León herido

El presidente Andrés Manuel López Obrador anda como león herido. Luego del éxito de la marcha en defensa del INE el pasado domingo –que minimizó a “50-60 mil asistentes”–, para sorpresa de todos, él convocó a su propia marcha que será en siete días (27 de noviembre). Como diría Juan Gabriel: ¿pero qué necesidad? 

En los primeros tres años de gobierno, López Obrador ha usado el 1 de diciembre como el día del presidente e hizo costumbre el dar un informe en el Zócalo capitalino. Apenas tomó posesión en 2018 y se fue a la plaza a hacer 100 compromisos, los cuales ahora dice que ya cumplió prácticamente todos, aunque la realidad tenga ’otros datos’. 

En 2019 volvió al mismo sitio. De una forma similar a un año atrás, pasó de Palacio al escenario colocado frente a Catedral, recogiendo peticiones, firmando libros y dejándose apapachar. “No estás solo”, resonó en la plaza. Antes de subirse al templete, platicó unos segundos con un adulto mayor y abrazó a un niño. “Honesto, valiente, así es mi presidente”, se escuchó en un altavoz. Más de una hora duró su discurso, al lado de esposa, de rojo y de pie, Beatriz Gutiérrez Müller. “Con el pueblo todo, sin el pueblo nada. Viva la cuarta transformación. Viva México”, cerró. 

El 1 de diciembre de 2020 el escenario cambió. Habían pasado unos meses de la pandemia de Covid-19 y López Obrador se vio obligado a hacer un acto cerrado en el patio de Palacio Nacional. Fueron 45 minutos de discurso, rodeado de sus incondicionales. 

El 1 de diciembre de 2021, López Obrador volvió al Zócalo, repleto por supuesto, con el distintivo de que en esta ocasión el templete estuvo ubicado frente a Palacio y no frente a la Catedral. En el escenario estuvieron sus secretarios, la jefa de Gobierno y su esposa. Otra vez se pasó de una hora de discurso y, en medio del mismo, cayó la noche en la capital del país. Entonces promovió la consulta de revocación de mandato que se realizó en abril pasado, donde por supuesto ganó, sobre todo porque quienes salieron a votar fueron básicamente sus seguidores (que hasta entonces se confirmó andan por ahí de 15 millones, lo que ya podría considerarse como su voto duro porque, no olvidemos, él ganó la Presidencia con 30 millones). 

El acto del “tercer informe” cerró con un López Obrador ayudado por las luces del escenario, mientras en el resto de la plancha reinaba la oscuridad y las pequeñas luces de los celulares. 

¿Quién iba a pensar que aquello de la luz natural que se le iba de la cara era un presagio de lo que venía?  

Al presidente, que no veíamos marchar desde 2013, se le acabó su luna de miel, en buena parte gracias a él mismo, que a cada rato azuza a sus detractores, sin pensar que no todo el que se opone a él es un empresario poderoso como Claudio X. González, sino un ciudadano común como don Enrique que puede sentirse traicionado. 

El pasado domingo 13 de noviembre ocurrió la movilización más nutrida de la oposición al actual gobierno, que encontró al fin una causa en común más allá de su oposición a un hombre. Así le arrebataron la calle al lopezobradorismo. 

La marcha en defensa del INE sacudió el piso del presidente que en septiembre 2020 decía que a la primera movilización de más 100 mil personas en su contra, mejor se iba a su rancho en Palenque. “Ni siquiera espero la revocación de mandato” (que estaba por suceder). 

Es la fecha que nadie en el gobierno, ni el presidente, ni la jefa de Gobierno, ni la Secretaría de Seguridad que suele dar cifras precisas, reconocen el número de asistentes real de la marcha del 13 de noviembre. Ahí estuve y le puedo asegurar que con facilidad llenaban el Zócalo, al que por alguna razón los organizadores no quisieron llegar. 

El tráiler que le pasó encima a lo que se denomina “la cuarta transformación” lastimó el ego de quien nació políticamente en las calles. Por eso ahora van a hacer su propia manifestación, que se antoja más que masiva, para intentar sanar a un león herido. 

Espejos rotos: ¿Sabe qué países hacían duelo de marchas entre quienes apoyaban al presidente y a la oposición? Venezuela… y no sé decirle otro más.