Sin medias tintas
Erre que erre

Licenciado en Periodismo y Medios por el Tecnológico de Monterrey y Máster en Teoría de la Cultura y Psicoanálisis por la Universidad Complutense de Madrid, España, país en el que radica actualmente desde hace más de tres años. Editor de La Península Hoy.

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Sin medias tintas
El presidente Andrés Manuel López Obrador. Foto: Presidencia

El cierre del discurso del presidente López Obrador el pasado 18 de marzo en el Zócalo de la Ciudad de México en el marco de la marcha que organizó por el 85 aniversario de la Expropiación Petrolera y que sirvió para contrarrestar la que hace un par de semanas la sociedad mexicana realizó a favor del INE con una copiosa asistencia, no dejó lugar a dudas sobre lo que será el poco más de año y medio que le resta a su sexenio o, al menos, lo que veremos de aquí al día de las elecciones federales de junio en 2024.

“Nada de medias tintas”, gritó AMLO en ese tono que ya se hizo costumbre desde hace algún tiempo en el presidente de la República. Un volumen de voz que, en efecto, ya no matiza la molestia que a veces suele mostrar el huésped de Palacio Nacional cuando da mensajes públicos, ya sea desde la mañanera o los eventos en los que se presenta y que, valga decir, tienen la característica de estar bastante controlados para evitar la crítica al presidente y acondicionados para que brille él y -eventualmente- quien él decida.

No a las “medias tintas”, señoras y señores. Fiel al estilo del PRI casical, López Obrador, en ese afán catártico de reproducir un pasado en el que no pudo gobernar y para curar ciertos traumas intentando satisfacer un deseo a destiempo que desde ya nos cuesta demasiado a los mexicanos, ha comenzado a dejar ver sin tapujos quién será la ‘corcholata’ elegida por el dedo todopoderoso de la rancia política mexicana.

“No aceptaremos nunca que en México se imponga una minoría a costa de la humillación y el empobrecimiento de las mayorías (…) nada de medias tintas, la transformación debe continuar”, dijo el sábado pasado frente a Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto, los tres ‘tapados’ que esperan el espaldarazo del presidente con el que finalmente culminarían el desgastante rito de paso rumbo a la silla presidencial sin apenas obstáculos, pues enfrente aguarda una oposición raquítica, aletargada y enajenada con la creación de ‘movimientos’ sin arrastre que duran lo que los canapés y el vino en las tertulias que los anuncian.

Pero en el fondo, la frase tiene un claro mensaje para la elección del candidato que, entre otras cosas, deberá ser incondicional y garantizar sí o sí la continuidad del movimiento de la 4T del obradorismo, pues “la transformación debe continuar” sin medias tintas y sin ningún otro matiz más que el de no ser él quien lo encabece desde la silla presidencial.

“Nada de zigzaguear, sigamos anclados en nuestros principios, reafirmemos la decisión y el rumbo que hemos tomado desde que inició el gobierno, no a las medias tintas“, arengó Obrador en su mensaje con claro destinatario: el elegido (o elegida, más probablemente, dadas la características y la capacidad mimética de la jefa de gobierno de la Ciudad de México) que deberá seguir los designios dictados desde ‘La Chingada’ por quien para entonces será el líder moral omnipresente de México, algo más que un fantasma con capacidad de materializarse para quien gobierne.

“Nada de medias tintas”, pues es claro que así como el Covid no era peligroso y nos mandó a abrazarnos a todos hasta que dejó de sugerirlo cuando cientos de miles de mexicanos se apilaron en los crematorios, para el presidente de México la crisis de seguridad y violencia simplemente no existe. 

Lo dejó claro este miércoles en la mañana cuando, sin siquiera intentar una genuflexión mínima para matizar el irresponsable atrevimiento de afirmar que este no es un país que tan solo en sus cuatro años de gobierno cuenta con decenas de miles de muertos y desaparecidos por la extrema violencia ya normalizada, sentenció que el informe del Departamento de Estado de Estados Unidos que señala violaciones de derechos humanos en México es -sin medias tintas- un “bodrio”. “Son calumniadores, mentirosos, en México no se tortura, en México no hay torturas, en México no hay masacres”, expresó López Obrador sin mayor reparo.

Así pues, nos esperan meses sin medias tintas a los mexicanos, como ya lo dijo López Obrador, él decidirá de manera personalísima el futuro de este país que se ahoga entre el blanco y el negro pese a que clama por matices para restablecer el diálogo social, que de paso permita hallar al menos un ‘gris’ de sensatez política, que deje de alimentar una alarmante polarización social que -basta el ejemplo de la quema de una figura de la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia, Norma Piña- es peligrosamente alimentada, con premeditación, alevosía y en cascada, desde el máximo cargo público del país, y repetido, amplificado y penosamente imitado, por un séquito de políticos de miradas demasiado cortas y ambiciosas.

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