“El sentido del humor es un certificado de sanidad”, le dijo en una entrevista a la agencia Telam el Papa Francisco, que reveló que todos los días, desde hace más de 40 años, rezaba una oración para pedir el sentido del humor, de Santo Tomás Moro.
A diferencia de su predecesor Joseph Ratzinger, conocido como Benedicto XVI, al argentino Jorge Mario Bergoglio era frecuente verlo con una sonrisa amable en el rostro. Pese a ello, era un gran observador y crítico de la realidad mundial. Quizá su documento más conocido fue la encíclica Fratelli Tutti (Sobre la fraternidad y la amistad social) publicada en 2020, “un espejo devastador y terriblemente certero del mundo en que vivimos”, como lo definió la periodista Denise Maerker en su columna en Milenio.
En la encíclica, Francisco proponía “estar atentos ante algunas tendencias del mundo actual que desfavorecen el desarrollo de la fraternidad universal”.
“Durante décadas parecía que el mundo había aprendido de tantas guerras y fracasos y se dirigía lentamente hacia diversas formas de integración… Pero la historia da muestras de estar volviendo atrás. Se encienden conflictos anacrónicos que se consideraban superados, resurgen nacionalismos cerrados, exasperados, resentidos y agresivos. En varios países una idea de la unidad del pueblo y de la nación, penetrada por diversas ideologías, crea nuevas formas de egoísmo y de pérdida del sentido social enmascaradas bajo una supuesta defensa de los intereses nacionales”.
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Sin mencionar nombres o países, las palabras de Francisco aludían a personajes como Donald Trump, Viktor Orbán o Nayib Bukele. Sus proféticas palabras también condenaron la intervención israelí en Gaza.
Francisco fue el primer Papa no europeo en la historia de la iglesia católica. Electo en marzo de 2013, a los 76 años, recibió a líderes políticos, religiosos y sociales en el Vaticano y viajó a más de 60 países. La revista Time lo eligió “persona del año” en 2013, pero durante su papado también recibió duras críticas tanto de los sectores conservadores, con los que se enfrentó, como de los más reformistas, que pedían más cambios. Sin embargo, será recordado por su acercamiento a otras religiones, incluyendo encuentros históricos con líderes del Islam y del judaísmo.
Una de las frases más famosas de su papado fue: “Si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?”, que escandalizó a los sectores más conservadores, pero Francisco incluso se mostró abierto con las uniones civiles entre personas del mismo sexo. Admitió que el preservativo es un método eficaz para prevenir enfermedades de transmisión sexual, pero fue intransigente en cuanto al aborto y el celibato sacerdotal. Uno de sus pendientes, según sus críticos, fue no atender debidamente las acusaciones de abusos sexuales por parte de miembros de la iglesia.
Su primer viaje al exterior como Papa fue a Brasil, el país con el mayor número de católicos del mundo. En sus 12 años como jerarca de la iglesia católica también visitó Bolivia, Chile, Ecuador, México, Paraguay y Perú, pero nunca fue a su país de origen, Argentina. Bergoglio evitó a toda costa ahondar la polarización política que divide a los argentinos.
El presidente de aquel país, Javier Milei, que en 2020 llamó a Francisco “el representante del maligno en la Tierra”, hipócritamente viajó a Roma para los funerales del pontífice, al que tras su muerte definió como “el argentino más importante de la historia”.
Bergoglio siempre tuvo a México en sus oraciones y en 2016 pasó seis días en territorio nacional, donde visitó la Ciudad de México, el Estado de México, Chiapas, Chihuahua y Michoacán.
“México sufre, pero México es grande, tiene cosas lindas y una riqueza impresionante, una historia casi única en América Latina. Rezo por ustedes y les pido que recen por mí”, dijo durante una reunión con jesuitas mexicanos en su visita nuestro país. Y se despidió con el más porteño de sus acentos y una expresión muy futbolera, como si estuviera alentando a San Lorenzo, el equipo de sus amores.
