Xóchitl Gálvez y la historia de por qué el pobre no es pobre porque quiere
Contextos

Reportero egresado de la UNAM, formó parte de los equipos de Forbes México y La-Lista. Con experiencia en cobertura de derechos humanos, cultura y perspectiva de género. Actualmente está al frente de la Revista Danzoneros. X: @arturoordaz_

Xóchitl Gálvez y la historia de por qué el pobre no es pobre porque quiere

Xóchitl Gálvez, aspirante a candidata presidencial en 2024, se volvió tendencia en redes sociales por insistir en que se puede escalar de estrato social por medio de trabajo. Para ello se puso de ejemplo, dijo que su mamá lavaba ropa y ella vendía gelatinas para mantener a su familia. El argumento de meritocracia me recordó a la típica frase de “el pobre es pobre porque quiere”, pero ¿salir de la pobreza o de un extracto social bajo depende de nuestros esfuerzos?

Para ejemplificar está la historia de mi papá, el penúltimo de un total de 11 hermanos que nacieron y crecieron en el barrio bravo de Tepito. Fue el único de su familia nuclear que logró estudiar una carrera universitaria y no dedicarse al comercio, logró superarse a pesar de las adversidades de su entorno, ¿entonces la premisa se confirma? Yo creo que no, hay una serie de aspecto que no hemos tomado en cuenta:

Durante su adolescencia, mi padre tuvo una gran influencia de otro amigo del barrio que era estudiante universitario, aquel joven fue parte importante para que llegara a la licenciatura. También al ser de los hermanos más pequeños, tuvo un entorno familiar no tan complicado a diferencia de los mayores, quienes ya eran casados e independientes económicamente. Su movilidad social dependió de muchos factores, como las personas que conoció, las oportunidades económicas, sus objetivos de vida y más. Aunque salió del barrio, es importante señalar que no logró un éxito económico desbordado, tampoco una posición política como la de Xóchitl Gálvez, pero sí le agradezco mucho que nos haya dado la oportunidad de crecer en un entorno más cómodo. 

No basta con “echarle ganas”, pararse más temprano o trabajar el doble. Las oportunidades para mejorar la calidad de vida depende de la educación, las personas que te rodean, el tiempo disponible, las figuras que te inspiran, así como la realidad a la que tienes acceso. Muestra de ello es el estudio de 2019 “Movilidad Social en México” del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), donde dice que 49 de cada 100 mexicanos que nacen en los hogares del grupo más bajo de la escalera social, se quedan ahí toda su vida. Sin embargo, de los 51 restantes que logran ascender, 25 no logran superar la línea de pobreza.

Este mismo documento reveló que el 74% de las personas que nacen en el quintil I, el escalafón económico inferior, no consigue superar la pobreza a lo largo de su vida. Asimismo, el CEEY explicó que al menos el 48% de la desigualdad en los logros de la población se debe a que las oportunidades entre las personas no son las mismas.

Los casos de éxitos como los de Xóchil no son una muestra de que la pobreza depende de nuestros esfuerzos, sino de las oportunidades a las que tenemos acceso. Hay que dejar de lado el argumento de la meritocracia y tomar consciencia de que el entorno donde se desenvuelven las personas es muy decisivo en su vida. Con base en lo anterior, hay que dejar de lado el juzgar a las personas por la realidad en que viven y comprender que no todos podemos mirar ni ejercer el mismo panorama. 

La aspirante a candidata, así como todos los que están en la contienda, deberían tomar eso en cuenta, que para lograr un mejor nivel de vida de los mexicanos se requieren de medidas transversales que generen oportunidades en todos los ámbitos de desarrollo.

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