Reforma electoral con regalo a televisoras
Medios Políticos

Es un periodista especializado en el análisis de medios y elecciones. Tiene posgrado en Derecho y TIC, obtuvo el premio alemán de periodismo Walter Reuter en 2007, fue conductor en IMER y durante 12 años asesor electoral en el IFE e INE, editor, articulista y comentarista invitado en diversos diarios, revistas y espacios informativos. Twitter: @lmcarriedo

Reforma electoral con regalo a televisoras
Foto: Pinho / Unsplash.

Uno de los aspectos negativos que pocos han destacado de la propuesta de reforma electoral presentada por el gobierno es la pretensión de ceder a una añeja presión de las grandes empresas de televisión, al reducir en forma considerable el tiempo gratuito del Estado dispuesto para elecciones.

La oposición, generalmente dócil a las poderosas empresas de medios, no menciona este tema en sus críticas y las voces cercanas al gobierno que durante años alertaron de este tipo de maniobras favorables a poderes fácticos también se abstienen para que no los vayan a acusar de esquiroles o traidores.

En resumen, la iniciativa primero expone la evolución del actual modelo de comunicación que prohíbe contratar anuncios propagandísticos y abre en cambio tiempos gratuitos del Estado para todas las fuerzas políticas en segmentos que se distribuyen en todos los horarios, incluyendo los de mayor audiencia. La bolsa de tiempo actual es de 48 minutos diarios en cada señal durante época electoral, y dispone una parte de ese tiempo para que las autoridades electorales promuevan el voto, informen de las casillas u otros asuntos relacionados a su función sustantiva.

La iniciativa no cuestiona la pertinencia del modelo vigente que prohíbe compra de propaganda y apuesta por minutos gratuitos para difundir mensajes de campaña a través de tiempo que es bien público, pero dice que de todas formas quiere ajustar las reglas para arribar a “un nuevo modelo de comunicación política que se centra en el acceso de partidos y candidaturas con mensajes ajenos a los servicios u objetivos de otras instituciones públicas”. Es decir, cuestiona que el Instituto Nacional Electoral (INE) y autoridades difunden sus propios mensajes.

La argumentación es contradictoria cuando concluye entonces que sería bueno reducir considerablemente la bolsa de minutos no solo del INE, también la de los partidos y candidaturas, pasar de 48 minutos diarios en cada señal a solo 30 minutos, es decir, una reducción de 37.5% que ahora dejarían despejados horarios de mayor audiencia en cada hora de transmisión de las grandes televisoras privadas.

No es verdad que con esa medida solo disminuyan promocionales de la autoridad comicial. De los 48 minutos diarios que cada emisora transmite hoy en campañas, solo siete minutos van en conjunto para el INE y otras autoridades electorales, mientras 41 minutos son para que partidos y candidaturas independientes expongan su oferta a toda la población. Bajar 18 minutos afecta entonces tanto los mensajes de autoridades como los de candidaturas.

En este punto, la propuesta no es mejorar, solo busca complacer a magnates de la televisión, rebasar a la derecha por la derecha, decirle a grandes empresas que con ellos no hay bronca y, tristemente, los avances que sí podría implicar la iniciativa en otros aspectos han sido ya descalificados por la oposición sin mayor análisis, pero este retroceso no cosecha ninguna crítica, se deja correr, es solapado con el silencio bien calculado por ambos bandos.

Ojalá no se convierta en el punto de consenso para una mini reforma que refrende las constantes prebendas a intereses de élites que unen de vez en vez a la clase política para traducirse en normas a modo, como ocurrió con la llamada Ley Televisa en la víspera de la contienda 2006.

Es posible redistribuir minutos, agruparlos para mensajes más extensos o para debates a todo tipo de cargo y no solo presidenciales, pero ¿cuál es la lógica de regalar un tiempo que es propiedad de la nación en favor de privados? El efecto práctico solo sería despejar los horarios de mayor audiencia de mensajes electorales, sean con formato corto o extenso.

La justificación formal es muy frágil, solo esa subjetiva retórica de que con esto se podrían evitar spots cursis de la autoridad electoral en donde se recurre a los auto elogiosos de que su trabajo va y va muy bien. Si eso fuera el tema, pues que se aproveche de mejor forma el tiempo, pero que no se regale, que eso de separar el poder económico del político no quede en pura simulación.

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