Comprometido con un sueño
La terca memoria

Politólogo de formación y periodista por vocación. Ha trabajado como reportero y editor en Reforma, Soccermanía, Televisa Deportes, AS México y La Opinión (LA). Fanático de la novela negra, AC/DC y la bicicleta, asesina gerundios y continúa en la búsqueda de la milanesa perfecta. X: @RS_Vargas

Comprometido con un sueño Comprometido con un sueño
Presentación en la Feria Internacional del Libro de Coyoacán de “Dos en el área. La biografía de José Luis Lamadrid”, de Roberto Vargas y Hugo Carreón.

Mentiría si dijera que nunca había soñado con escribir, publicar y presentar un libro. Con la presentación en sociedad de “Dos en el área”, la realidad superó todas mis expectativas.

En 1996, cuando dejé a un lado la ciencia política para dedicarme al periodismo de deportes, nunca pensé que algún día publicaría un libro de futbol. Después del taller de redacción periodística que tomé en el periódico Reforma, mi intención era hacer carrera en una fuente diferente a la deportiva, pero las horas de mi infancia que pasé con mi papá (y en muchas ocasiones con mis hermanos) frente al televisor, en el estadio de Ciudad Universitaria o como lector de diarios y revistas especializados en deportes, me dieron las bases para iniciar mi carrera en este medio.

Pero mis sueños de escribir y publicar venían de tiempo atrás, cuando gané, en 1990, un concurso de cuento en el desaparecido plantel Xochimilco, de la Universidad del Valle de México. Inspirado en una columna de Benito Taibo titulada “Recordar es volver a vivir”, en medio de mi primera decepción amorosa y los continuos pleitos con mi padre por mi rebeldía, escribí un cuento tristísimo llamado “¡Hey, hay un error!”. El diploma se lo guardó la escuela, pues dos meses antes de la premiación me habían corrido por un pleito con uno de los prefectos. La mención de mi nombre por parte de Juan Miguel, mi profesor de literatura universal, al entregar los diplomas, y los aplausos de mis amigotes, fueron para mí una señal de que algo había hecho bien. Dos años después, con “Conciencia”, me llevé el diploma a casa, pero no fue suficiente para ver mis textos publicados en Opción o El Supuesto, durante mis años como estudiante del ITAM.

Desde que comencé a publicar semanalmente La Terca Memoria, he encontrado decenas de textos escritos en libretas, servilletas, papeles sueltos y archivos de Word, y me he dado cuenta que desde los 16 años no he parado de escribir. También, tristemente, descubrí el autosabotaje y mi falta de compromiso con la escritura, con la justificación de que el reporteo y la edición cotidiana de textos me quitaban tiempo para escribir. Pero ahí están Manraki, Tangana y Pérez Aguilar, dispuestos a salir de un archivo guardado en una USB para que el mundo conozca su historia, como ahora comienzan a conocer la del ingeniero José Luis Lamadrid aquellos que se han acercado a “Dos en el área”, el libro que presenté el pasado jueves en la FILCO 2023.

Publicar un libro de manera independiente es como fabricar cerveza artesanal, porque no a todos les gusta y la gente te pregunta por qué es tan caro el producto. También me ha dejado, en pocas semanas, varias enseñanzas, la principal es que nadie tiene porqué leerte. Vaya, ni siquiera, tienen porqué recibir tu libro, por más que hayas escrito su nombre en los agradecimientos. Los lectores llegan cuando tienes algo interesante que ofrecerles. Por eso contesto cada comentario de las personas que leen mi columna cada domingo y los que han comprado o recibido “Dos en el área”.

Para mí, aunque tarde, es el primer paso para cumplir mi sueños de ser escritor. De unas semanas para acá los proyectos, periodísticos y de ficción, se amontonan en mi cabeza. Necesito tiempo para ordenarlos y llevarlos a cabo, pero “Dos en el área” se convirtió en una realidad y el cronista dejo de ser invisible. Agradezco, de corazón, a las personas que se acercaron el jueves al centro de Coyoacán (¡Ni más ni menos!) para escucharnos hablar de “Dos en el área”.

A Francisco, Carlos, Hugo; a Claudia, Gerardo y Maru; mi hermano Omar, mis amigos de la prepa, de la secundaria; mis colegas; los coaches del americano; a los que apoyaron desde otras partes de la república, incluso, desde el extranjero, y al lector desconocido que se acercó a comprar el libro y me pidió que me tomará una foto con él. Todos son ahora parte de mi sueño.

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