El futbol: más que un deporte un reflejo social

Martes 15 de abril de 2025

Víctor Octavio Hernández Ávila
Víctor Octavio Hernández Ávila
Realizo investigación sobre la relación entre la ciencia y la sociedad, además de sus efectos, también me interesa estudiar temas vinculados con el racismo. Mis pasatiempos son leer, los videojuegos y el cine. Algunas de mis autoras favoritas son: Amélie Nothomb, Stephen Gould y Shūzō Oshimi. Estudié Comunicación, Estudios para la Paz y el Desarrollo y actualmente realizo
un doctorado en Ética.

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El futbol: más que un deporte un reflejo social

El futbol debe ser una fiesta, no una excusa para inventar diferencias ni fomentar el racismo o la discriminación.

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Afición del St Pauli durante un partido en la Bundesliga.

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Foto: St Pauli/Facebook.

La pelota y yo nunca pudimos entendernos, fue un caso de amor no correspondido. También era un desastre en otro sentido: cuando los rivales hacían una linda jugada yo iba y los felicitaba, lo cual es un pecado imperdonable para las reglas del fútbol moderno -Eduardo Galeano

El futbol es uno de los deportes más populares del planeta. Eso lo hace el centro de atención para millones de personas que desean practicarlo y verlo.

Sin embargo, el fútbol no es solo un deporte. Pensar eso es un error usual a la hora de analizarlo. También es una expresión cultural que para bien y para mal es un reflejo de la sociedad. Esto no debe engañarnos ni llevarnos a los lugares comunes en los que se estereotipa a sus fanáticos. El futbol refleja lo macro y lo micro, desde los manejos corruptos y la discriminación estructural que se da a nivel institucional, hasta el racismo y misoginia que se reproduce en las gradas.

No hay que quedarnos solo con lo negativo. Argumentar eso sería lo más sencillo y aunque no deja de ser real, también hay que mencionar que el fútbol une a las personas, forma vínculos y también ha servido como medio para expresar posturas políticas y sociales antirracistas.

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Por ejemplo, el Celtic F.C. de Glasgow cuyos aficionados constantemente recuerdan que es un equipo que se denomina antirracista y antifascista, que históricamente a recibido a migrantes y a personas económicamente vulnerables. Otro caso es el F.C. Sankt Pauli, de origen alemán, la institución y sus hinchas también han hecho su bandera estar contra el racismo y la homofobia, en cada partido no dudan en manifestarlo.

En ambos equipos hay mucha historia detrás. Historia que revela la resistencia a ser cómplices de los discursos de odio, lo que también funciona como recordatorio: en el fútbol sí se puede tomar un bando.

Sin embargo, este compromiso va más allá de lo discursivo, es también fáctico. Muchos futbolistas comparten sus ganancias con comunidades de escasos recursos, beneficiados por los privilegios del fútbol profesional. Como es el caso de Sadio Mané, que ha destinado gran parte de su sueldo a comunidades de su país natal para la construcción de hospitales y escuelas en búsqueda de mayor igualdad social.

La importancia de fechas como el Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz está marcada por la necesidad de ponderar el papel del deporte. Ya sea como recordatorio de su papel en la lucha contra el racismo o contra cualquier otra injusticia.

También es verdad que el fútbol ha sido usado estratégicamente para desviar la atención de problemáticas sociales. Ha sido usado para remarcar las supuestas diferencias nacionales o identitarias y por supuesto para convertir al deporte en un producto que vive más de la polémica que del esfuerzo y goce.

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Múltiples deportistas han cuestionado la discriminación en el fútbol, desde la brecha salarial en el fútbol femenil, como Megan Rapinoe –quien motivó la lucha por la igualdad salarial para la selección femenil de Estados Unidos en 2019–, hasta los pronunciamientos de jugadores de equipos rivales contra los cánticos racistas en los estadios de España.

México no es la excepción. Se ha hecho uso de protocolos para evitar la discriminación pero no se manda un mensaje sólido. No se provoca la reflexión sobre el rol que desempeña este deporte que está tan arraigado a la población. Deporte que inspira esperanzas y por desgracia también discriminación. El futbol debe ser una fiesta, no una excusa para inventar diferencias ni fomentar el racismo o la discriminación. Es claro que este deporte tiene un gran potencial, en algunos casos puede ser un campo de batalla y de violencia y en otros, un espacio de libertad y fraternidad.

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