El ‘Negro’ Fontanarrosa me dijo adiós
La terca memoria

Politólogo de formación y periodista por vocación. Ha trabajado como reportero y editor en Reforma, Soccermanía, Televisa Deportes, AS México y La Opinión (LA). Fanático de la novela negra, AC/DC y la bicicleta, asesina gerundios y continúa en la búsqueda de la milanesa perfecta. X: @RS_Vargas

El ‘Negro’ Fontanarrosa me dijo adiós

Cuando busqué a Roberto Fontanarrosa en mayo de 2004 para hacerle una entrevista, el “Negro” me la negó amablemente porque estaba muy ocupado. El escritor y dibujante argentino preparaba su célebre y recordadísima presentación para el III Congreso de la Lengua, que se celebró en Rosario en noviembre de aquel año, en el que fue la figura central con su disertación sobre las malas palabras (la pueden ver en YouTube).

La entrevista se concretó un año después, cuando mi colega Juan Pablo Méndez, del diario Olé, me consiguió nuevamente el número telefónico de la casa del “Negro”.

–¿Usted es el periodista que me llamó el año pasado?, preguntó. Y me citó un día después en la cafetería que estaba debajo de su casa, en Rosario.

Aquel 8 de abril de 2005, el fotógrafo y yo hicimos de madrugada el trayecto Buenos Aires-Rosario para encontrarnos finalmente con Roberto Fontanarrosa, que el próximo martes 19 cumple 15 años de haber dejado este mundo.

Al “Negro” Fontanarrosa yo lo conocía por su inolvidable personaje llamado “Boogie, el aceitoso”, que en México pudo ser leído muchos años en el semanario Proceso. Una charla que iba a ser de 15 minutos se prolongó más de una hora, en la que hablamos de futbol y literatura; de su proceso creativo; de política y de música.

Fontanarrosa nació el 26 de noviembre de 1944 y desde joven se destacó como dibujante humorístico, no solo por su inventiva, sino por la personalidad de sus trazos. Fanático de Rosario Central, equipo conocido como los “canallas”, le dedicó al futbol una parte muy importante de su obra literaria, como en la novela El área 18.

El “Negro” trabajaba en Clarín y también escribió cuentos inolvidables. El más conocido de ellos es 19 de diciembre de 1971. Entre sus libros figuran Los trenes matan a los autos, El mundo ha vivido equivocado, Nada del otro mundo y No sé si he sido claro, entre otros.

En aquella plática con el “Negro” le dedicamos muchos minutos al futbol mexicano, sobre todo al hablar de los jugadores “canallas” que en los años 90 y la primera década de este siglo llegaron a Cruz Azul, como Marcelo Delgado, César “Chelito” Delgado, Luciano Figueroa, Daniel “Cata” Díaz y Federico Lussehoff. Cuando le pregunté quién era el hincha más famoso de Rosario Central, el Che Guevara, Fito Páez o Roberto Fontanarrosa, me contestó: “El Che se ha convertido en un referente del club, como que la gente se lo apropió”, me dijo sonriente.

Entre café y café, para mí fue una charla muy enriquecedora, no solo por la admiración que aún siento por él, sino por los conceptos que lanzó sobre el periodismo y su oficio como dibujante.

Se acordó de sus amigos mexicanos como Helioflores, Naranjo y Rius, y me dijo que los periodos de crisis son muy propicios para hacer un mejor periodismo, por la efervescencia social que hay en ellas: “Nuestros países están siempre en crisis; unos más, otros menos, pero periodos de tranquilidad y bonanza no hay muchos. Hay un territorio fértil para la creación”.

Cuando le pregunté como hacía cuando se le “cansaba la musa”, me respondió con contundencia: “No es cosa de musas, se trata de información y oficio. Hay días en que uno está mejor predispuesto que en otras ocasiones, pero al final sabes que hay un piloto automático que te salva. El oficio te salva”.

Una despedida sobrenatural

Roberto Fontanarrosa murió la mañana del jueves 19 de julio de 2007, en Rosario. No sé cómo, pero mi papá se enteró primero que yo y me llamó por teléfono. Me quedé helado y con lágrimas en los ojos comencé a redactar un post para el blog que la revista Soccermanía tenía en un sitio llamado Toque de Queda.

Cuando subía la publicación y buscaba las fotos que el “Panza” Reyes me tomó con el “Negro”, el party shuffle de mi iTunes comenzó a tocar Canalla, de Andrés Calamaro.

¡Se despidió de mí, el “Negro” Fontanarrosa se despidió!

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