Significados electorales
Enernauta

Especialista en política energética y asuntos internacionales. Fue Secretario General del International Energy Forum, con sede en Arabia Saudita, y Subsecretario de Hidrocarburos de México.
Actualmente es Senior Advisor en FTI Consulting.

Significados electorales
Foto: Pixabay

En los últimos meses, una mayoría estrecha ha conseguido el triunfo electoral en Estados Unidos, Brasil, Israel, Suecia y Dinamarca, entre otros países. Interpretar el significado de esos resultados para el mundo, no se diga para cada país, es una tarea azarosa bajo cualquier escenario, pero lo es quizá más en tiempos de transición como los actuales. 

¿Hacia dónde se dirige el mundo a juzgar por estos ejemplos? ¿Hacia la izquierda económica acompañada de la derecha (o conservadurismo) social, a la izquierda económica y social, al autoritarismo de mercado? ¿Está surgiendo un nuevo centro ideológico o se está configurando una mayor dispersión de preferencias?

Queda claro que el entusiasmo con los neoliberalismos o, si se quiere, el Neoliberalismo con mayúsculas, ha terminado. No está claro cuál modelo económico terminará reemplazándolo, salvo que habrá menos multilateralismo comercial, más regionalismo económico y más intervencionismo estatal. El rango de variación de estos atributos es amplio y da para un menú de enfoques de política diversos.

La incógnita aplica también a los ámbitos institucional y social. Es aparente que, al acudir a las urnas, los ciudadanos de esos países hicieron uso de sus derechos democrático. Es menos evidente si en todos los casos pretenden preservarlos intactos. En Israel se especula ya si la agenda de la coalición que ganó el poder vulnerará la separación de poderes. En Estados Unidos, el resultado pareció sepultar las aspiraciones de quienes deseaban cambiar las reglas electorales, pero como en Suecia, la marea conduce hacia la restricción de la inmigración y la reevaluación de algunos derechos civiles. 

En abstracto, las mayorías estrechas son de esperar en sistemas presidencialistas de dos partidos como el de Estados Unidos, donde la disputa se reduce a conseguir el apoyo de los relativamente escasos votantes indecisos que pueden inclinar la balanza a favor de una de las dos opciones. Algo similar ocurre cuando solo dos candidatos se disputan una elección, como ocurrió con la segunda vuelta electoral de Brasil. Bajo este tipo de competencia, el centro ideológico tiende a triunfar sobre los extremos. 

A pesar de esta predicción teórica, da la impresión de que acaba de terminar el primer round de una larga gesta entre extremos cada vez menos tolerantes entre sí. Las plataformas de campaña del partido demócrata y republicano, de Luiz Inacio Lula da Silva y Jair Bolsonaro, no brillaron por sus coincidencias sino por su polarización. El virtual empate en los procesos electorales de ambos países sugiere una moderación del electorado, mas no aparece como definitiva a la luz de los discursos. El ejercicio del poder todavía puede inclinar la balanza hacia cualquier extremo en la próxima elección. 

La convergencia hacia el centro es más compleja de construir en sistemas parlamentarios como los de Israel, Suecia y Dinamarca. Depende de factores como las reglas de representación –proporcional o no– y la configuración de los partidos que integren la coalición mayoritaria. Un partido minoritario puede presidir el gobierno si lo apoyan los otros partidos que participan en la coalición mayoritaria. La ideología resultante de esta constelación puede ser congruente o puede ser un vívido ejemplo de la máxima de que la política crea extraños compañeros de cama. 

En Israel y Suecia ganaron coaliciones de derecha, en Dinamarca de centro-izquierda. No triunfó el centro a secas, pero sí triunfaron coaliciones forjadas con calzador, con el fin de obtener un éxito aunque fuera marginal en las urnas. ¿Serán sostenibles o terminarán desmoronándose en la próxima elección, cediendo el lugar a otra coalición “peculiar’? Ante una fluidez ideológica como ésta, es difícil afirmar hacia dónde conduce la deriva de la marea política. 

Podrían interpretarse este tipo de resultados electorales a modo, tomando tal o cual giro en un subtema específico como evidencia de una dirección concreta en las preferencias de la época. Pero la magnitud y las señales encontradas de los cambios que todavía se están configurando en la economía y la política internacional no dan para concluir nada con plena confianza. A veces, como ahora, es mejor esperar a ver más evidencia antes de llegar a conclusiones definitivas. 

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