Luis María Aguilar se viera obligado a renunciar en los próximos meses, un nuevo relevo cercano a la Cuarta Transformación sería crucial para debilitar al grupo antagónico al régimen, una verdadera carambola de tres bandas. 

Curiosamente “alguien” dentro de la Judicatura Federal ha revivido denuncias contra Aguilar Morales en los textos de columnistas especializados en negocios de diversos medios nacionales, para publicar que ese expresidente de la Corte ya tiene carpeta abierta ante la Fiscalía General de la República. Se ha sacudido lo que parecía dormido y nunca ha dejado de ser un as bajo debajo de la toga.

Sin duda, ajustar cuentas sería un acto de desagravio por los excesos de Luis María Aguilar y la oportunidad parece muy conveniente para que la onda expansiva del escándalo provoque su dimisión y cambie la perspectiva de la sucesión en la Corte y en el Consejo de la Judicatura Federal que se definirá en menos de 11 meses. 

Tiemblan en el edificio de Pino Suárez dos de los personajes más íntimos de Aguilar Morales: Alberto Pérez Dayán y Bertha Fernández García, quienes se sintieron intocables bajo el manto de la pasada administración para operar las agendas personales y jurisdiccionales del ministro de las cuentas pendientes. 

Nada es coincidencia, las carpetas no traen nada que no se sepa desde desde hace años al interior del Poder Judicial de la Federación, solo es la confirmación documental del pasado negro de uno de los peores presidentes en la historia de la Corte. 

EDICTOS 

Nuestro máximo tribunal es garante de la Constitución y de los Derechos Humanos, su actual presidente con razón se muestra orgulloso de ello, sin embargo, en los días más críticos de López Obrador que han marcado el punto de quiebre de su sexenio, con el escándalo por los presuntos conflictos de interés de su hijo José Ramón López Beltrán, los ataques violatorios de diversas leyes hacia Carlos Loret de Mola y el calificativo de golpistas a los periodistas críticos del régimen, no merecieron ni un comentario general de defensa ante los excesos dictatoriales del primer tabasqueño del país. El habitual activismo mediático de Zaldívar Lelo de Larrea y sus lucidores mensajes en redes sociales no acompañaron la solidaridad hacia Loret ni el gremio, que mostró el músculo en el space de Twitter que rompió el récord mundial de participantes. Mientras tanto se pisotea la Constitución con flagrancia e impunidad y las instituciones independientes se quedan calladas. ¿Y la CNDH que encabeza Rosario Piedra? Hoy más que nunca la ombudsperson hace honor a su apellido. #IndignanteSilencio #TodosSomosLoret 

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