La tristeza de Sarai
La terca memoria

Politólogo de formación y periodista por vocación. Ha trabajado como reportero y editor en Reforma, Soccermanía, Televisa Deportes, AS México y La Opinión (LA). Fanático de la novela negra, AC/DC y la bicicleta, asesina gerundios y continúa en la búsqueda de la milanesa perfecta. X: @RS_Vargas

La tristeza de Sarai

Aunque tiene tres hijos, una hija y nueve nietos, desde el 2021 el Día de las Madres dejó de tener el mismo significado para Sarai Rojas Cruz, una mujer oriunda de Tuzantán, Chiapas, que es trabajadora del hogar en Orizaba, Veracruz. En septiembre de 2020, Sarai conoció el dolor más grande que pueda experimentar una mamá: la pérdida de un hijo.

Conocí a Sarai en agosto del año pasado, cuando dejó un mensaje en la página de Facebook de Univisión 21, la estación de televisión para la que trabajaba. La mujer pedía el apoyo del equipo de noticias de Fresno, California, para conocer el paradero de su hijo. Aunque tenía en sus manos la copia de un acta de defunción emitida por las autoridades del condado estadounidense de Tulare, no se resignaba a la pérdida de Eliezer Arturo López Rojas, el menor de sus hijos varones.

El joven tenía 25 años cuando viajó en enero de 2020 a Estados Unidos para trabajar en los campos de California. En Huehuetán, el municipio donde residía, dejó a dos hijos pequeños y a su esposa. Ocho meses después, a Sarai le informaron que su hijo había sido encontrado muerto en un campo de Tulare, en el Valle Central de California.

La última vez que Sarai platicó con Eliezer fue el jueves 17 de septiembre de 2020. Aquella noche, el hombre también habló con su abuela Cecilia. Le dijo a ambas mujeres que las quería y que se cuidarán. El cuerpo de Eliezer fue encontrado el 25 de septiembre y a Sarai le dio la noticia Eduardo, otro de sus hijos que se fue a California en busca de un mejor pasar económico. En la oficina de la Secretaría de Relaciones Exteriores de Tapachula, a Sarai le dieron una copia del acta de defunción de Eliezer y le mostraron, insensibles, una foto del presunto cuerpo de su hijo: “Mi corazón de madre me dice que no es mi gordito”, me dijo cuando me envió los documentos por WhatsApp. Con la ayuda del Consulado de México en Fresno, confirmamos la muerte del joven días después.

Sarai gana 300 pesos diarios y regresa cada tres meses a Chiapas para ver a sus nietos. Dice que sus “patrones” en Orizaba la apoyaron mucho cuando se confirmó la muerte de Eliezer. Esta mujer chiapaneca, de la que sólo conozco su voz, me escribe de vez en cuando y me llama “amigo”. Revisa constantemente mis estados de WhatsApp y me manda un mensaje cuando pongo alguna foto con mi hija o mi mamá, pero también me felicita cuando pongo algún triunfo personal, laboral o deportivo. Siempre se despide con un “Dios te bendiga” y en diciembre, cuando puse una foto de Santa Claus, escribió: “Ojalá llegue aquí conmigo y me traiga algo que deseo con todo mi corazón”. Yo sabía de qué se trataba.

Hace una semana hablé con ella, le pedí su autorización para compartir su historia, una tragedia más de las miles que pasan con los migrantes mexicanos que viajan en busca de un mejor futuro a Estados Unidos. Sólo tuvo una petición: “Escribe bonito, como si yo le estuviera hablando”. El miércoles me preguntó si ya había salido la columna y cuando le dije que no, me mandó un mensaje de voz que me dejó helado: “Donde quiera que estés, hijo, siempre te llevaré en mi corazón y en mi mente, te amo, a veces siento que sí estás vivo y ojalá que andes por ahí. Te amo y te espero con toda mi alma”. 

El miércoles, como todas las mañanas, espero darle un abrazo a mi mamá. Para Sarai, el Día de las Madres no será motivo de celebración.

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