El congreso: entre la representación, la usurpación y el poder

Estudió Relaciones Internacionales en el Colegio de México. Sus estudios se concentran en la política exterior, su intersección con los fenómenos de seguridad, las políticas drogas y los impactos diferenciados en poblaciones racializadas. Chilango, enamorado de la ciudad y de su gente. Ahora apoya en incidencia y análisis político en RacismoMX.

En todos lados: @Monsieur_jabs

El congreso: entre la representación, la usurpación y el poder
Ni los grupos menos privilegiados del país se han visto representados en su justa magnitud, ni sus intereses se ven reflejados en su concreta plenitud. Arte: La-Lista

La discusión en torno a la representación es una que ha sido central a la idea de la democracia electoral liberal desde sus inicios. Una de las premisas fundamentales de su legitimidad como sistema es que, por medio de la elección popular, todos y todas las personas, todos y todas las ideas, de todos los trasfondos, pueden verse representadas en su sistema de poder. En consecuencia el congreso, o en nuestro caso la Cámara de Diputados, es epítome de esa idea de legitimidad; si la política debe ser representativa, el congreso debe de ser el más representativo de las entidades políticas. A fin de cuentas, ese es su objetivo ¿no?

Este último diálogo sobre la representatividad del congreso ha sido central en los últimos años. Gracias a él se impulsó un sistema de cuotas por medio del cual muchos grupos vulnerados se han incorporado al debate con fuerza. Tenemos paridad de género en el congreso y cuotas para personas afro, indígenas, de la diversidad sexogenérica y con discapacidades. Entonces, si toda la legitimidad de la representación está en el congreso y hay dicha representación, todo debería estar bien ¿no?

El gran problema es que, a pesar de todo, de esta paridad, de estas cuotas, ni los grupos menos privilegiados del país se han visto representados en su justa magnitud, ni sus intereses se ven reflejados en su concreta plenitud. Esta brecha entre representados y representantes ha sido el centro de nuestra atención y de la mano del Dr. René Rejón de la Universidad de Melbourne en RacismoMX publicamos un informe sobre racismo y representación política (lo pueden encontrar aquí). Ahí, analizó la composición por tono de piel de seis legislaturas durante tres sexenios y confirmó lo que para muchos ya era evidente; la política no escapa al racismo del país y los espacios de representación no son necesariamente representativos de la población.

El Dr. Rejón plantea una aproximación concreta a la manifestación del sistema racista. A pesar de que, superficialmente, el congreso pareciera ser representativo del tono de piel de la población, cuando se analiza por bancada, por estado y por espacios de poder al interior de la misma cámara se puede vislumbrar el funcionamiento del racismo en México. En estados como Yucatán, donde la mayoría de la población es racializada y al menos 40% se autoadscribe indígena, su bancada es muy blanca. Al mismo tiempo que hay bancadas, como las del PRI y el PAN, que son bastante más blancas que el total de la población, la población blanca está constantemente sobrerrepresentada en espacios de poder como lo es la JUCOPO. Sí, hay gente prieta en espacios de toma de decisiones, pero la mayoría de las decisiones no las toma gente prieta.

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Al hacer eco de la evidencia empírica que encontró el Dr. Rejón y voltear la mirada hacia las categorías donde hay datos, estas elecciones no apuntan a una composición legislativa distinta. Basta con ver los números de candidaturas registradas por grupo y dar razón de su pobre oferta política. Teniendo un 20% de población identificada como indígena solo hay 10% de candidaturas con esa autoadscripción, mientras que habiendo un 2% de personas afromexicanas solo hay 1% de candidaturas.

Un horizonte malo se pone de por sí peor cuando se voltea al ámbito local. En la CDMX, por ejemplo, de las 4 candidaturas a diputaciones locales que se registraron afro, 3 están en disputa por usurpación. Aún con el criterio de autoadscripción calificada, las cuotas, que de por sí no son suficientes, se ven abusadas por personas que reflejan lo peor del sistema racista. Pero para entenderlo, se debe de recordar que estos espacios sí son de visibilidad, pero también son de poder y en esta temporada electoral no los podemos dejar de lado; el antirracismo también es una lucha por el poder que tenemos que dar en todos lados.

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