El regalo inagotable
Enernauta

Especialista en política energética y asuntos internacionales. Fue Secretario General del International Energy Forum, con sede en Arabia Saudita, y Subsecretario de Hidrocarburos de México.
Actualmente es Senior Advisor en FTI Consulting.

El regalo inagotable
Foto: Chris J. Ratcliffe/EFE

Una repugnante traición. Desconcertante. Impactante y decepcionante. Profundamente inútil. Exactamente equivocada. Un retroceso coordinado, calculado y catastrófico. Miope. Desvergonzada y temeraria. Deshonesta. Corrosiva.

Este racimo de afectuosos calificativos es tan solo una muestra de los muchos que aparecieron rumbo al fin de la semana pasado en los reportes de prensa y artículos provenientes de Reino Unido, en particular en The Guardian, a propósito de la decisión del primer ministro Rishi Sunak de ajustar la estrategia de energía y cambio climático de su país. Las críticas a su anuncio del miércoles se centraron en la suavización (algunos la llamaron “vuelta en U”) de las reglas para avanzar en la electrificación del consumo energético. En lugar de la fecha límite de 2030 que Boris Johnson había fijado en su polémico plan de 10 puntos, los fabricantes de automóviles y calentadores podrán ofrecer por cinco años más, hasta 2035, los modelos que emplean combustibles fósiles, y los hogares contarán con más tiempo para cumplir con mandatos de eficiencia energética. El ajuste incluyó además el inicio de procesos para revisar el límite a las emisiones de carbono y facilitar la construcción de infraestructura energética (puede tomar hasta 14 años la aprobación de un proyecto de líneas de transmisión).

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El virtual blitzkrieg de críticas le llegó al primer ministro desde todavía más frentes, crucialmente de aquellos que comprometen recursos de inversión. Reuters reporta que para la directora general de Ford “nuestro negocio necesita tres cosas del gobierno del Reino Unido: ambición, compromiso y coherencia. Una relajación en 2030 socavaría las tres”. El director general de E.ON, una de las más importantes empresas de energía europeas, observó que “plantear el debate como ‘verde versus barato’ era un argumento falso cuando retrasar la medida costaría más a largo plazo”. Más de 400 líderes del sector empresarial y ONGs firmaron una carta en la que solicitan al Sunak a “no debilitar ninguna política de emisiones netas cero. Si lo hace, creemos que sería un error histórico de su mandato, que podría causar un daño duradero a la economía del Reino Unido.”

¿Por qué un político estaría dispuesto a enfrentar una andanada de esta magnitud? Las respuestas posibles son varias, algunas combinables: (1) no esperaba que el costo político le fuera tan alto, (2) no sabía lo que estaba haciendo, (3) no le importa su popularidad, (4) su popularidad no depende de los líderes de opinión, (5) prefería ser y mostrarse “responsable”, (6) no tenía “de otra”, (7) le tenía sin cuidado el medio ambiente. Los argumentos con base en la ignorancia o la indiferencia al medio ambiente no aplican en este caso. Sunak comenzó su discurso afirmando que “sabe” lo que la gente piensa y dio un listado que retrata de manera plausible a un público desencantado con la política tradicional. Es más factible que decidiera, como de hecho lo explicó, inyectar una dosis de realismo a la discusión sobre las políticas de cambio climático porque la transición está resultando más cara de lo previsto…y porque le puede redituar votos justo cuando su partido, el conservador, va 20 puntos por debajo del laborista en las preferencias del público.

Hay un núcleo conservador que se beneficia de la extensión del calendario de uso de combustibles fósiles, como el de los intereses asociados al ecosistema de la industria petrolera, y hay un segmento del voto popular al que le sienta bien la demora en la aplicación de reglas que tendrán un impacto directo en su bolsillo. “No puede ser correcto que Westminster imponga costos tan significativos a los trabajadores, especialmente a aquellos que ya están luchando para llegar a fin de mes, e interferir tanto en el modo de vida de la gente, sin un debate nacional adecuadamente informado”, dijo Sunak. En su país, observó, los hogares en el campo no cuentan todavía con los recursos para cumplir con las normas de eficiencia, los dueños de vehículos eléctricos no cuentan con suficientes cargadores disponibles en las calles y la dependencia energética de gas natural del exterior es alta. En el corto plazo y como de costumbre, la realidad se está imponiendo en la elección entre seguridad energética y reducción de emisiones, o entre el idealismo y los votos en las urnas.

Como haya sido, esta es una nueva puesta en escena, otra más, otra de las muchas, que ya hemos visto y seguirán presentándose alrededor del mundo en torno al desafío del cambio climático. Un día el gobierno de Francia decide imponer un impuesto al carbono tan solo para enfrentar protestas en las calles que luego le obligan a dar marcha atrás. Otro día un presidente de Estados Unidos cancela licitaciones de bloques petroleros y poco después su sucesor las reinicia. Otro día más BP anuncia que se convertirá en una empresa de energía antes que de petróleo y un año después anuncia que siempre no, que volverá a enfocarse en vender petróleo. Si algo ha quedado claro es que las contradicciones de la transición energética son un regalo inagotable.

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