Arte popular, arte de escuchar
Archipiélago Reportera cultural egresada de la ENEP Aragón. Colaboradora en Canal Once desde 2001, así como de Horizonte 107.9, revista Mujeres/Publimetro, México.com, Ibero 90.9 y Cinegarage, entre otros. Durante este tiempo se ha dedicado a contar esas historias que encuentra a su andar. X: @campechita
Arte popular, arte de escuchar
Colectivo Yolcentle: Hilán Cruz C, Nicolaza Cruz Vargas, Amelia Cruz Vargas, Lucia Cruz Cuautenco y Eugenia. Foto: cultura.gob.mx

“La lana oro mana, según las manos en que anda”.

Frase popular

Con su carita luminosa, unas trenzas decoradas con tlakpeales, blusa con olanes, falda de lana de borrego y faja, la niña Ángeles Serrano muestra con orgullo la vestimenta que eligió para recorrer la muestra de Arte Popular en el Museo de Arte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Ella vino con su mamá desde Zongolica, Veracruz. Curiosa mira a los otros quienes se maravillan por las prendas que ellas usan de diario y ahí están como piezas de museo. Cuenta que desde temprana edad aprendió a cuidar a los borregos en las montañas hasta trasquilarlos, convertir esa lana en hilo y dar forma a las telas que su mamá, tías y demás mujeres de la zona usan para echar a volar su imaginación.

También por ahí me encontré con Hilán Cruz Cruz, artesano de Huachinango, Puebla. Él también desde niño agarró el gusto por el telar de cintura y bordados a mano en los que entre hilos cuentan historias propias de su tierra, serie de narraciones inspiradas por su abuela, una mujer de amplia sabiduría que gusta de reunirlos alrededor suyo mientras teje y les cuenta esas épicas historias. Todo eso, cuenta Hilán, fue su inspiración y motor para ser uno de los tejedores jóvenes más destacados de los últimos tiempos.

Toda esta serie de afortunados encuentros sucedieron durante la premiación de la edición 47 del Concurso del Gran Premio Nacional de Arte Popular, evento impulsado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías y Fomento Cultural Citibanamex, instituciones que mediante este reconocimiento otorgan un estímulo económico a las artesanas y artesanos ganadores de las 36 categorías, menciones honoríficas y premios a la trayectoria.

Es importante mencionar que Hilán junto con su mamá, Nicolaza Cruz Vargas, y su abuela, doña María Robertina Rafaela, crearon un rebozo de algodón coyuchi, lo hicieron en telar de cintura y en él dibujaron, por decir de alguna manera, iconografía del águila bicéfala, serpiente blanca y flores de árbol de la vida. Este trabajo les valió el Galardón presidencial, todo un reconocimiento al legado de una abuela, una madre y un hijo que no renunció a ese sueño de crear universos maravillosos en el telar que lo vio crecer.

Hubo un premio a la trayectoria de doña Aurora Ramírez Basilio, toda una institución en el teje y maneje del telar de cintura en Taquilla, Hidalgo. Ya con sus más de 90 años a cuestas pidió la palabra para agradecer el reconocimiento, pero no dejó pasar la oportunidad para pedir que se fortalezcan las políticas públicas para el rescate de sus tradiciones que son patrimonio vivo, porque a diferencia de las prendas hechas en fábricas, las piezas que ellas realizan son parte de su vida, de sus sueños e ilusiones y por eso son únicas e irrepetibles.

Este es un punto crucial, ya que en México se ha abandonado desde hace décadas el trabajo de las y los artesanos y cada vez son menos los que realmente mantienen las técnicas ancestrales, incluso en regiones como Oaxaca, Chiapas o Michoacan es común ver cómo se han decantado por vender piezas hechas en fábricas, las cuales tienen un precio mucho mas bajo y la gente compra sin pensar que eso significa acabar con técnicas y tradiciones ancestrales. Decir que dichas dinámicas responden a una sobrevivencia ante la falta de apoyos reales, proyectos de emprendimiento que vinculen realmente a todos los involucrados en los procesos de producción, rescate de inmuebles que acogen las distintas etapas creativas, como con los proveedores de lana, quienes además del cuidado de los borregos, deben tener la maquinaria para arman los conos de hilo que llega a Ángeles, la niña de Zongolica que con destreza toma con sus manitas la correa de cintura y con la lanzadera plana comienza a dar forma a sus sueños de algodón.

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