Carta a una persona prieta
Poder prieto

Actor de cine, teatro y TV, creador escénico y plástico. Es egresado de CasAzul Argos y docente en algunas de las instituciones de profesionalización artística del país. Un prieto orgulloso, desobediente y disidente que encontró en el arte del actor una posibilidad compasiva de entender al otro y, por tanto, al mundo. Es beneficiario del programa Creadores Escénicos del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales (FONCA).

@albertojuarezmx

Carta a una persona prieta
Foto: Giordano Fabri/ Pexels

A ti, que dudas en sumarte a la lucha antirracista, que dices no ver colores, que supones que el antirracismo propone el mismo sistema de superioridad… a ti quiero dedicarte estas palabras. Imaginar el mundo de otra manera puede parecer aterrador, después de todo, este sistema es el único que conocemos. Entiendo también que defender al poderoso nos da una sensación ilusoria de pertenecer al opresor y no al oprimido. Claro, nadie queremos estar ahí. Pero solo es eso, una ilusión pasajera e irreal.

Los prejuicios que escuchamos contra este colectivo son en realidad ataques al antirracismo, porque esta lucha no la comenzamos nosotros y antes han habido otros luchadores y otros movimientos. Quienes han construido esto que llamamos México han sido siempre las élites blancas, desde esos criollos aquejumbrados hasta ese Estado que nos vendió la mayor de todas las mentiras: el mito de la raza de bronce.

Nos dicen que estamos dividiendo a la sociedad, pero estuvimos divididos desde el incio. Ese es el absurdo de esta “identidad nacional” que dejó fuera desde su origen a quienes éramos mayoría. Con cinco siglos así, no te culpo por el miedo. Asumirse como una persona racializada duele, implica aceptar que muchos de los “no” en la vida han sido por cuánta melanina hay en tu piel, que los logros que has conseguido te han costado el triple.

Te pondré mi ejemplo. Ni todo el privilegio que me ha rodeado –tener dos carreras universitarias en escuelas privadas, ser bilingüe, adquirir cierto capital económico, mediático o intelectual– ha evitado que los policías estén vigilándome durante mis compras en tiendas, que ciertos antros se hayan reservado el derecho de admisión conmigo, que cuando hago un viaje internacional tenga que pensar en ropa ejecutiva en vez de la comodidad de un pants. Sí, porque en este sistema no importa lo mucho que te esfuerces o los logros que alcances, tu cuerpo será relacionado con los fenómenos alrededor del oprimido.

Resentidos nos llaman y cómo no si sobrevivimos en un país que nunca estuvo pensado para nosotros, si nos dijeron que todos éramos mestizos y eso no era más que un proceso de desindigenización que tomaron como política de Estado. Resentidos, pero se les olvidó que somos mayoría. Y nos apropiaremos de esa palabra como con otras que usaron para herirnos: “prieto”, “naco”, “indio”, “negro”. Sí y ese resentimiento será la tierra fértil de un piso más parejo donde por fin pueda germinar la dignidad.

Estamos aquí para reclamar espacios, injerir en políticas públicas, denunciar actos de supremacía blanca, pero también para celebrar nuestras historias, honrar a quienes comenzaron esta lucha. Hoy logro mirarme al espejo y reconocer la belleza de mi abuela, ver que sus genes calcados en mí son la prueba de su resistencia. Persona prieta, estas líneas son una invitación para sumarte desde tu espacio, desde tu día a día, a celebrarte y abrazarte porque eso también es un acto de rebeldía.

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