El narcotráfico en América Latina, un cáncer que hace metástasis

Licenciado en Periodismo; Magíster en Relaciones Internacionales por el Instituto Ortega y Gasset, adscrito a la Universidad Complutense, Madrid, España. Analista de política internacional en radio, prensa y televisión en Caracol radio, Blu radio y NTN-24. Actualmente es profesor de la facultad de comunicación en la Universidad de La Sabana, Colombia. @fcvtanic

El narcotráfico en América Latina, un cáncer que hace metástasis
Foto: EFE

Existe una clase de fenómeno que podríamos catalogar como nuevo en América Latina. Los países que antes eran considerados ‘oasis’ porque no contaban con altos niveles de violencia y ofrecían calidad de vida y seguridad a sus habitantes, hoy han cambiado bastante. La crisis de seguridad por los enfrentamientos entre mafias y el gobierno de Ecuador son muestra de esto. Tampoco son ajenos a esta crisis países como Costa Rica, Uruguay, Chile e incluso ciudades, como es el caso de Rosario en Argentina, hoy se enfrentan a un alto aumento en sus tasas de violencia.

Un estudio de la ONU en Uruguay advirtió un aumento en los homicidios de un 25% entre los años 2021 y 2022. La ciudad de Rosario, en Argentina, está gobernada por el narcotráfico y casos macabros de masacres, casas de pique, cadáveres en bolsas negras no han pasados desapercibidos en Chile, un país en donde los homicidios por cada 100 mil habitantes subieron de 4.5 a 6.7.  Pero, ¿a qué se debe el fenómeno? 

Las principales autoridades atribuyen la razón a la presencia del narcotráfico y a la dificultad que supone enfrentarse a dicho fenómeno, más aún, en países que no contaban ni con la inteligencia, ni la práctica, ni la institucionalidad para enfrentarse a esta situación. 

Recientemente, la crisis social y política en Ecuador da cuenta de ello. Si bien, hasta hace unos años, las noticias que se tenían del país vecino no pasaban de unos cuantos titulares en donde predominaban los cortos periodos presidenciales –algunos no pasaban de un año–, la tendencia cambió con la llegada de Rafael Correa y Lenin Moreno. Pero con el posterior mandato de Guillermo Lasso, el país también dio un giro. Con una popularidad bajísima, producto de la presencia del narcotráfico, de la violencia y de los problemas económicos, Lasso tuvo que entregar el poder a Daniel Noboa, hoy enfrentado cara a cara con las mafias.


El caso ecuatoriano es una muestra más de un estado doblegado ante la fuerza del crimen, una situación ya vista en México en el 2019, cuando el hijo del ‘Chapo Guzmán’, alias El Ratón, fue detenido y liberado poco después de pasar violentos enfrentamientos con las Fuerzas Armadas mexicanas. 

Los estados en América Latina hoy se enfrentan a lo que podría considerarse como una enfermedad que no muchos hospitales tratan. Algunos han llamado a Ecuador de manera muy irónica como el Disneylandia del narco, es decir, el lugar donde los narcotraficantes se sienten a sus anchas porque el estado es demasiado débil para contrarrestarlos. 

Curiosamente, estos días, entre las intervenciones del expresidente Rafael Correa, se mencionó el episodio en el que en una cumbre con el entonces presidente Álvaro Uribe, el expresidente ecuatoriano, de manera premonitoria dijo que presentía que el problema del narcotráfico colombiano lentamente iba a entrar a su país. En ese entonces, para los ecuatorianos era un problema tener a un vecino como Colombia pues el dinero empleado para proteger la frontera norte no se veía reflejado. El motivo: Colombia no resolvía sus problemas de guerrilla y narcotráfico.

Hoy ese cáncer tiene metástasis por todo el cuerpo, por toda una región en donde la incapacidad por solucionar problemas esenciales como vivienda, salud, educación y diminución de la pobreza ha primado. Esto no solo genera en la población la sensación de desprotección, sino que a la vez un sin número de lamentos y condenas de parte de organismos internacionales y países hermanos, que no pasan de comunicados de prensa y pocas intenciones de proceder ante el problema ajeno. El caso de las Naciones Unidas y la OEA ante conflictos como la Guerra civil siria, la guerra de Hamas e Israel y Guerra de Rusia con Ucrania, resulta un buen ejemplo; no dejan de ser organizaciones que semejantes a un dóberman sin dientes, meramente decorativo y al que nadie le teme. 

En muchas oportunidades se ha señalado que la solución reside en trabajar en conjunto, por medio de políticas migratorias comunes, formando un solo poder económico, pero las experiencias no han logrado llegar lejos. Hemos tenido Mercosur, Merconorte, Pacto Andino, Grupo de Río, pero la integración no se ha logrado.

Es un hecho: el problema está afectando a Latinoamérica, pero no hay una instancia regional que ayude a resolverlo. Cada estado de manera autónoma, busca por sí mismo resolver el asunto, pero se trata de mafias trasfronterizas, que para atajar su operación requieren acuerdos comunes. 

En ese contexto, ante la pregunta de qué tan rápido pueda resolver Ecuador su problema, diría que el panorama es pesimista.  Ecuador tiene el puerto de Guayaquil y los puertos del Pacífico limitando con Colombia. La zona sur colombiana limita con la zona norte de Ecuador; esto compone un cóctel explosivo que, dadas las fronteras porosas, representa un paraíso para las rutas de narcotráfico, casi imposible de atajar. En ese sentido, en el corto plazo el país puede recurrir a algunos medios para intentar poner freno a la mafia, buscar ayuda de expertos colombianos, recurrir por medio de logista a estrategias que le permitan hacer frente a estas organizaciones criminales, pero lo cierto es que será un reto y no se resolverá de la noche a la mañana.

Cuando se trata de un estado débil, pobre y con altos niveles de corrupción, las cosas son más difíciles. A esto se suma la inestabilidad política, la presencia de un presidente que hoy parece estar dispuesto a todo, que recibe aparente apoyo de países cercanos, pero que seguramente, como bien suele pasar y repetirse en la historia de Ecuador, no va a alcanzar a gobernar por mucho tiempo.

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