A 12 meses

Dentro de 361 días sabremos quién ocupará la Presidencia de la República para el periodo 2024-2030, en este contexto se habla con insistencia de vencedores y vencidos tras el último proceso electoral previo al día “D”.

Con 23 de 32 gubernaturas, Morena arrebató el histórico bastión priista en la tierra mexiquense que cobijó a su clase política, devaluada y en vías de extinción. Los balances electorales en Coahuila y el Estado de México no son un accidente, sino producto de la lógica. El partido de Estado es una maquinaria cuyo combustible proviene del populismo mesiánico de su caudillo. Los resultados de Morena en las entidades donde gobierna son paupérrimos y eso no ha sido impedimento para pintar de guinda el mapa con las ventajas que brinda el ejercicio del poder y la pulverización de las minorías opositoras que han regionalizado su impacto.

La victoria electoral de la Alianza Va por México en Coahuila se debió a dos factores esencialmente: un buen candidato que refrescó la escena política en esa entidad y el pleito interno que dividió a Morena para imponer al caricaturesco “rey del carbón”.

Es destacable el desempeño de Alejandra del Moral en el Estado de México, abandonada y escoltada por los impresentables líderes nacionales de su partido, el PAN y el PRD consiguió un mayor número de votos que los logrados por Alfredo del Mazo hace seis años. Sin embargo no fue insuficiente, hubo muchos tumbos, el último significó un ridículo mayúsculo al salir a las 6:00 de la tarde del domingo para anunciar un triunfo irreal que prolongó su propia agonía.

Nota sobresaliente del 2 de junio fue el Instituto Nacional Electoral (INE), que refrendó su fortaleza para dar certidumbre a pesar de la embestida y la infiltración en su presidencia de una funcionaria a modo de Palacio Nacional. Los conteos rápidos fueron impecables para anticipar con números incontrovertibles los márgenes de ventaja de los triunfadores en ambas entidades. Donde se quedó a deber fue en la eficacia para contener durante las campañas, las evidentes violaciones a las reglas del proceso electoral. El INE fue incapaz de hacerse respetar en un clima enrarecido por la impunidad propiciada desde el gobierno federal, todo un termómetro de lo que vendrá en los próximos meses para renovar el Congreso, ocho gubernaturas y la jefatura de gobierno de la capital.

¿Cómo llega la oposición a esta recta final que ya comenzó? Abrumada, anestesiada, dividida y con los peores niveles de credibilidad que se recuerden en sexenios recientes. El fiasco opositor desde los partidos políticos es inversamente proporcional al éxito de Andrés Manuel López Obrador para capitalizar su estrategia demoledora que pretende afianzar a su partido seis años más.

Un liderazgo fuerte desde la oposición se ve lejano y ya va tarde con la maquinaria morenista que decantará un perfil decidido por su líder supremo, disfrazado de encuesta interna en la que el pueblo se pronunciará a través de su voz. Todo un episodio novelesco actualizado en la cena del lunes pasado en el restaurante de la librería Porrúa, frente al Templo Mayor. Horas después del cónclave, Marcelo Ebrard puso el cascabel al gato y pegó primero al anunciar que renunciará el próximo lunes a la Cancillería para participar en la interna.

Esto mete enorme presión para las inminentes renuncias de Adán Augusto López en Gobernación y de Claudia Sheinbaum al gobierno de la Ciudad de México, que no querían dejar sus cargos y perder plataforma de exposición. Ebrard agregó pimienta al proceso, sin ser el favorito de López Obrador a quien le ha pedido con insistencia piso parejo en la contienda. Siendo un presidente poderoso jamás desaprovechará la última gran definición de su mandato que necesitará un perfil incondicional para los años por venir y, en ese contexto, el todavía canciller no tiene muchas posibilidades, sin embargo es el perfil mejor calificado por el electorado adverso a Morena.

