“De la cuna a la tumba”
Diagnóstico Reservado

Médico cirujano con más de 30 años en el medio y estudios en Farmacología Clínica, Mercadotecnia y Dirección de Empresas. Es experto en comunicación y analista en políticas de salud, consultor, conferencista, columnista y fuente de salud de diferentes medios en México y el mundo. Es autor del libro La Tragedia del Desabasto.

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“De la cuna a la tumba”
El presidente López Obrador en conferencia de prensa. Foto: EFE

La semana pasada el presidente López Obrador volvió a defender por enésima vez el “sistema de salud” concebido por su gobierno.

A poco más de un año de terminar esta administración y en medio de la peor crisis de salud que recuerde México, la llamada “cuarta transformación” no ha podido documentar un solo logro ni el cumplimiento de algún objetivo en materia de salud.

Al tiempo que el nuevo IMSS-Bienestar anuncia con bombos y platillos la inauguración de nuevas unidades de salud o el haber engullido el sistema de salud de algún estado, cada día se dan a conocer decenas de casos de clínicas y hospitales del IMSS e ISSSTE que -literalmente- se caen a pedazos, están descuidadas, no funcionan los equipos, hay goteras, suciedad o hay heridos por el mal funcionamiento de los elevadores. Recordemos que una pequeña perdió la vida en un horrendo accidente.

En su lugar, el presidente sigue haciendo promesas, improvisando y mencionando nuevas ocurrencias. En esta ocasión, no tuvo empacho en mencionar que su sistema daría (¿dará?) protección “de la cuna a la tumba”.

Hay que decirlo abiertamente, el presidente se roba la frase “from the craddle to the grave” que desde 1948 es el lema del National Health Service (NHS) del Reino Unido, seguramente el servicio de salud universal más paradigmático del mundo y un orgullo nacional para los británicos. Curiosamente, el NHS hoy pasa por una enorme crisis producto de falta de recursos y presupuesto insuficiente, no obstante contar con seis veces más recursos que toda la salud en México.

Es bueno, empero, que el presidente voltee hacia el NHS en materia de salud, pero no solo para robarse el lema; de la Gran Bretaña tenemos mucho que aprender.

La medicina de primer nivel, por ejemplo, se basa en contratos establecidos con consultorios y grupos médicos privados, los cuales cobran al NHS por ver a los pacientes. Estos consultorios trabajan a través de severas certificaciones de calidad en los que cuenta el grado de satisfacción de los pacientes y los reportes de mala atención pueden significar la cancelación del contrato.

El NHS solo posee los activos: inmuebles, equipo, insumos y personal de salud que requiere para sus servicios de tercer nivel, como los hospitales de especialidad y la mayor parte de los servicios que presta de forma 100% gratuita a la población como rehabilitación, enfermería, terapeutas, cuidadores y cuidados paliativos, todos a domicilio, son contratos privados. En el Reino Unido hay un gran nivel de subrogación en servicios de alta especialidad como hemodiálisis, centros de infusión para quimioterapia, nutrición parenteral, etc.

En el RU, los medicamentos se dispensan al paciente en cualquier farmacia (privada). El paciente dice al médico a qué farmacia enviarla por vía electrónica y cuando va a recogerla ésta esta lista. No, en Inglaterra los pacientes no están obligados a surtir su receta únicamente en la farmacia de “la clínica que les corresponde”. En el sistema de salud británico, el paciente acude a la farmacia que más le conviene, la más cercana o donde el farmacéutico es su amigo de toda la vida. El NHS pagará a la farmacia y, si acaso, el paciente pagará un co-pago por el surtimiento o por algún medicamento que no está en el catálogo. 

Los medicamentos de los hospitales del NHS se manejan desde sus farmacias para uso exclusivamente hospitalario y son re-surtidas diariamente por distribuidores privados que tienen contratos con la institución. Así funcionaba en México hasta el año 2019 en el que, literalmente de un plumazo, López Obrador acabó con el contrato de cuatro empresas especializadas en el manejo de insumos para la salud. La consecuencia: el mayor desabasto de medicamentos en la historia de México.

Las ocurrencias de este gobierno en materia de salud no dejan de aparecer. Apenas el martes pasado, el presidente confesó que la noche anterior “había tenido una idea”: la creación de una suerte de super bodega “situada en la Ciudad de México” y que almacenara “todos los medicamentos del mundo”.

Pocas cosas demuestran la completa ignorancia sobre cómo funciona un sistema de salud, como esta abrupta idea. Como lo he mencionado en diferentes medios, esta “super farmacia”, almacén o lo que sea, es un disparate. Sería el arquetipo de la ineficiencia y la peor forma de administrar medicamentos e insumos para la salud, con enormes riesgos para la seguridad de los pacientes al no haber una trazabilidad de los medicamentos, su origen y su destino final, manejo de inventarios y fechas de caducidad.

Lo anterior no es una crítica estéril. Solo baste observar el enorme fiasco en el manejo de insumos para la salud que han sido, desde las Fuerzas Armadas, hasta el fallido Birmex, pasando por una variedad de distribuidores y transportistas improvisados. Las pérdidas multimillonarias por medicamentos caducos en Birmex o los equipos extraviados y abandonados por el INSABI, nos demuestran que el manejo de la salud no debe de quedar en manos de aficionados, por leales que éstos le sean “al movimiento”.

Semejante despropósito representaría, además, un enorme costo operativo que se sumaría al ya obeso y absurdo costo del manejo de las farmacias de las unidades de salud, herencia de un anquilosado sistema que lleva más de 70 años parchándose y remendándose. En la tercera década del siglo XXI, se deben buscar alternativas modernas, seguras y eficientes para entregar los medicamentos a los pacientes.

“De la cuna a la tumba” suena romántico y se vende bien como discurso político. Sin embargo, se necesita más que saliva y buenas intenciones para lograrlo. Incapaz de crear un sistema como el de Gran Bretaña, López Obrador simplemente les robó el lema.

Un sistema como el NHS toma generaciones en construirse; no se logra en un sexenio y mucho menos en unos meses. Se requiere de un verdadero grupo de profesionales que piense en el paciente, no una banda de improvisados que busquen beneficio político, guiados, ante todo, por una ideología.

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