El régimen poliTikTok
In-grid Telecom

Doctora en Comunicación y Pensamiento Estratégico. Dirige su empresa BrainGame Central. Consultoría en comunicación y mercadotecnia digital, especializada en tecnología y telecomunicaciones. Miembro del International Women’s Forum.

TikTok: @_imotta

El régimen poliTikTok
Foto: Olivier Bergeron/ Pexels

La digitalización, la hiperconectividad, el desconcierto político, la abundancia de redes sociales y la necesidad de ser y pertenecer del ser humano han hecho de la democracia un reality show de manipulación de las masas. Los principios goebbelianos de propaganda y manipulación social permean en los canales digitales, convirtiendo anécdotas en distractores de malas noticias a través de contenidos digitales con un nivel intelectual ínfimo. 

¿Quiénes nos gobiernan? Influencers, entretenedores, payasos o verdaderos políticos que, bajo una estrategia de comunicación muy bien orquestada, se han convertido en productores de contenidos para redes sociales que distan muchísimo de su labor democrática, pero que justifican para obtener cercanía y empatía con grupos poblacionales hipersegmentados de los que necesitan votos.;

La lista cada vez se alarga más e incluye al presidente francés Emmanuel Macron, al mandatario de El Salvador Nayib Bukele, a nuestro expresidente Enrique Peña Nieto (“Lord Peña” para los cuates de Instagram), al expresidente estadounidense Donald Trump –rompiéndola y gobernando desde Twitter–, al canciller Marcelo Ebrard ya convertido en todo un tiktoker, al ministro presidente la SCJN Arturo Zaldívar que en TikTok cuenta que antes de la chamba es prioridad escuchar a Taylor Swift, y ahora también el controversial Silvio Berlusconi que invita a sus seguidores no solo a formar parte de su red política, sino a empatizar con él en su vida cotidiana. Y de Samuel García, el gobernador de Nuevo León, mejor ni hablamos. 

Edward Bernays, publicista, periodista, inventor de la teoría de la propaganda y de las relaciones públicas, y quien por si fuera poco fue el sobrino que rescató las obras de su tío Sigmund Freud para utilizarlas con fines neurológicos para el manejo de la comunicación de masas, definió que “la manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones organizados de las masas es un elemento de importancia en la sociedad democrática. Quienes manipulan este mecanismo oculto de la sociedad constituyen el gobierno invisible que detenta el verdadero poder que rige el destino de nuestro país”.

El usuario de redes sociales olvida constantemente que participa en una masificación de consumo de contenidos dirigida por algoritmos que tipifican por grupos a quienes va a dirigir los mensajes como parte de su entretenimiento cotidiano de corta duración. La velocidad de consumo es tan rápida que para cuando algunos miembros de la sociedad se promulguen en contra de estos mensajes, ya sean un tema pasado y el público esté interesado en otra cosa, perdiendo toda capacidad de atención social.

Mientras tanto los usuarios de redes sociales, entre morbo, curiosidad o simple búsqueda de entretenimiento, se convierten en promotores de esta dinámica de comunicación social que ya rebasa la inmediatez y el alcance de los medios tradicionales, dejando su estado pasivo de conversación para crear una influencia en sus grupos cercanos, a manera de nodos que esparcen mensajes de un canal digital a otro, normalizando la desindividualización y la conformidad.

El lugar común es el mejor escenario para que nuestros poliTikTokers nos compartan su día a día y minuto a minuto con mensajes tan irrelevantes y lamentables que ya me hacen dudar si los “tarados” son ellos o es un principio de oferta de demanda en el consumo de contenidos y más bien sus seguidores lo son, lo aceptan y lo fomentan creando un nuevo modelo de digitalización de “al pueblo, pan y circo”.

¿En serio nos importa si Marcelo Ebrard sabe distinguir entre el perejil y el cilantro? ¿Es el mandatario que México quiere y necesita que se postule como presidente?

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