Criminalizar a los jóvenes

Viernes 21 de marzo de 2025

Carlos Celis
Carlos Celis

Como crítico de cine y música tiene más de 30 años en medios. Ha colaborado en Cine Premiere, Rolling Stone, Rock 101, Chilango, Time Out, Quién, Dónde Ir, El Heraldo de México, Reforma y Televisa. Titular del programa Lo Más por Imagen Radio. X: @carloscelis_

Criminalizar a los jóvenes

Echarle la culpa a los más jóvenes es el deporte favorito de toda sociedad reaccionaria.

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Lo que empezó como una tendencia divertida, como el true crime, se ha ido enfocando casi exclusivamente en historias de jóvenes criminales.

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Netflix.

¿Cuántas veces nos ha tocado escuchar que alguien mayor critica las modas, la música o la manera de hablar de los chicos? Incluso cuando ese alguien mayor es alguien de nuestra edad o somos nosotros mismos. A estas alturas, de lo que todos ya deberíamos estar cansados es de repetir las mismas actitudes de nuestros padres y de nuestros abuelos.

Pero claro, cuando las cosas se ponen difíciles en el mundo y nadie sabe cómo arreglar la situación, lo más fácil siempre será culpar a lo nuevo, a lo desconocido y a los jóvenes: “nada está saliendo como queremos y eso es porque los jóvenes lo están echando todo a perder”. Incluso, en algunas esferas ya se habla del regreso de la Generación X a distintos ámbitos profesionales, pues millennials y centennials no se adaptan al mundo laboral y siguen abandonando responsabilidades.

Hoy que varios gobiernos comienzan a inclinarse fuertemente hacia la derecha, el conservadurismo se está poniendo “de moda” y echarle la culpa a los más jóvenes es el deporte favorito de toda sociedad reaccionaria. Vemos el regreso de fenómenos como la tecnofobia y el pánico satánico, y otra vez, el dedo acusador apunta hacia las drogas, el sexo y el libertinaje.

Como siempre, sólo hay que revisar la oferta de entretenimiento para darnos cuenta de esta situación. Lo que empezó como una tendencia divertida, como el true crime, se ha ido enfocando casi exclusivamente en historias de jóvenes criminales. El caso más reciente es la exitosa miniserie de Netflix, Adolescencia (Adolescence, 2025), que con sólo cuatro episodios logró enganchar al público de todo el mundo.

Aunque el impacto de esta serie británica ha sido fuerte porque presenta de manera realista (aunque no está basada en un hecho real) a un adolescente de apenas 13 años, con cara de ángel, no es la primera serie de este estilo que se ha realizado en los últimos cinco años. La acompañan otros títulos, incluso más interesantes y que sí están basados en casos reales, como The Girl From Plainville (2022), The Crowded Room (2023), Under the Bridge (2024) o Monsters: The Lyle and Erik Menendez Story (2024).

Hoy, los gobiernos ultraconservadores se están encargando de quitarle derechos a las juventudes, de cerrar lugares de reunión y esparcimiento, de prohibir marchas y manifestaciones, de censurar expresiones artísticas y perseguir a las disidencias. Y la sociedad está permitiendo que todo esto suceda, antes que aceptar que la verdadera responsabilidad la tienen las generaciones anteriores.

Apenas esta semana, en Hungría, la nueva ley anti-LGBTQ prohibió todos los eventos relacionados con el Pride y anunció que se usará tecnología de reconocimiento facial para identificar a quienes asistan. En Estados Unidos, el Kennedy Center prohibió el montaje de espectáculos que promuevan la diversidad sexual, dejando fuera obras de teatro tan clásicas como Kinky Boots, La jaula de las locas o Hairspray que ya se han exhibido ahí.

Mientras tanto, los medios de comunicación siguen exprimiéndole jugo a casos como el de Luigi Mangione y Wade Wilson, dos asesinos que cometieron sus crímenes alrededor de los 25 años de edad y que, de manera similar, cautivan al público por tratarse de jóvenes atractivos. Más o menos en esa misma órbita está Anna Sorokin, la estafadora rusa que a los 23 años fingió ser una heredera alemana y engañó a la sociedad neoyorquina. Ella ya tiene una exitosa serie en Netflix, Inventing Anna (2022), pero sólo es cuestión de tiempo para que Luigi y Wade también tengan las suyas.

Quizá en México no haya jóvenes que sean tan célebres y tan glamorosos como los criminales antes mencionados, como para merecer sus propias series en plataformas de streaming, pero eso no impide que a nuestras juventudes también se les criminalice. Tristemente, el narco ha llenado las redes sociales de otro tipo de celebridad, aquellos que se jactan de ser jóvenes y de recibir los beneficios del crimen organizado, presumiendo su parentesco con líderes de poderosos cárteles y el acceso a una vida de lujos.

En el otro extremo, están las víctimas de este fenómeno. Películas mexicanas como Sujo: Hijo de sicario (2024), Radical (2023) o el documental Una jauría llamada Ernesto (2023) muestran la pérdida de la inocencia como daño colateral de la guerra contra el narco, un proceso que dejó de ser natural y que se aceleró en aquellos jóvenes a quienes el crimen organizado roba, incluso, su infancia.

Niños envueltos en actividades ilícitas, jóvenes sicarios, adolescentes que matan a sus novios y novias, a sus amigos y hasta a sus papás. Lo que antes parecía entretenimiento más o menos inocente, poco a poco se ha ido convirtiendo en un vehículo para esparcir la paranoia y criminalizar a los jóvenes. Quizá Adolescencia no sería el inesperado éxito que se ha vuelto para Netflix si los más chicos entendieran que, al darle reproducciones, ellos mismos se están poniendo la soga al cuello.

BREVES

Otras series que ya están disponibles en Netflix son Zero Day con Robert De Niro y la segunda parte de Beauty in Black. En Prime Video, la segunda temporada de The Mayfair Witches.

En cines, el estreno de la película mexicana Arillo de hombre muerto, con la actuación de Adriana Paz (Emilia Pérez), y el documental Otro cuerpo (Another Body) sobre el fenómeno de las deep fakes.

*Para más información sobre las películas y series comentadas cada semana, visita mi perfil en Letterboxd. ( https://letterboxd.com/Carlos_Celis/lists/ )