Vacunar a los niños
Diagnóstico Reservado

Médico cirujano con más de 30 años en el medio y estudios en Farmacología Clínica, Mercadotecnia y Dirección de Empresas. Es experto en comunicación y analista en políticas de salud, consultor, conferencista, columnista y fuente de salud de diferentes medios en México y el mundo. Es autor del libro La Tragedia del Desabasto.

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Vacunar a los niños
Segunda dosis para los 12 a 13 años en Texcoco y Chicoloapan: sede y fecha. Foto: EFE

A finales de la semana pasada, una gran amiga mía y experta infectóloga, la Dra. Brenda Crabtree, publicó en Twitter que (lamentablemente) debería llevar a sus hijas a vacunar a Estados Unidos, debido a la insistente negativa del gobierno mexicano a vacunar a menores.

En sus tuits mencionaba la necesidad de vacunar a los niños y niñas, como parte del control normal, ortodoxo y lógico de una pandemia.

Sus publicaciones desataron una oleada de tuits que combinaba desde troles defensores de los argumentos oficiales, hasta mensajes de odio por “ser rica”, comentarios de esotéricos que mencionaban el fin del mundo (y arcángeles) y, por supuesto, antivacunas con toneladas de mansplaining intentando educar e iluminar a una de las mejores investigadoras en infectología y VIH de México.

Una mujer brillante y capaz no necesita ser defendida –y menos por un hombre–, por lo que no me detendré en el sinnúmero de necedades e insultos publicados; lo que realmente me preocupa son dos tipos de tuits: los que defienden vehementemente las versiones de Hugo-López Gatell y el Dr. Jorge Alcocer, y los de los negacionistas y pseudocientíficos.

Algo está inherentemente mal es nuestra sociedad cuando debemos justificar y negociar el proteger a los niños.

Con solo el 60% de su población con esquema “completo”, México se ha quedado atrás de la mayoría de los países de Latinoamérica, quedando de facto más cerca de Bolivia, Honduras y Guatemala.

En el verano del año pasado, México otorgó la autorización para uso de emergencia en menores de 12 a 15 años a la vacuna de Pfizer-BioNtech. Es importante recalcar que aunque la vacuna estuvo diseñada y aprobada desde un inicio para edades de 16 años o más, el gobierno mexicano se negaba a vacunar a los menores de 18 como si el Covid-19 requiriera tener una credencial de elector para causar enfermedad. Tuvieron que transcurrir varios meses para que, tras hacer cálculos y ver cómo el mundo avanzaba en la inmunización a esos grupos de edad, México accediera a vacunar a sus habitantes desde los 15 años. En el camino solo se accedió a vacunar a los menores de 12 a 15 años que tuvieran comorbilidades demostradas o, en el colmo de los sinsentidos, a aquellos que lograran obtener el amparo de un juez.

Muchos de esos amparos han sido bloqueados y una maquinaria jurídica se ha puesto en marcha, pagada por el erario, para no vacunarles.

Como ya he comentado en otros foros, pese a los argumentos de una “no recomendación por la OMS”, no existe una razón válida para no inmunizar a los niños, más allá de la económica. Aunque Hugo López-Gatell es un férreo opositor a vacunarles y hemos escuchado los despropósitos del secretario de Salud en el sentido de que las vacunas enferman a los infantes, la realidad es que, aunque se quisiera hacer, México se ha metido en un gran embrollo al no haber renovado su contrato con Pfizer.

Y es que para vacunar a todos los menores desde los cinco años, como ya sucede en muchos países de América Latina, se requerirían alrededor de 36 millones de dosis de la vacuna de Pfizer (ya calculando los tercios de dosis que requieren los pequeños), de los cuales, en noviembre, se dio a conocer en una conferencia mañanera que México solo contaba con poco más de 11 millones. En este momento, el resto de los menores en el país no tiene con qué ser vacunado.

El caso de los antivacunas y negacionistas podría ser de risa, si no fuera tan peligroso. Lo que parecía un problema acotado a Estados Unidos y otros países se ha vuelto cada vez visible en México.

Los antivacunas argumentan falta de pruebas en menores, no obstante toda la información disponible sobre eficacia y seguridad que llevó a la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA) y a la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) a otorgar su recomendación de uso de emergencia. Al día de hoy, estas personas siguen hablando de “vacunas experimentales” y de grandes riesgos para los niños, basándose en información sesgada y seleccionada maliciosamente.

No ayuda mucho, por supuesto, que las autoridades de Salud de México no toquen el tema y con ello se validen las sospechas de estos grupos.

Hubo un tiempo que México contó con uno de los mejores programas de inmunizaciones, con un esquema que protegía contra más de 14 enfermedades, que era universal y gratuito. Las semanas nacionales de vacunación se recuerdan como uno de los ejercicios más exitosos para proteger a la infancia, no solo por la intrincada logística y gran cobertura, sino precisamente por la visión y el espíritu de vacunar a los niños.

Los resultados están ahí. De acuerdo con los reportes de epidemiología, la mortalidad infantil se abatió dramáticamente en los pasados 30 años y, en lo que va de la pandemia, más niños han muerto por covid que por influenza, sarampión, tosferina u otras enfermedades de las llamadas prevenibles por vacunación.

Hubo un tiempo en el que en México se hablaba de “todos los niños, todas las vacunas”. Lamentablemente, en el país, las vacunas anticovid no forman parte de “todas las vacunas”.

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