Un incordio alemán
Alioli

Es periodista y analista de datos. Ha colaborado en medios como Reforma, Chilango y Tec Review. Fue coautor del libro Ayotzinapa, la travesía de las tortugas, publicado por la editorial Proceso. También es hincha incondicional de los Leones Negros. Twitter: @ridderstrom

Un incordio alemán
El encuentro de vuelta se celebrará el Camp Nou el próximo 14 de abril. Foto: EFE / Ronald Wittel

Xavi Hernández lo dejó claro en la rueda de prensa previa al partido contra el Eintracht Frankfurt: el Barcelona tuvo mala suerte en el sorteo de cuartos de final de la Europa League. Los alemanes, contrario a la creencia popular, no son un rival débil, y el técnico egarense quiso dejar patente su respeto hacia el futbol que practican.

La alineación inicial tuvo algunos retoques con respecto al once de gala que Xavi puso ante el Sevilla en Liga, quizá para administrar los esfuerzos de sus jugadores titulares. Abril es un mes crucial, cardíaco, donde los errores y la desconcentración pueden tirar a la basura la planeación de la temporada. Xavi, como ante el Galatasaray en el partido de ida de los octavos de final, titubeó con la alineación y mostró la diferencia de calidad que hay entre los titulares y los suplentes.

El Barcelona se topó con el estadio Deutsche Bank Park convertido en un hervidero, apegado a la costumbre alemana. Algunos de los jugadores blaugrana, y aun Xavi, se quejaron del mal estado del pasto. Pese a todo, el Eintracht, arropado por su afición y con la adrenalina de tener enfrente a un rival de mucha envergadura, fue un incordio para los catalanes. El entrenador austriaco Oliver Glasner los ha dotado de verticalidad en ataque y solidez en defensa. Son un equipo joven, con claridad, y que sabe hacer daño con transiciones veloces y buen remate.

El sofoco del Eintracht, coronado con un golazo de Knauff desde fuera del área, duró hasta que Frenkie De Jong y Dembelé saltaron al campo y le cambiaron la cara al Barcelona. El francés puso en jaque a la defensa rival, y el holandés combinó de manera soberbia con Ferran Torres para igualar el encuentro. Hacia el final, Tuta fue expulsado por doble amarilla y dejó a los alemanes con 10 hombres, lo que propició que el Barcelona se volcara, sin éxito, a la búsqueda del segundo gol. Entre tanto, Piqué cayó lesionado y Busquets erró varios pases y perdió balones que comprometieron al equipo.

El mediocampo con poco dominio sobre el ritmo del partido, la falta de contundencia y las lesiones reavivaron los fantasmas de la era Koeman. La diferencia radica en que Xavi ha reforzado al equipo mentalmente; ahora, cuando están abajo en el marcador no caen en la desesperación, saben sufrir y golpean al rival cuando más cansado está física y mentalmente.

Sigue llamando la atención la falta de tino de Ferran Torres –más allá de su gol– que oxigenó al equipo. Su sacrificio e ímpetu se ven empañados por la falta de claridad en el área rival. De a poco va soltándose, gracias a la confianza del entrenador; aunque con el regreso de Ansu Fati y la recuperación de Memphis Depay, la competencia por su lugar en el campo será más dura.

El entrenador catalán pidió a la afición culé que convierta el Camp Nou en una olla de presión para el partido de vuelta. Sabe que de ese partido dependerá el ánimo del club lo que resta de temporada y no hay tiempo para experimentos.

Ojalá sus jugadores encaren los partidos decisivos como lo hacía Xavi: con tesón y técnica.

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