¿Hasta dónde puede ‘Alito’ tensar la cuerda?
Tácticas Parlamentarias

Analista y consultor político. Licenciado en Ciencia Política por el ITAM y maestro en Estudios Legislativos por la Universidad de Hull en Reino Unido. Es coordinador del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa en el ITAM. Twitter: @FernandoDworak

¿Hasta dónde puede ‘Alito’ tensar la cuerda?
Alejandro Moreno Cárdenas, presidente nacional del PRI. Foto: La-Lista

Aunque pareciera lo contrario, quienes coordinan los grupos parlamentarios cuidan siempre mantener relaciones que sean, al menos, cordiales y de la mayor confianza posible. Fallar en este objetivo puede tener dos consecuencias: que se rompa la civilidad interna entre personas legisladoras o, peor, que la bancada destituya a quien la coordina y poner a alguien con posiciones más radicales.

Por desgracia, todo indica que el problema de gobernabilidad al interior de la Comisión de Gobernación de la Cámara de Diputados puede llevar, si no se atiende rápido, a algún escenario como los arriba descritos. La razón: después de semanas de boicot al quórum de este órgano, el pasado miércoles 10 los grupos parlamentarios de Morena, el PT y el PVEM votaron por destituir a su presidente, Alejandro “Alito” Moreno, por 21 de los 38 con que se cuenta. En el lugar del priísta se nombró a la diputada Julieta Ramírez, de Morena, como presidenta legítima.

De manera inmediata, los tricolores pusieron el grito en el cielo y declararon ilegal la sesión. Por su parte, Ignacio Mier, coordinador de la bancada de Morena, recordó que la comisión no tiene esa facultad, aunque de todas formas en septiembre se votaría si procede o no el cambio el cual, según la normativa interna del Congreso, es ilegal: solo la Junta de Coordinación Política puede aprobar los cambios en comisiones que hagan los grupos parlamentarios sobre sus respectivas personas integrantes.

Cierto, “Alito” mostró una actitud tan ventajosa que nadie se había atrevido a mostrar a lo largo de la historia patria. Primero, usó su cargo para colocarse en un lugar privilegiado en las listas de representación proporcional. No solo eso, sino citando parcialmente a un exgobernador de su partido, decidió desde la plenitud de su poder adjudicarse la presidencia de una de las principales comisiones. Sumemos a esto las grabaciones que se han dado a conocer, y se tiene un ambiente enviciado, donde nadie podría ganar.

Si se llegase a aprobar que el pleno vote la destitución de “Alito”, de inmediato se enviaría la señal que de nada sirven los acuerdos entre los partidos ante un grupo parlamentario mayoritario. En consecuencia, se podrían romper los mismos canales de comunicación entre Morena y la oposición.

Por otra parte, si el PRI insiste en su postura, Morena podría radicalizar sus posturas contra una persona. Una rebelión de “duros” guinda podría, si no hay una salida, llevar a la destitución del propio Ignacio Mier y, quizá, poner a alguna persona más de choque. Al fin y al cabo estamos por entrar a la recta final del sexenio, donde no hay grandes incentivos a la colaboración.

¿Y qué pasaría con la oposición? Ciertamente tener a una persona que acumula escándalos podría bajar más el ya de por sí bajo techo de crecimiento de Va por México. Es decir, por insistir en mantener a una persona insostenible, podríamos abonar el terreno a quienes tienen un discurso radical.

¿Qué salida podría haber? Es difícil imaginar alguna que no implique, por lo menos, la remoción de “Alito” de la presidencia de la comisión para poner a una persona priísta con mejor imagen pública, como mínimo. Pero entre más tiempo se deje pasar, podría no bastar eso, sino la solicitud de licencia del campechano si quiere acumular el poder que tiene.

En todo caso, la inacción solo terminará incrementando los costos de negociación, si de verdad se desea mantener la cordialidad entre grupos parlamentarios.

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