La salud mental de tu madre
Futuros alternos

Es escritor, periodista, locutor, productor de radio y gestor cultural. Sus textos han aparecido en catálogos como Crafting our Digital Futures (Victoria & Albert Museum) y Do Flex Text (Buró Buró).

Ha escrito para Vogue, RollingStone, Revista 192, Esquire, Código, El Universal, entre otros, y colaborado en Imagen Radio, Ibero 909, Reactor, Milenio Televisión, Bullterrier FM y Aire Libre FM.

X: @mangelangeles

La salud mental de tu madre
Fruto de Daniela Rea. Ediciones Antílope, 2022.

“Mi mamá nos dijo que se iba a suicidar. Nos lo advirtió”, es como comienza el relato de Mónica, una de las mujeres con quien la periodista Daniela Rea habló como parte del proceso de escritura de su libro Fruto (Ediciones Antílope, 2022). Una madre que se suicida: una madre que anuncia a sus hijos que lo hará y con ello trastoca una serie de postulados culturales con los que hemos crecido, tal vez el que más me resuena en lo personal: una madre siempre acompaña. 

Unas líneas más adelante, otra vez Mónica: “Tengo este recuerdo muy fijo en mi mente, nunca se me quita. El pasillo, el llanto de mi mamá encerrada en el baño, luego el silencio y la tristeza. Yo tenía cinco o seis años y tenía la culpa tan grande de verla sufrir, me sentía mal de estar viva”. Una madre que sufre: que se encierra y luego el silencio que viene con ello.

La historia contada por Daniela Rea es una historia reporteada, una de las muchas que reúne en Fruto, pero quizá, la que de manera más inmediata nos lanza contra una realidad de la que se habla menos de lo que deberíamos: la salud mental de la madre. Una realidad y muchas al mismo tiempo. 

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Materia Dispuesta de Juan Villoro, edición Almadía 2023; Random House, 1997.

Ahora desde la ficción, en este caso de la pluma de Juan Villoro en Materia Dispuesta (Almadía 2023; Random House, 1997): “no es de sorprender que mamá encontrara pocas satisfacciones en nosotros. Una tarde, después de preguntar si alguien quería más guisado, informó que estaba en terapia, una noticia que ese día y sobre todo en ese lugar, sonó como el anuncio de que se iba a Australia o la confesión de que bebía a solas”, cuenta Mauricio Guardiola, protagonista del libro.

Unas líneas después el padre remata con una pregunta: “¿Cuánto cuesta?”. Ambientada en los años 60’s del siglo pasado, la escena no deja de describir una constante en la vida de cientos de miles de familias en este país: la manera en que un concepto como “cuidado de la salud mental” suena y es más un privilegio que una garantía. 

Imposible no conectar con historias personales o no tan personales. En un país donde para muchos sigue siendo un tabú hablar de la salud mental en general, lo es mucho más hacerlo relacionando el tema con las madres. A nadie le gusta pensar en su madre como un personaje encerrado en un baño mientras llora o bebiendo a escondidas. Sin embargo, estamos acostumbrados a ver representados tales clichés en series y películas, a que nos la recuerde la ficción y también a las cifras.

Pienso en mis abuelas, Jose y Celia: ¿qué posibilidades había de que se pusiera sobre la mesa su bienestar emocional? Y aún así terminaron acompañando a 9 hijas e hijos cada una. Pienso en los mecanismos de defensa a la mano de mujeres como mi madre: en sus círculos de amistad cercanos y las mujeres que la acompañaron: Martha, Guadalupe, Lourdes, Cruz y Raquel vienen a mi mente. Pienso en Myriam, la madre de mis sobrinos Matías y Diego, y en la manera en que tuvo que lidiar con la pérdida del primer nieto de nuestras familias: Santiago. Pienso en las madres que buscan a sus hijas e hijos desaparecidos en este país fosa. Pienso en Ceci Flores y cómo, unas horas después del cierre de esta columna, publicó un video donde dice haber hallado a uno de sus dos hijos desaparecidos, Marco Antonio.

Pienso en Araceli Osorio, quien perdió a su hija Lesvy hace seis años. En María Herrera Magdaleno a quien ningún reconocimiento como el que recibió de la revista TIME le devolverá a sus cuatro hijos desaparecidos. Pienso en Dolores Bazaldúa, madre de Debanhi Escobar a quien a dos años del feminicidio de su hija, siguen sin darle justicia. 

Pienso en la necesidad de poner al centro de la conversación sobre salud mental a las madres. Hasta 2020 había 35 millones 221 mil 314 madres en el país y 33 de cada 100 eran (hoy son más) jefas de familia, según el INEGI. De entender la manera en que generar opciones posibles con ellas al centro beneficia a la sociedad en general. 

Pienso en las madres y sobre todo, en los tiempos que vivimos: en lo que construimos.

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