Arranca la cuenta regresiva de un año complicado en el que la oposición no logra la unidad en torno a la opción más sólida y competitiva porque carecen de perfiles que refresquen la escena, motiven al electorado, movilicen a la sociedad y generen confianza. Su principal obstáculo para la elección presidencial es el inamovible abstencionismo del 50% del total de electores potenciales, que se refrendó en el Estado de México y podría reproducirse el 2 de junio del año entrante. No hay capacidad de los partidos para priorizar el bien superior e impulsar una candidatura que sacuda positivamente a los ciudadanos, en su mayoría jóvenes que prefieren no participar.

En el PAN, Marko Cortés es el dirigente nacional más incapaz que se recuerde, Lilly Téllez no es opción, tampoco Santiago Creel reconocido por su capacidad, pero de pecho frío y sin el carisma necesario para un reto de tal magnitud. El PRI está fracturado y muy cerca de su extinción, Alejandro Moreno tiene a su partido donde quería, con más embajadores que gobernadores y la marca más desprestigiada en una boleta electoral. El PRD es insignificante, su saldo en lo individual es el riesgo de la pérdida del registro como partido político en Coahuila.

En Movimiento Ciudadano le facilitan el trabajo sucio a Morena y anuncian que irán solos con candidato propio, sin sumarse a la Alianza Va por México, lo que significará un migajeo de votos que mucho ayudaría al partido del primer tabasqueño del país.

De no presentarse agradables sorpresas, que no se generan espontáneamente y difícilmente llegarán (una candidatura ciudadana de perfil poderoso respaldada sin regateos por los anestesiados partidos de oposición), el obradorato cabalga sin obstáculos de consideración hacia la meta de sostenerse seis años más en el poder. ¿Qué queda en este panorama? Un razonamiento sencillo para regenerar los contrapesos en el Congreso y evitar el carro completo que garantice mayorías en las Cámaras a Morena, para mitigar la posibilidad de reformas automáticas que profundicen el grave deterioro institucional que erosiona al país y al equilibrio de poderes.

Un carro completo para Morena en 2024 significaría prácticamente la aniquilación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), último dique de salvaguarda constitucional. El obradorato tiene como esencial prioridad perpetuarse por encima de las estructuras del Estado mexicano y para lograrlo el tribunal constitucional es su principal impedimento.

Los guindas tienen en sus genes de cuño priista el origen de su autodestrucción. Soberbia, candidatos ridículos como Armando Guadiana, fracturas por las disputas internas, los arrebatos de un sólo hombre obsesionado con la imposición de su voluntad como dogma y los efectos destructivos de un sexenio de regresiones deben tener consecuencias capitalizables.

El reto es desde la sociedad civil y un Congreso equilibrado el objetivo. Vienen 12 meses marcados por la incertidumbre y el recrudecimiento de la polarización, vienen 12 meses de promesas que no serán cumplidas, de campañas repletas de lugares comunes y discursos demagógicos. 12 meses cruciales para la viabilidad de nuestro país.

Edictos

Padecemos una época dominada por la insensibilidad y la crueldad de un gobernante que no es empático con el sufrimiento ajeno.

Las Normas Oficiales Mexicanas (NOM) establecen medidas, protocolos y requisitos que aseguran la calidad de los productos y servicios que adquirimos o utilizamos. Una norma oficial regula técnicas y procedimientos de observancia obligatoria, su cumplimiento es crucial para la atención médica especializada. Resulta que 35 NOM en materia de salud son prescindibles desde la óptica del gobierno federal y la Secretaría de Salud. Este tema hizo crecer la indignación, tras las irresponsables declaraciones del presidente López Obrador que consideró irrelevante la cancelación de normas oficiales relativas a diferenciar los protocolos de atención de distintos tipos de cáncer.

¡Queda muy claro que no es lo mismo tratar esta enfermedad en la próstata que en los senos, señor presidente! Usted siempre tiene otros datos.