“¡Bueno, métanle! Por favor les pido que trabajen por la causa del Padre Pro, que la Virgen de Guadalupe los proteja”.
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Futbolero y del ‘Ciclón’
Aunque hace unas semanas comencé a redactar un pequeño texto sobre el Papa Francisco, su muerte me sorprendió la madrugada del lunes 21 de abril. El domingo por la noche preparaba mis notas sobre la Pasión de Cristo, en Iztapalapa, a la que acudí el Viernes Santo, pero me quedé dormido. Un mensaje de WhatsApp me informó de la muerte del pontífice.
A pesar de que la mayor parte de mi vida adulta la he pasado alejado de la iglesia católica, Pancho me caía bien: por jesuita, por argentino y por futbolero. A partir de un tuit burlón que publiqué en febrero de 2015 cuando vi una foto en la que le entregaban una nueva camiseta deportiva (“¿Terminó la idiotez de regalarle camisetas de futbol al Papa? Pancho ya tiene más jerseys que el ‘Loco’ Abreu y Jaime Ordiales”) escribí para Soccermanía una breve nota sobre la relación del Vaticano con el deporte.
Cuando fue elegido Papa en marzo de 2013, el cardenal Jorge Mario Bergoglio era un hincha reconocido y socio del Club Atlético San Lorenzo de Almagro, de su natal Argentina.
Considerado uno de los cinco grandes del futbol pampero, “El Ciclón de Boedo” era el único de estos equipos que no había ganado nunca la Copa Libertadores. A nivel internacional, San Lorenzo sólo tenía en sus vitrinas la Copa Mercosur del 2001 y la Copa Sudamericana 2002. Coincidencia o no, un año después de su asunción como Papa, Bergoglio vio a su querido equipo ganar por vez primera la Copa Libertadores de la mano de Edgardo Bauza.
Bergoglio era el socio número 88235 de San Lorenzo y el 1 de abril 2008, como cardenal, ofició la misa por el centenario del club, llamado así en honor del sacerdote Lorenzo Massa, un cura salesiano impulsor del deporte y obras sociales en su barrio. Francisco siempre transmitió su pasión por el “Ciclón” al que vio salir campeón en 1946 y del que se sabía de memoria la alineación, como lo demostró cuando su compatriota, el periodista Diego Fucks, en una visita al Vaticano le soltó a bocajarro el nombre del arquero Mierko Blazina. Emocionado, el pontífice recordó el 11 inicial de aquel equipo que le dio al “Ciclón” su sexto campeonato, tercero de la era profesional del balompié argentino: Vanzini, Basso, Zubieta, Grecco y Colombo; Imbelloni, Farro, Pontoni-Martino y Silva.
En honor del pontífice argentino, en su país fue fundado, en octubre de 2013, el Club Deportivo y Social Papa Francisco. El equipo, oriundo del barrio de San Francisco Solano, en las afueras de Buenos Aires, participaba en la Liga Lujanense, un circuito semi profesional y fue registrado ante la Asociación del Futbol Argentino en diciembre de ese año. Sin embargo, la pandemia del Covid 19, la crisis económica y la falta de financiamiento, hicieron que el club retirara a sus equipos de futbol y volibol de las competiciones.
“Este Papa tan raro que tenemos ahora”, decía mi madre cuando escuchaba alguna noticia de Pancho. Con todo mi anticlericalismo y el escozor que me genera la institución a la que representaba, Bergoglio siempre me pareció un tipo bueno. Creo que no me equivoqué.
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¿Sabías qué?
La Federación Vaticana de Futbol se creó oficialmente en el 2010. El primer partido de su selección se llevó a cabo el 23 de octubre de ese mismo año contra la Policía Financiera Italiana. El equipo integrado por seminaristas, sacerdotes y miembros de la Guardia Suiza cayó 1-0.