El sismo reavivó la xenofobia
HÍBRIDO

Como crítico de cine y música tiene más de 30 años en medios. Ha colaborado en Cine Premiere, Rolling Stone, Rock 101, Chilango, Time Out, Quién, Dónde Ir, El Heraldo de México, Reforma y Televisa. Titular del programa Lo Más por Imagen Radio. X: @carloscelis_

El sismo reavivó la xenofobia
Foto: Película 'Veneciafrenia'.

“Lo bueno de este sismo es que los gringos que viven en la Roma, Condesa, Narvarte y todos esos lugares se podrán ir por fin de nuestro país”. Esta es solamente una de las muchas expresiones –entre las menos ofensivas– que llenaron las redes sociales tras el sismo del pasado 19 de septiembre.

Parece increíble que, en medio del pánico que un evento como este puede causar, haya personas que aún encuentran el tiempo para entrar a Twitter a crear memes y a subir fotos y videos que muestran a extranjeros asustados, en lugar de enfocarse en temas más urgentes o de ofrecer algún tipo de ayuda.

Es otra muestra del desasosiego social que vivimos actualmente en nuestro país a raíz de la migración de extranjeros que hicieron de México su segundo hogar tras la pandemia, pues muchos se instalaron en lugares como Tulum y la Ciudad de México para trabajar a distancia, elevando el costo de la vivienda. Ellos también son migrantes, aunque de otra categoría, y no como los que vemos en las noticias sufriendo malos tratos en una caravana.

El rechazo al forastero y el miedo a la otredad, aunque reprobables, no deberían sorprendernos tanto porque son conductas tribales que nos acompañan desde el inicio de los tiempos, como parte de nuestra naturaleza territorial e instinto de supervivencia. Ejemplos abundan, desde la persecución y crucifixión de Jesús de Nazaret, las masacres realizadas por colonizadores durante la conquista de América, la llegada de los peregrinos a Estados Unidos con supersticiones y cacerías de brujas, o el trágico Holocausto judío.

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Por ello, tampoco es nuevo ver estos temas dentro del cine pues tales actitudes ya existían, incluso antes de que se inventara la palabra “xenofobia” (el miedo y odio hacia los extraños) apenas a finales del siglo XIX. Hoy, fenómenos sociales como la gentrificación (el proceso de renovación de una zona urbana que implica el desplazamiento de su población original) nos llevan a redescubrir ciertas películas y a mirarlas con nuevos ojos, especialmente aquellas que tratan sobre extranjeros o turistas, y la devastación que dejan a su paso –ambiental, social y emocional– por los países que visitan.

Todo empieza con la ignorancia y la exotización de lo desconocido. Películas como The Man Who Knew Too Much (1956) de Alfred Hitchcock, o Suddenly, Last Summer (1959) de Joseph L. Mankiewicz, mostraban al turista blanco como la víctima de crueles intrigas orquestadas por autoridades corruptas; o en el peor de los casos, linchado y canibalizado por los habitantes del lugar, como si estos fueran bestias salvajes.

En Los pájaros (1963), también de Hitchcock, los habitantes de un pequeño poblado acusan a una mujer de la ciudad de provocar la ira de las aves. En el clásico de culto Don’t Look Now (1973), una pareja es acechada por la culpa durante un viaje por Italia. Canoa (1976) de Felipe Cazals cuenta el caso real de un grupo de universitarios linchado por los habitantes de San Miguel Canoa. Y la serie documental El caso Cassez-Vallarta (2022) muestra el calvario vivido en México por la francesa Florence Cassez.

La película española ¿Quién puede matar a un niño? (1976) mostraba a un grupo de menores que asesinaban a los turistas que llegaban su isla y quizá fue la primera película que inició esta especie de subgénero dentro del cine de terror, dedicado a la tortura y exterminación de los visitantes extranjeros y que ha continuado con películas como Hostal (2005), Turistas (2006) y recientemente Veneciafrenia (2021), del español Álex de la Iglesia.

De acuerdo con este director, “no cabe duda de que Venecia está siendo destruida y degradada. Vivimos ese proceso de gentrificación y de convertir a la ciudad en un queso gruyere engullido por pequeños gusanos”. Veneciafrenia (disponible en Apple TV y Claro Video) llamó la atención por tratarse de una sencilla historia de terror que al mismo tiempo funciona como crítica de “la plaga del turismo”, y es por esto que algunos la han calificado como “turismofobia”.

Pero es cierto que la ciudad italiana, que tiene alrededor de 260 mil pobladores y cada año recibe cerca de 30 millones de visitantes, ha caído víctima de la explotación turística (overtourism), la degradación ambiental (el calentamiento global la está hundiendo) y la contaminación de cientos de aviones y cruceros que llegan todos los días. Aún así, es la cuarta ciudad con el alquiler más caro de Italia y con la mayor cantidad de espacios Airbnb.

En México, lugares como Zipolite, en la costa de Oaxaca, ya experimentan un flujo de turistas más pronunciado que antes. En abril de este año, The New York Times publicó un reportaje que afirma que la derrama económica del sector turístico ascendió en más de un tercio en aquel estado y la afluencia en lugares como Zipolite aumentó 40%, por lo que el hospedaje se ha vuelto VIP con suites de hasta 500 dólares por noche. Los lugareños temen una crisis medioambiental pues se ha construido sobre los manglares, la vida silvestre está desapareciendo y hay escasez de agua potable.

Las facilidades que el gobierno otorga a los extranjeros para venir a nuestro país, donde no tienen obligaciones fiscales pero ayudan a inflar la burbuja inmobiliaria, son algunas de las razones por las que el costo de vida aumentó en lugares como la Ciudad de México. Un reporte publicado en 2021 por el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM reveló que 55% de las personas encuestadas en esta ciudad tenían dificultades para pagar su renta y casi un tercio cambió de casa durante la pandemia.

La gentrificación es el verdadero sismo que amenaza con arrebatarnos nuestras ciudades. La semana pasada, Bad Bunny lanzó un video musical en formato de documental donde denuncia la corrupción detrás de prácticas que están desplazando a los habitantes de zonas como Puerta de Tierra, en Puerto Rico, pues la Ley 22 de Estados Unidos promueve la exención de impuestos a los ciudadanos que quieran vivir en la isla caribeña. “Yo no me quiero ir de aquí. ¡Que se vayan ellos!”, dice la canción en tono de protesta.

¿Pero algo de esto justifica las actitudes negativas hacia los extranjeros? El sismo del pasado 19 de septiembre reavivó la xenofobia latente entre los mexicanos. Según psicólogos sociales hay dos tipos de xenofobia: latente y virulenta. La primera se define por el miedo a los extraños, mientras que la segunda se manifiesta como el odio hacia los extraños. Es una diferencia sutil pero que importa recordar para nuestra propia salud mental, antes de dar rienda suelta a nuestras frustraciones en público y en redes sociales.

BREVES

Desde el 22 de septiembre ya podemos juzgar por nosotros mismos si Don’t Worry Darling (No te preocupes cariño), la película de la directora Olivia Wilde con Florence Pugh y Harry Styles, está a la altura de las expectativas o solo se quedará en un chisme. Se exhibe en salas de cine.

También llega a salas MEN (Terror en las sombras), la nueva película del director Alex Garland. Una metáfora sobre las masculinidades tóxicas disfrazada de película de terror.

Netflix estrena una de sus apuestas para la temporada de premios, A Jazzman’s Blues, escrita, dirigida y producida por Tyler Perry. En streaming desde el 23 de septiembre.

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