Volver al terruño en el cine: Dos estaciones

                                      “La identidad es un conjunto de constelaciones”.

Anna Deavere Smith

El realizador mexicano Juan Pablo González nació en Guadalajara en 1984, ahí estudio cine y luego se fue a recorrer el mundo. Realizó una maestría de Bellas Artes en dirección y producción cinematográfica en Austin, Estados Unidos, y un par de décadas después filmó el cortometraje documental Hinojosa, el cual nos presenta al escritor mexicano-estadounidense Rolando Hinojosa-Smith. Le siguió ¿Por qué el recuerdo? en 2014; Las nubes fue otro corto, filmado en 2017, y un año después le entró al largometraje con el documental Caballerango. En este 2023 volvió a su natal Atotonilco para filmar Dos estaciones, su primera película de ficción, que en realidad tiene tintes de docu-ficción, pero, ¿quién puede negar sus raíces?

En cada una de sus películas Juan Pablo busca a las personas, suena redundante pero, en su caso, resulta fundamental ya que nos cuenta sus historias, nos hace entender cómo un campesino respira miedo junto con su familia por la llegada del crimen organizado, nos presenta a Nando, un joven caballerango que debe seguir la tradición familiar de preparar, cuidar y ensillar a los caballos, tal como ha hecho don José, su padre, pero que quizá no es su ideal de vida y ante las pocas posibilidades de cambio toma una decisión radical envuelta en una serie de historias particulares que no parecen tener ninguna relación con nosotros, pero como sucede con el cine siempre encuentran una manera de espejearnos.

Todo ese camino se vuelca en Dos estaciones, la cinta que de cierta forma representa para el director la vuelta a su tierra, la presentación del Atotonilco, de sus recuerdos y del Atotonilco de ahora, conocido como Atotonilco el Alto, un municipio conocido por su producción tequilera y también por su crianza de animales, producción de zapatos, cinturones y chamarras de pieles exóticas; un sitio estratégico que se encuentra enclavado en el corazón del cineasta por sus recuerdos de infancia y que en la película protagonizada por Teresa Sánchez, La Teresita de La camarista, nos ubica en el lugar con todo lo que eso conlleva.

Dos estaciones

Se preguntarán de qué trata la película Dos estaciones, bueno, Teresa (que en la cinta se llama María) es la dueña de una tequilera familiar, un negocio que no produce en masa y, que ante la demanda de las marcas que exportan gargantas insaciables a todo el mundo, ve amenazada su producción, la cual cuida todos los procesos del tequila para entregar un verdadero elixir de los dioses. Además de este panorama, María tiene sus propios conflictos y entre las imágenes del cinefotógrafo Gerardo Guerra nos hace empatizar y hasta compartir esas angustias y placeres espontáneos.

Dos estaciones abona a la pausa que nos proponen cineastas como Carla Simón en Alcarrás o Colm Bairéad en La niña callada, cintas que nos hacen encontrar la belleza en lo sencillo y el valor del silencio para escuchar(nos). Dos estaciones es, sin duda, una película que vale la pena mirar sin distracciones y después, si les es posible, beberla a sorbos después de salir del cine. Les dejará estoy segura una sensación de plenitud.

Ganadora del premio a mejor actriz para Teresa Sánchez en el Festival de Sundance, Dos estaciones llega a su estreno comercial y para conocer más sobre su origen y creación les compartimos la charla con su director Juan Pablo González:

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