Cartas a Valentino/Un embarazo acompañado
CARTAS A VALENTINO

Mamá de Valentino y periodista audiovisual. Consultora de emprendimiento de medios digitales en América Latina. Tiene una década de trayectoria, fue reportera en Grupo Reforma, participó en la fundación de la revista La Capital y dirigió desde 2018 Ruido en la Red. Excolaboradora de Quinto Elemento Lab y encargada de redes del Festival ContarnosMx. Hoy es directora en La-Lista News.

X: @RootMuniz

Cartas a Valentino/Un embarazo acompañado
Foto: Ruth Muñiz/La-Lista

Cuando supe que venías en camino, Valentino, decidí que sin importar nuestro contexto y las dificultades que se nos presentaran en el camino antes de conocernos, iba a vivir la experiencia de tu espera con amor y sobre todo con información. Quizá eso también sea defecto de profesión: entre más datos tengo, menos margen hay para las sorpresas que, en tu caso, podían prevenir algún futuro desastre.

Quienes me conocen saben que soy fan de tomar talleres, cursos y capacitaciones todo el tiempo. Creo que esa ha sido una clave importante en mi desarrollo profesional, y cuando me enteré que te esperaba usé esa herramienta como mecanismo de defensa frente al miedo de la incertidumbre y la enorme responsabilidad de que una vida dependiera de mí. Así decidí que tomaría un curso psicoprofiláctico con una doula.

Te confieso que desde el primer momento en que supe de ti me di cuenta que de bebés no sabía nada. ¡Nada! Ni siquiera que al ir a ese primer ultrasonido a las 7 semanas de gestación ya podría oír el latido de tu corazón. Así que, mi primer impulso fue acercarme a las mujeres cercanas a mí que tenían hijos… sobre todo a las que por edad sentía más afines. Sandra, tu madrina, es mi amiga desde que teníamos 15 años y es mamá desde hace casi 5.

Ella fue la primera en saber de tu llegada y también sobre tu papá, desde nuestra primera salida en 2016. Nunca voy a terminar de agradecerle la compañía que significó para mí en los dos primeros trimestres. ¿Sabes que incluso me dio un Excel con una lista de todas las cosas que iba a necesitar trimestre por trimestre? ¿O que el ginecólogo que te trajo al mundo fue recomendación de ella? Pues también fue Sandra quien me presentó a Marcela, de quien en realidad quiero platicarte hoy.

Marcela es una doula. No, yo tampoco sabía lo que eso era ni lo fundamental que se convirtió para ti, para mí y para tu papá en este primer año de crianza y en nuestro último trimestre de tu espera. Y no quiero obviar decirte que haber podido estar acompañados por ella es un privilegio que no quiero dejar de reconocer, porque hay miles de mujeres que no estarían en la misma posibilidad y agradezco a la vida y a mi trabajo el poder generarte las mejores condiciones posibles.

Cuando llamé a Marce mi idea era que ella me diera ese curso psicoprofiláctico que, en mi mente, consistía en “la importante tarea de aprender cómo respirar cuando nacieras”. ¡Vaya que nos hace daño aprender de maternidad a través de la televisión y el cine! Ella, en la infinita empatía que siempre demuestra, me dijo por teléfono que nos conociéramos y me iría explicando. La comencé a ver desde la semana 30 de mi embarazo y hasta la fecha, contigo a punto de cumplir 1 año 2 meses, sigue siendo nuestra cita infaltable de cada semana.

Las doulas son acompañantes durante el embarazo, la lactancia y la crianza. Su intervención durante el embarazo es más popular en otros países que en este, donde la mayoría de los bebés nacen en el sector público, sin la idea de todo a lo que las mujeres tenemos derecho durante el parto. Y creo que eso es lo que más me importó de conocer a Marcela: su principal función es la de acompañar el embarazo con información y de una manera más espiritual.

De hecho, es este punto el que diferencia a una doula de una matrona o partera, las segundas tienen una intervención más activa durante el parto, implica cuestiones sanitarias, mientras que el trabajo que hacen las mujeres como Marce se enfocan a que las mujeres lleguemos al momento de conocer a nuestros bebés con la mayor información posible. Eso también les implica mucha preparación y capacitación.

Con Marcela me enamoré de la idea de un parto natural, aunque ya sabes que al final decidiste llegar por medio de cesárea. Pero en retrospectiva comprendo que el tiempo que Marcela nos dedicó para preparar tu llegada fue vital para entender que desde el vientre ya éramos un equipo y que cada paso juntos, pese a lo incierto de la vida, podía reducir el margen de incertidumbre.

“Ser intencional” es algo que escucho de ella frecuentemente y lo tengo presente en cada nuevo paso que damos juntos. Intencional para saber desde la forma en que podías llegar, hasta si te recibíamos con una canción en especial. Y aprendí otra cosa que me ha servido cada día: abrir las manos y dejar que la vida pase… nada se puede controlar por completo.

Y puede que nada de esto te parezca médicamente relevante para una embarazada, pero creo que eso me dio algo que deberíamos considerar fundamental: la salud mental, la confianza de saber que las mujeres sabemos cómo parir y la seguridad de que hay una red de apoyo alrededor y que las mamás no tenemos por qué poder con todo. En el contexto en el que tu papá y yo estábamos, esta parte fue de gran ayuda para no dejarnos llevar por el estrés.

Y, sin embargo, el tener el acompañamiento de una doula sí ha tenido impacto en distintos países. Por ejemplo, en España, su intervención informando a las mujeres ha ocasionado el 60% menos de uso de epidural, el 40% del uso de fórceps y un menor número de bebés con calificación Apgar menor a 7. Incluso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya se ha pronunciado al respecto de los beneficios que tiene para la madre y el bebé el acompañamiento de una especialista, más allá del indispensable apoyo familiar.

La información que recibí de ella me permitió entender que tenía derecho a no pedir anestesia, que podía prohibirle a una pediatra irresponsable que no le hiciera a mi hijo un procedimiento que no era médicamente necesario, que podía elegir cómo alimentarlo y que los médicos estaban para apoyar la mejor manera en que yo decidiera convertirme en madre. Si más mujeres tuviéramos estas herramientas, las cesáreas, por ejemplo, dejarían de tener la alta incidencia innecesaria que tienen hoy en la región.

En México el uso de las doulas no es tan extendido y, por lo tanto, no hay estadísticas al respecto. En nuestro caso tuvimos la suerte de que Marcela pudiera estar conmigo y contigo el día que naciste, pero aún hay mucho trabajo por hacer para sensibilizar a los médicos y que permitan el acompañamiento de estas mujeres. En algunos hospitales aprueban su ingreso a la sala de labor como parte del equipo médico, pero eso sólo ocurre en el sector privado. Y aquí es donde entra un término del que hablaremos en otra oportunidad: el parto respetado.

Hoy, tanto para ti como para mí Marcela es parte de nuestra familia, es un apoyo emocional, pero sobre todo es el recuerdo constante de que nunca estamos solos en el proceso de crecer juntos. ¡Gracias, Marce!

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