Sobre el relevo en la rectoría de la UNAM
Perístasis

Jefe de la División de Educación Continua de la Facultad de Derecho de la UNAM, socio de la firma Zeind & Zeind y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

X: @antoniozeind

Sobre el relevo en la rectoría de la UNAM
Enrique Graude, anuncio de relevo anticipado. Foto: Gaceta UNAM

Este es un hecho relevante para el Estado mexicano pues, la universidad de la nación se erigió y se ha consolidado como el principal proyecto educativo y cultural con el que contamos, siendo un orgullo para todas las mexicanas y todos los mexicanos. Con una comunidad integrada por actualmente más de 373 mil estudiantes, 42 mil académicos y casi 30 mil personas que son parte del personal administrativo, esta institución que en el presente año ejercerá un monto mayor a los 52 mil millones de pesos es un centro de pensamiento que, desde hace muchos años, es la conciencia crítica de nuestro país.

Por lo anterior, el especial interés que despierta el proceso para acceder al principal cargo unipersonal que en el día a día administra y guía el destino de la universidad más importante en México y, de manera indubitable, una de las más importantes del mundo. Es tal la importancia que tiene dentro de nuestra institución el cargo que se ocupará, que de acuerdo con el artículo 9º de la Ley Orgánica de la UNAM, “el rector será el jefe nato de la universidad, su representante legal y presidente del Consejo Universitario”.

Cabe destacar que este proceso es una prueba más de la intensidad con que nuestra comunidad universitaria (y las de las otras 39 universidades públicas autónomas) ejerce aquella conquista que se ha convertido en su principal atributo y que consideramos irreductible: la autonomía universitaria.

Esta autonomía se encuentra reconocida por el artículo 3º constitucional y otorgada por nuestra ley orgánica, que al establecer en su artículo 2º que la UNAM tiene derecho para “organizarse como lo estime mejor, dentro de los lineamientos generales señalados por la presente ley”, define claramente los alcances y límites que tiene para autogobernarse, siendo en todo caso indispensable que en las decisiones que esto implica participe única y exclusivamente nuestra comunidad integrada por más de 400 mil personas.

Una de las principales formas de expresión del autogobierno es la forma en que nuestra comunidad ha decidido elegir cada determinado tiempo a sus autoridades unipersonales y colegiadas, siendo en el caso de las primeras (por ejemplo, las personas que ocupan la rectoría y las direcciones de facultades, escuelas e institutos) fundamental la participación de la Junta de Gobierno.

En esta ocasión, este órgano colegiado que cuenta con 15 integrantes que a su vez son electas y electos democráticamente y de manera escalonada por el Consejo Universitario (máxima autoridad dentro de la Universidad) ha detallado el proceso que se seguirá, debiendo destacar que éste se inició el pasado 21 de agosto y concluirá, luego del desahogo de diversas etapas en las que se dará especial relevancia a la auscultación (de acuerdo con la Real Academia Española una de las acepciones del vocablo auscultar es “sondear el pensamiento de otras personas”), en el mes de noviembre del presente año cuando se cuente con una persona que haya logrado obtener 10 de los 15 votos.

Además de los requisitos formales establecidos en la ley orgánica y en el estatuto general de nuestra institución, la persona que acceda a la titularidad de la rectoría deberá estar preparada para los importantes retos que plantee la universidad y la sociedad que es nuestra benefactora y beneficiaria, debiendo al menos cubrir estos fundamentales aspectos:

  • El universitario, siendo una persona plenamente identificada con la universidad y la defensa de su autonomía, misma que deberá ser siempre firme y respetando sus alcances y límites.
  • El académico, consistente en la solidez que en este sentido tenga esa persona y haya logrado en su centro de adscripción.
  • El administrativo, relacionado con la eficiencia que haya probado tener en caso de haber encabezado alguna institución.
  • El de la experiencia de gobierno referente a que, en caso de haber dirigido alguna organización, ésta haya gozado de estabilidad y continuidad ininterrumpida en sus labores.
  • El personal, tomando en cuenta el prestigio y el bienestar físico y mental con que cuenta para asumir tan exigente tarea.

Asimismo, desde la comunidad universitaria deberemos dar seguimiento y participar de manera entusiasta, siempre velando porque este sea un proceso a la altura de la universidad y en el que no exista intromisión alguna de agentes públicos o privados externos.

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