Gündogan el persistente
Alioli

Es periodista y analista de datos. Ha colaborado en medios como Reforma, Chilango y Tec Review. Fue coautor del libro Ayotzinapa, la travesía de las tortugas, publicado por la editorial Proceso. También es hincha incondicional de los Leones Negros. Twitter: @ridderstrom

Gündogan el persistente
El partido se jugará en el campo del Barcelona. Foto: @FCBarcelona_es /Twitter.

Cuando el FC Barcelona notó que el rendimiento de Xavi comenzaba a decaer, la directiva emprendió una tarea titánica: buscar en el mercado un remplazo que cubriera su perfil. Era el verano de 2014 y el club acababa de terminar una temporada tormentosa, sin títulos. Gerardo Martino fue destituido y su lugar lo tomó Luis Enrique. En el campo, cada línea fue reforzada con jugadores de élite que puediran ser titulares inmediatos. Ese verano aterrizaron en el club Ter-Stegen, Thomas Vermaelen, Iván Rakitic y Luis Suárez, entre otros.

El mediocampo era la zona que generaba mayor preocupación a los directivos. El rasgo identitario más distinguible del Barcelona estaba acusando la edad y ya no inspiraba respeto en Europa. Xavi tenía 34 años, Iniesta 30 y Busquets 26. Había que comenzar a incorporar a los herederos de aquel equipo de antología. Si bien Rakitic, el elegido, cumplió con creces lo de ser un relevo de calidad, y aquella temporada 2014-15 terminó con un triplete, el área técnica encargada de los fichajes siempre tuvo otra prioridad en mente: Ilkay Gündogan.

El alemán había sido un puntal del Borussia Dortmund de Jürgen Klopp que alcanzó la final de la Champions League la temporada 2012-13 y a la postre perdió. Por complexión, movimientos, visión de juego y técnica parecía predestinado a jugar en Barcelona; pero una lesión de espalda por un golpe en en un amistoso contra Paraguay al principio de la temporada 2013-14 lo llevó por un calvario.

Al principio, los doctores no tenían certeza de cuál era el alcance de la lesión, pero todo apuntaba a los nervios de la columna vertebral. Un doctor, incluso, sugirió injertarle un clavo que lo habría obligado a retirarse. Luego, por fin, encontró a un cirujano lo suficientemente apto que propuso un tratamiento más conservador. La recuperación le tomó un año y lo hizo perderse el Mundial de Brasil 2014, que Alemania, su selección nacional, ganó con rotundidad.

Ilkay ganó veinte kilos de peso, perdió todo el ritmo de competición y comenzó a sentirse frágil en su vuelta a las canchas. Pese a todo, su calidad seguía intacta y en verano de 2014 varios clubes de élite se interesaron en él. Una de las propuestas más serias llegó desde Barcelona, pero al final, los técnicos se retractaron porque temían que recayera de su lesión.

Pasado el calvario y vuelto a ser figura importante en Dortmund, el Barcelona hizo una segunda propuesta en verano de 2015, pero esta vez fue Luis Enrique el que dijo que su estilo no le gustaba y se decantó por Arda Turán. El tiempo se ha encargado de acentuar ese grave error de cálculo.

Ya sin el interés del Barça, pero con el de media Europa, fue seducido por el tiki-taka. Cuando Guardiola asumió el banquillo del Mánchester City en verano de 2016, su primera petición fue el centrocampista alemán. El técnico quería que fuera uno de los motores de su equipo y así lo fue durante siete años. De paso perdió su segunda final de Champions, se recuperó y ganó el tan ansiado trofeo continental (con triplete incluído) este 2023 y un gol suyo permitió que el City ganara la Premier League 2021-22 in extremis. Curtido en mil batallas, Ilkay dejó Manchester vuelto leyenda.

Ahora, por fin, podrá jugar de azulgrana, su sueño de juventud. Llegará a un equipo en reconstrucción, con poco dinero, en un estadio temporal, pero con toda la confianza de Xavi, su principal valedor dentro del club. Es una delicatessen que el hombre al que tenía que sustituir hace nueve años sea ahora quien lo entrene.

Pese a todos los golpes y amarguras que tuvo que vivir, Ilkay ha demostrado que quienes saben porfiar, no conocen la derrota.

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