Un destino llamado Puebla…
La terca memoria

Politólogo de formación y periodista por vocación. Ha trabajado como reportero y editor en Reforma, Soccermanía, Televisa Deportes, AS México y La Opinión (LA). Fanático de la novela negra, AC/DC y la bicicleta, asesina gerundios y continúa en la búsqueda de la milanesa perfecta. X: @RS_Vargas

Un destino llamado Puebla…
Recorrido del Teleférico de Puebla en 2022. Foto: Gobierno de Puebla

Antes del 24 de febrero de 2001, cuando recibí una invitación para venir a trabajar acá, Puebla era para mí la carrera desenfrenada de Luis Enrique Fernández, el 29 de mayo de 1983, después de convertir el penalti que le daba su primer campeonato a La Franja. Desde hace un año es mi nuevo hogar.

Más allá del festejo del 5 de mayo, que significaba un simpático día de asueto obligado en las escuelas oficiales a principios de los años 80, mis referencias de este maravilloso estado siempre estaban relacionadas con el futbol. Además del recuerdo de Camacho, Sanhueza, el “Mango” Orozco, Fernández, Pirri y Asensi, del “Chaplin” Ceballos y Paul Moreno, me tocó padecer en carne propia al mejor Puebla de la historia, aquel que en la temporada 1989-90 se coronó tras derrotar a la Universidad de Guadalajara, luego de una increíble serie semifinal contra Pumas. Después de aquel 4-4 en la ida, mis hermanos y yo fuimos confiados a Ciudad Universitaria en que conseguiríamos el boleto a la final. Pero el portero de Universidad, Adolfo Ríos, tenía otros planes. Salí con lágrimas en los ojos del Olímpico, dos goles de Poblete y dos del “Chícharo” Hernández destrozaron mis ilusiones cuando lo único que me quedaba aquel año era ver a Pumas campeón. Porque cuando la vida te abofetea con ganas, a veces el futbol es el único motivo que te queda para ser feliz. No fue el caso.

Más allá de llegar a trabajar como funcionario público el 1 de marzo de 2021, la ciudad de Puebla está íntimamente ligada a mi vida profesional. El 12 de octubre de 1996, apenas un mes después y siete días después de pisar por primera vez la redacción de deportes del diario Reforma, mi primera cobertura fuera del Distrito Federal fue en Cholula, un partido de futbol americano en el que los Aztecas de Oliver Feria, Marco Martos, Édgar Zapata y Carlos Rosado, apalearon 40-6 a los Cóndores de la UNAM. De alguna manera aquella fue mi novatada, porque el fotógrafo que me acompañó, Joel Merino, me mandó de regreso a la redacción con sus rollos para revelar. Toda la mañana Joel me dijo “Denis”. Aquel sábado, mientras comía mole poblano, descubrí que algún simpático me había colgado como apodo el nombre del jugador de los Chicago Bulls, Denis Rodman.

A la cuatro veces heroica Puebla de Zaragoza regresé para varias coberturas de futbol y no sólo a partidos. Mi única participación en “Dos en el Área”, el programa del ingeniero José Luis Lamadrid, fue en 1999, cuando el “inge” no le quiso dar viáticos a Israel Hernández para venir a la presentación de Jose Mari Bakero como técnico de La Franja y la entrevista que salió en el programa con el técnico navarro fue mía. Lo que son las cosas, en Puebla vine a ponerle punto final al libro que presentaré en algunas semanas con la biografía de Lamadrid.

Esta ciudad a la que ya quiero entrañablemente y a la que recién comienzo a conocer, ha sido para mí una plataforma de despegue en muchos sentidos: acá di mis primeros pasos como enviado de un diario, tuve un fugaz paso por la administración pública y terminé mi primer libro. En Puebla “renací” después de un fuerte contagio de Covid y desde acá he iniciado una nueva etapa en mi vida profesional. He conocido a gente maravillosa como Chiqui; Otto y mis “roomies”;, Norma y los chicos de la fundación; a Geovanni, Gerardo, Karen y Laura, mi equipo de trabajo en comunicación social; a Pelayo, el tocayo Chargoy, Rafa y Lalo, en la secretaría. Gracias a todos. De la riquísima gastronomía poblana ya hablaré extensamente en otra columna. Un año y aún no me como mi primera cemita.

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