Cuidar la democracia ¿una tarea que solo quieren los viejos?

Analista y consultor político. Por más de 12 años, creador de estrategias de comunicación para el sector público y privado. Licenciado en comunicación y periodismo por la UNAM y maestro en gobierno por el Instituto Ortega y Gasset. Observador del uso de las nuevas tecnologías y su impacto en la democracia.

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Cuidar la democracia ¿una tarea que solo quieren los viejos?
Foto de Marc Sendra Martorell en Unsplash

Uno de los varios factores que influyen en el desencanto que ha tenido la democracia como forma de gobierno en distintas sociedades es que la población joven no tiene claridad de en qué consiste, para qué sirve y por qué deberían defenderla. El problema en sí mismo es complejo y a su vez algo simple: la mayoría de ellos no ha padecido una dictadura que los fusile, tampoco han sido perseguidos hasta la muerte por su forma de pensar y casi todos gozan de libertades por las cuales nunca pelearon.

Bajo este panorama, pareciera que las recientes juventudes están en su derecho de no tener el mínimo interés de sumarse a causas orientadas a defender algo por lo que nunca se esforzaron, toda vez que asumen “sus condiciones actuales” como “el estado natural de las cosas”, sin considerar que la alteración de las mismas podría significar en ciertos aspectos un retroceso.

Si la democracia está rota, agotada o dejó de servir, ¿cuál es el incentivo para que una persona que no la rompió, tampoco la agotó o descompuso, intente arreglarla? La respuesta es obvia: ninguno. Sin embargo, el problema se vuelve serio cuando son estas generaciones las que terminan, incluso desde el desinterés, por influir en la salud democrática de una sociedad.

Es por ello que en medio de una sociedad polarizada, como la mexicana, donde hay bandos que se señalan de “destruir” la democracia y otros que aducen “protegerla” es importante identificar cuál es el rol que están jugando los jóvenes en dicho debate, o, dicho de otra forma, de qué manera los tomadores de decisiones, con toda su experiencia, están dando, o no, de manera proactiva, lugar a este grupo poblacional que, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), está entre los 18 y 29 años de edad.

¿Qué tan plural es una propuesta denominada “Punto de Partida” elaborada por seis hombres y tres mujeres que suman 657 años de edad, con un promedio de 73 años? Sin duda, Cuauhtémoc Cárdenas (88 años), Patricia Mercado (65 años), Diego Valadés (77años), Dante Delgado (72 años), Francisco Labastida (80 años), Carlos Salazar (71 años), Clara Jusidman (80 años), Salomón Chertorivski (48 años) y Patricia Galeana (76 años) están entre los mexicanos con las mentes más destacadas del país, pero lo cierto también es que desde ese círculo de personas de la tercera edad, (la Organización de las Naciones Unidas dice que es a partir de los 65 años) no será posible custodiar los valores de la democracia liberal, al menos no si se trata de un proyecto de largo aliento. Uno generacional.

Es a propósito de la presentación de dicho proyecto de Nación, que reunió a estos personajes alrededor de un diagnóstico pesimista, que vale la pena hacerse algunas preguntas como sociedad: ¿el cuidado de la democracia es tarea solo de ciudadanos viejos que vivieron los estragos de la no-democracia? ¿Es aceptable que las nuevas juventudes se inclinen de hombros y argumenten que no fueron ellos quienes pervirtieron dicho sistema de gobierno y, por lo tanto, puedan ignorar la crisis? O, en el peor de los casos, ¿se trata solo de un nuevo ardid coyuntural de una oposición que dejó hace tiempo de conectar con las mayorías?

De momento considero que la exigencia recae en quienes han tenido la experiencia de lo que significó sobreponerse a un ambiente no democrático; sin embargo, dicho mandato (ellos han dado forma al sistema del que se quejan) no implica mirarse el ombligo entre sí, sino corresponsabilizar a las nuevas generaciones y eso implica solo una cosa: hacerlas partícipes y protagonistas, no solo comparsa. De lo contrario, no hay forma de que los mismos de siempre no sigan siendo señalados como los mismos culpables del endeble estado democrático del país… no importando si un día están en el poder y al otro son oposición.

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