¿Qué pasó en el Congreso de Tamaulipas?
Tácticas Parlamentarias

Analista y consultor político. Licenciado en Ciencia Política por el ITAM y maestro en Estudios Legislativos por la Universidad de Hull en Reino Unido. Es coordinador del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa en el ITAM. Twitter: @FernandoDworak

¿Qué pasó en el Congreso de Tamaulipas?
Foto: Captura de video

Al ser la caja de resonancia donde pasan todos los asuntos públicos, es común que se calienten los ánimos al interior de un órgano legislativo. En esa dinámica, puede haber enfrentamientos verbales o incluso físicos, que pueden llegar a enrarecer el ambiente público. A lo largo de los años, varias personas legisladoras han pasado como rijosas, y tienen una fascinación un tanto morbosas las fotografías que hay de estos enfrentamientos, tanto en asambleas nacionales como en las de otros países.

Con lo anterior en mente, es necesario pensar en procedimientos que inhiban este tipo de actos, los cuales no solamente afectan la convivencia interna, sino también deterioran la imagen de la institución en su conjunto.

El más reciente episodio lo vimos el pasado jueves 30 de junio en el Congreso de Tamaulipas, donde la legisladora morenista Magaly Deandar forcejeó con la presidenta de la Mesa Directiva, la panista Imelda Sanmiguel, por la urna de votación. Al ser de vidrio, el objeto se rompió y un fragmento impactó en un ojo de la panista Leticia Vargas.

Por donde se le vea, el acto es lamentable y no solamente por parte de la morenista. ¿Qué hacer en estos casos? ¿Cómo actúan otros países?

En primer lugar, es necesario conocer el contexto, no para justificar sino para explicar el deterioro en la convivencia al interior de la legislatura local. Para este caso, hablamos de meses de enfrentamientos entre la bancada del gobierno y la guinda, al calor de las elecciones para gobernador. Durante este proceso, el partido en el gobierno intentó cooptar morenistas, reduciendo su presencia en órganos de gobierno e incluso comenzó el desafuero de la diputada Úrsula Salazar Mojica.

Bajo esta premisa, es probable que los dos años que quedan a esta legislatura vayan a ser tensos, por decir lo menos. Ahora bien, ¿qué se podría hacer? En otros órganos legislativos existe un régimen disciplinario, encargado de sancionar toda conducta inadecuada en el pleno. Las sanciones van desde amonestación, amonestación registrada en el diario de los debates, suspensión sin goce de sueldo y, en algunos países, se permite la expulsión de la persona legisladora reincidente por la mayoría calificada de sus pares.

Sin embargo, para diseñar este régimen, es necesario contar con una presidencia de Mesa Directiva que goce de la confianza de todo el órgano legislativo. De lo contrario, este tipo de sanciones podrían usarse de manera facciosa. Es decir, se necesita una carrera al interior de la asamblea, especializada en la conducción de las sesiones, de tal forma que quien aspire al cargo se haya construido una reputación de confiabilidad y llegue a la presidencia por esa razón.

Lamentablemente no es posible construir presidencias de Mesa Directiva confiables si hay rotación anual, entre partidos políticos, como sucede en el Congreso de la Unión y la mayoría de las asambleas de las entidades federativas. El problema se agrava si el mandato de la presidencia es por periodo de sesiones, como en el caso del Congreso de Tamaulipas: las presidencias son menos fuertes y es más difícil construir relaciones de confianza bajo esta premisa.

Por lo tanto, la legislatura de Tamaulipas tiene un problema fuerte, gracias a la coyuntura y su debilidad institucional para diseñar mecanismos de mediación confiables para todas las partes en momentos de crispación. Si no hay un esfuerzo serio de mediación y reforma de las estructuras, vendrán dos años muy tensos para el estado.

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