La reforma de pensiones en Francia
Perístasis

Jefe de la División de Educación Continua de la Facultad de Derecho de la UNAM, socio de la firma Zeind & Zeind y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

X: @antoniozeind

La reforma de pensiones en Francia
Sindicatos franceses marcharon el 7 de marzo. Foto: Tomada de Twitter @CFDT

En una nueva edición de una de las reformas a la que los líderes políticos de cualquier ideología y en cualquier lugar rehúyen, en las semanas recientes se ha podido ver la crisis que, en esta oportunidad, ha desatado en Francia la propuesta de reforma al sistema de pensiones.

La experiencia vivida en todas las latitudes ha demostrado que quizás en la medida en que las reformas fiscales (que normalmente se traducen en una subida de impuestos) son impopulares, las reformas a los sistemas de pensiones (que generalmente desembocan en un incremento en la edad de jubilación) también lo son.

En el caso francés, entre otras implicaciones, la propuesta realizada por el presidente Emmanuel Macron conlleva que la edad de jubilación se incremente de los 62 a los 64 años y que para tener derecho a cobrar una pensión completa se haya cotizado un total de 43 años y no 42 como se encuentra establecido actualmente. Ambas consecuencias han sido suficientes para encontrar un repudio prácticamente generalizado aun cuando estos eventuales cambios pueden conllevar algunos aspectos beneficiosos para la clase trabajadora como es el de aumentar la pensión mínima.

Para un pueblo que es particularmente celoso de las conquistas sociales que paulatinamente ha ido teniendo, incluso el comienzo de una discusión de este tipo le produce una profunda molestia que puede llegar a poner en riesgo la estabilidad política y social de un país que se ha caracterizado por vivir movimientos generadores de grandes cambios y defensores de importantes conquistas sociales.

Algunos de los sondeos realizados en las últimas semanas dan fe de la importante mayoría de personas (aproximadamente el 70%) que han expresado un rechazo rotundo a la realización de esta reforma, obligando con ello al gobierno a buscar convencer tanto a legisladoras y legisladores naturalmente afines, como aquellos que no lo son tanto. 

Una vez más, en la lucha ideológica que esta controversia lleva aparejada se ve inmiscuido el descrédito a aquellas políticas que sus detractores califican de neoliberales, así como también las críticas a un modelo cuyas políticas sociales califican de insostenible quienes apoyan la propuesta de Macron.

Llevar a cabo una reforma de la profundidad y con las consecuencias que suele tener una como la de pensiones, puede llevar a que cualquier líder político piense dos veces antes de tomar decisiones especialmente ingratas que, aunque haya muchas personas convencidas de lo indispensables que puedan ser, la conveniencia política las lleve a seguir postergando lo que inevitablemente se convertirá en una decisión cada vez más difícil de tomar y también paulatinamente más gravosa y urgente. 

El envejecimiento de la población alrededor del mundo y la supervivencia de diversos modelos que requieren de una inyección cada vez mayor de presupuesto público por parte de los gobiernos, hace que a pesar de la negación inicial del problema tarde o temprano se tenga que comenzar a discutir dado lo inminente que pueden ser sus consecuencias negativas.

Definitivamente, un debate acompañado de movilizaciones como las que se están viviendo en Francia en los que las posiciones opuestas son más radicales y en donde la politización de una discusión que debe ser seria y basada en evidencias, llevará a que al final todo se reduzca a que existan un vencedor y un vencido, pero que los acuerdos que un jefe de Estado debe procurar junto con sectores tan poderosos como los sindicatos, simplemente no se logren y sea una visión la que prevalezca sobre la otra con la polarización evidente que esto traerá.

Es una realidad de las crisis en los sistemas de pensiones es un problema presente en diversos países, por lo que el ejemplo francés servirá para que en lugares como México esta inevitable discusión se dé buscando consensos y no con posiciones irreductibles.

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