Raiola, esa influencia
Alioli

Es periodista y analista de datos. Ha colaborado en medios como Reforma, Chilango y Tec Review. Fue coautor del libro Ayotzinapa, la travesía de las tortugas, publicado por la editorial Proceso. También es hincha incondicional de los Leones Negros. Twitter: @ridderstrom

Raiola, esa influencia
Foto: Mino Raiola

Antes de que en verdad sucediera, la prensa internacional difundió la muerte de Mino Raiola en dos ocasiones distintas este año. El agente con mayor influencia en el mercado futbolístico ingresó en enero al Hospital San Raffaele, en Italia, para tratarse de una afección pulmonar. Entonces algunos tabloides aseguraron, sin comprobar, que el agente había fallecido. De inmediato, su equipo de comunicación salió a desmentir lo sucedido y exigió discreción. El jueves pasado, el italiano debió ingresar al mismo hospital, con las mismas afecciones, y la prensa, de nuevo, sin poder ni querer comprobar los hechos, lo dio por muerto. En esa ocasión, su cuenta de Twitter respondió a los rumores con particular ironía, asegurando que el agente moría cada cuatro meses y tenía la capacidad de resucitar. Sin embargo, este sábado, el agente no pudo más con sus dolencias.

Raiola se forjó en el trajín desde pequeño. Nacido en Italia, cuando era un niño, su familia emigró a Haarlem, Países Bajos, en donde su padre fundó una pizzería llamada Napoli; ahí comenzó como lavaplatos y camarero, y a los 14 años ya ayudaba a su padre en las negociaciones con los proveedores. Después, el joven Mino se probó como futbolista en el HFC Haarlem, falló, se matriculó en la carrera de Derecho, aprendió varios idiomas y por último, con todo el amor que le guardaba al futbol, decidió que la mejor manera de quedarse vinculado a ese deporte era como agente de jugadores.

El primero de sus grandes movimientos fue interceder en las negociaciones para el traspaso de Dennis Bergkamp del Inter de Milán al Arsenal, en 1995. Desde entonces se granjeó una fama de difícil negociador, especulador y caprichoso, y en sus últimos días tuvo en vilo a varios clubes de élite por la subasta que desató por el delantero Erlin Haaland. En influencia y cartera de jugadores superó a otros representantes mediáticos como Jorge Mendes, cuyas prácticas de negociación eran diametralmente opuestas.

El italiano fue quizá el primero en rechistar por la nueva normativa propuesta por la FIFA para regular las comisiones que pudieran obtener los agentes en los traspasos de los jugadores, lo cual es parte fundamental de su oficio. Antes, sus polémicas declaraciones sobre la Federación Italiana, a la que llamó “inexistente”, le supusieron una sanción de tres meses sin poder representar a sus jugadores.

Raiola fue uno de los forjadores del futbol actual, ese que tanta náusea provoca a los que recuerdan el tiempo en que los jugadores se ganaban el sueldo con calidad y no con la palabra de un agente. Vendió el “talento” de sus jugadores (aunque no se adaptasen al club comprador) con tal de ganar altas comisiones, e infló a varios más de sus representados para colárselos a equipos que terminaron enrabietados por su pésimo rendimiento.

Lo cierto es que los tipos como Raiola son necesarios para dimensionar cuán retorcido está el mercado del futbol. Ahora que no está, se deberá analizar a profundidad por qué un solo hombre tuvo tanto poder dentro de un deporte, cómo pudo amasarlo, quién se lo permitió y cuáles serán las repercusiones de su partida.

Hacia el final de sus días, Raiola tuvo una salud frágil pero un negocio sumamente sólido.

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