Predicciones 2026: la tecnología deja de asistir y empieza a decidir

Lunes 22 de diciembre de 2025

Ingrid Motta
Ingrid Motta

Doctora en Comunicación y Pensamiento Estratégico. Dirige su empresa BrainGame Central. Consultoría en comunicación y mercadotecnia digital, especializada en tecnología y telecomunicaciones. Miembro del International Women’s Forum.

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Predicciones 2026: la tecnología deja de asistir y empieza a decidir

El software, las redes y los negocios dejan de depender de instrucciones humanas para funcionar mediante sistemas que deciden, coordinan y optimizan de forma autónoma.

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En 2026, la IA decidirá la ruta óptima y negociará con proveedores en tiempo real.

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Gemini

Durante años hablamos de la inteligencia artificial como promesa, luego como herramienta, después como copiloto. En 2026, esa narrativa deja de servir.

La novedad de este ciclo no estará en quién logre el modelo más potente o la red más rápida, sino en un cambio operativo. Dejaremos de probar inteligencia artificial y empezaremos a operar sobre ella. El software, las redes y los negocios dejan de depender de instrucciones humanas para funcionar mediante sistemas que deciden, coordinan y optimizan de forma autónoma.

Hoy, una empresa de logística usa IA para sugerir rutas de entrega. En 2026, la IA decidirá la ruta óptima, negociará con proveedores en tiempo real y ajustará las entregas ante cambios de clima o tráfico. No como recomendación, sino como ejecución. De hecho, el 60% de las organizaciones prevé integrar la IA como miembro activo de sus equipos en 2026, frente al 6% que lo hacía en 2023 (PwC, 2024).

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IA como sistema agéntico, no como asistente

En 2026, la IA deja de ser una aplicación y se convierte en un sistema agéntico: conjuntos de agentes que colaboran para interpretar objetivos, evaluar restricciones, negociar decisiones y ejecutar acciones.

En una operación bancaria, distintos agentes podrán analizar riesgos, autenticar identidades y gestionar inversiones de forma continua. Finanzas, logística, atención al cliente, ciberseguridad y operaciones empezarán a funcionar con sistemas que no descansan, no olvidan y no improvisan. La automatización avanzada ya reduce un 30% los tiempos de resolución de incidencias en sistemas críticos (Capgemini, 2025).

La intención empieza a sustituir al código.

Gobernar estos sistemas se vuelve más importante que desarrollarlos. El software deja de escribirse como una secuencia de instrucciones y empieza a diseñarse como una arquitectura de decisiones. Las aplicaciones rígidas, pensadas para flujos predecibles, dejan de escalar. En 2026, el software debe ser modular, supervisable, auditable y capaz de operar bajo incertidumbre.

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El trabajo también se rediseña

Este cambio es organizacional. La discusión deja de ser qué tareas hará la IA y pasa a ser qué decisiones seguimos delegando. La productividad además de medirse en eficiencia se medirá en control, trazabilidad y confianza. Muchas organizaciones mostrarán automatización avanzada mientras pierden visibilidad sobre cómo y por qué se toman las decisiones.

Telecomunicaciones: cuando la red empieza a sentir

Durante décadas, las telecomunicaciones se evaluaron por velocidad y cobertura. En 2026, esa métrica resulta insuficiente. Las redes dejan de ser infraestructura pasiva y empiezan a comportarse como sistemas sensoriales.

Tecnologías como Integrated Sensing and Communication (ISAC), reconocidas por la IEEE como clave para B5G/6G, permiten que las ondas de radio no solo transmitan datos, sino que detecten presencia, movimiento y patrones físicos (IEEE, 2025).

La conectividad empieza a interpretar el entorno. Seguridad, industria, movilidad, salud y ciudad entran en una nueva fase donde la red ya no sólo conecta, sino que también responde.

Este cambio exige fibra sólida, arquitecturas 5G avanzadas y edge distribuido. No por sofisticación, sino porque la latencia se convierte en riesgo operativo. En sectores críticos, perder milisegundos equivale a perder control.

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La infraestructura, por sí sola, dejó de ser ventaja competitiva.

La diferencia no estará en la cantidad de red, espectro o centros de datos, sino en la inteligencia aplicada sobre esa infraestructura. Dos operadores pueden tener la misma capacidad técnica; el que use sistemas autónomos para anticipar fallos, optimizar tráfico o prevenir fraudes operará con ventaja.

Los operadores que sobrevivan serán plataformas cognitivas: redes que se auto diagnostican, validan identidades y ofrecen servicios de alto valor en capas superiores. Los operadores de telecomunicaciones dejarán de vender conectividad y empezarán a vender decisiones en tiempo real.

Soberanía tecnológica: del discurso a la arquitectura

En paralelo, el tablero geopolítico se endurece. En 2026 se consolida la tendencia: los datos regresan a la geografía.

Empresas y gobiernos dejan de depender ciegamente de infraestructuras globales sin control local. La soberanía digital deja de ser una consigna y se convierte en una decisión operativa: dónde residen los datos, quién los procesa, bajo qué jurisdicción y con qué garantías. La UE impulsa nubes soberanas y arquitecturas propias; Deutsche Telekom y NVIDIA desarrollan una Industrial AI Cloud con 10.000 GPU para IA soberana (Deutsche Telekom, 2025).

La transparencia también se redefine.

En sistemas autónomos, no basta explicar qué hace un algoritmo. Es necesario saber de dónde proviene su inteligencia. La trazabilidad deja de ser un atributo deseable y se convierte en condición de confianza.

Energía: el cuello de botella del poder digital

Toda esta autonomía tiene un costo físico. La inteligencia consume energía. En 2026, la sostenibilidad deja de ser narrativa corporativa y se convierte en ingeniería operativa. Redes y centros de datos aprenden a operar de forma dinámica, activándose y reduciendo consumo según demanda real. No por conciencia ambiental, sino por viabilidad. El consumo eléctrico global de centros de datos superará los 1.050 TWh en 2026, más del doble que en 2022 (International Energy Agency, 2025).

El cambio que viene será político

Cuando los sistemas dejan de asistir y empiezan a decidir, el control se desplaza. Ya no importa quién tenga más modelos, más datos o más infraestructura, sino quién define dónde reside la inteligencia, quién la gobierna y quién responde por sus decisiones.

Porque en un mundo operado por sistemas autónomos, la gran pregunta no es qué puede hacer la tecnología, sino quién tiene el poder de detenerla.

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Referencias
• Capgemini. (2025). Automation and AI in critical systems: Efficiency benchmarks. París: Capgemini Research Institute.
• Deutsche Telekom. (2025). Industrial AI Cloud initiative with NVIDIA. Bonn: Deutsche Telekom Press Release.
• IEEE. (2025). Integrated Sensing and Communication for B5G/6G. IEEE Communications Society.
• International Energy Agency. (2025). Data centres and energy demand outlook 2026. París: IEA.
• PwC. (2024). Global AI adoption survey 2024–2026. Londres: PwC Insights.

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