Caer y cuidar
Futuros alternos

Es escritor, periodista, locutor, productor de radio y gestor cultural. Sus textos han aparecido en catálogos como Crafting our Digital Futures (Victoria & Albert Museum) y Do Flex Text (Buró Buró).

Ha escrito para Vogue, RollingStone, Revista 192, Esquire, Código, El Universal, entre otros, y colaborado en Imagen Radio, Ibero 909, Reactor, Milenio Televisión, Bullterrier FM y Aire Libre FM.

X: @mangelangeles

Caer y cuidar
El extranjero de Albert Camus. Foto: Éditions Gallimard

Hoy ha muerto mamá.

Así es como inicia la novela “El Extranjero” de Albert Camus y así también inicia una nota que no recuerdo haber escrito al leerla -ni ahora al escribir esto- hace no sé cuántos días. No sé cuántos porque el tiempo desde la muerte de Carmen, mi madre, ha cambiado.

Ha cambiado en su esencia. Un ejemplo: algo que sí recuerdo es el reflejo inmediato de “tocar madera” cada que la palabra muerte y la palabra madre se cruzaban en la misma línea o en el mismo tren de ideas. Sucedía cuando vivía y sigue sucediendo ahora: el tiempo es una superchería.

Otro ejemplo: las horas de plática de eso que uno llama “entonces” y la duración del silencio de ahora. El tiempo es un absurdo.

Un último ejemplo: el tiempo encapsulado y no por ello asible: el año en que naciste, los años vividos, la hora del día en el año en que moriste. La llegada y la partida. El tiempo es una fecha. Y nada.

1949, 73, 29 de enero de 2023, un julio y un enero

Y en medio de todo lo humano. Creo que fue lo humano lo que creó la superchería, el absurdo y las fechas. Pero también creo, o creo que creo, que fue desde lo humano donde generamos la idea de recuerdo y la idea de cuidado y por ende, la de acompañamiento.

Estos meses, luego de la muerte de Carmen, mi madre, han sido nunca en línea recta y a veces ni siquiera continua. El duelo es circular, dicen. Y es cierto y no: a veces el duelo es un madrazo contra la pared del que no te has recuperado y que vuelve a suceder. También es caída constante: hoy. Luego hoy, pero más tarde. En la mañana. Unos segundos después de haber soltado una carcajada auténtica. Luego de un gran día. Cuando quieres llamarle y sacas el teléfono para marcar a un número en el que nadie contestará nunca para tener la conversación que tuvieron siempre. Cuando sucede algo que ya no puedes contarle. Luego otra vez.

¿A quién llamo ahora cuando quiero platicar contigo?

Unos días antes de la muerte de mi madre hablaba con dos queridas amigas (Saraí y Olivia) sobre la pertinencia de hablar sobre duelo: de entender lo que perdimos en ese tiempo “ahora que entramos en otro tiempo”, recuerdo que dije. Hablamos de lo que venía luego de haber perdido lo que sea que habíamos perdido con la pandemia. Digo “unos días” y pienso de nuevo en lo ilógico de eso. “Unos días”, ¿qué son unos días? Uso la palabra “perdido” y pierde lo lógico.

Recuerdo ahora las preguntas que se hace Delphine Vigan sobre la vida de su madre en “Nada antecede a la noche”. Y a veces no recuerdo las preguntas que yo le hacía a mi madre. “Nos contamos historias para vivir” dice Joan Didion, y a estas alturas del duelo -lo que sea que eso signifique-, estoy seguro que contarme esa historia es seguir construyendo. A veces, cuando olvido qué pasó porque despierto luego de haber soñado una conversación o una absurdidad junto a ella, y tengo que volver a contarme esta historia, la de su muerte, la muerte de mi madre, me pregunto qué tan humano es pensar que somos lo que recordamos.

Te recuerdo mamá: ¿y qué tanto de ello soy?

Leía hoy, de nuevo, una frase del Balún Kanan de Rosario Castellanos: “la palabra, que es el arca de la memoria” y entonces de nuevo el tiempo deja de tener sentido y aparece la palabra humano y la palabra recuerdo. Recordar es caer, pero también es cuidar: cuidar lo que somos gracias a quien absurdamente ya no está, si pensamos en tiempo. Recordar es querer.

Ma: en estos días de horror que se han hecho meses y que no dejarán de aumentar, una cosa no ha dejado de ser constante, una cosa: quienes te recuerdan te quieren. Lo hemos vivido en una forma de abrazar, que si bien antes tuvimos, ahora vemos de otra manera. De todas las maneras imaginables es un reflejo de lo que inspiraste o inspiras a través de lo que tus hijos, hija y nietos, somos gracias a ti. Gracias a todas las personas que en este tiempo tan luminoso y al tiempo tan oscuro han sido abrazo, pregunta, llamada o mensaje. Gracias por las invitaciones y las disculpas cuando la energía no da para que se hagan posibles. Gracias por la intención, por el interés. Gracias por la paciencia, pero sobre todo, gracias por ser una confirmación del mundo. <3

Síguenos en

Google News
Flipboard