El tráfico de niños según Eduardo Verástegui
HÍBRIDO

Como crítico de cine y música tiene más de 30 años en medios. Ha colaborado en Cine Premiere, Rolling Stone, Rock 101, Chilango, Time Out, Quién, Dónde Ir, El Heraldo de México, Reforma y Televisa. Titular del programa Lo Más por Imagen Radio. X: @carloscelis_

El tráfico de niños según Eduardo Verástegui El tráfico de niños según Eduardo Verástegui
Foto: Captura de Pantalla.

La primera vez que escuché hablar de Sound of Freedom (Sonido de libertad), la película producida por Eduardo Verástegui sobre la explotación sexual infantil fue en el transporte público. Iba apretado en el metrobús en hora pico, por lo que no pude evitar ver la pantalla del celular de un chico de acaso 20 años. A su WhatsApp llegó un video que decía algo así como “La película que no quieren que veas”.

No acostumbro a husmear en conversaciones ajenas, pero vi cómo reenvió este video a otro amigo diciéndole “esta película se ve cabrona”. Me sorprendió ser testigo de cómo funciona la comunicación viral. El dichoso video era una de esas cosas alarmistas que no muestran suficiente de la película en cuestión, pero eso bastó para que él y su amigo decidieran que tenían que verla.

Sound of Freedom apenas estrenó en Estados Unidos el 4 de julio, durante la celebración del Día de la Independencia, pero a México todavía no ha llegado. Las copias ilegales corrieron como reguero de pólvora en internet y resulta sospechoso que algunas se mantengan en plataformas como YouTube sin ser reportadas y retiradas.

Esto parece confirmar la idea de que los productores Angel Studios y Eduardo Verástegui, especialistas en crear películas basadas en la fe y dirigidas principalmente a un público religioso, prefieren que se siga corriendo la voz y que su estreno se convierta en un movimiento social en diferentes países, pues en Estados Unidos ya generó ganancias de más de 40 millones de dólares y ocupó el tercer lugar de la taquilla en su primer fin de semana, por lo que todo lo que venga después ya es pura ganancia.

Sound of Freedom no es un evento cinematográfico, en el sentido de que no estamos ante un triunfo artístico, ni siquiera una película que destaque por sus valores de producción. Es una cinta de bajo presupuesto, medianamente decente y apenas aceptable, que por apelar a la moral y al sentimentalismo de las personas está logrando convencer a un amplio sector del público.

Hablamos de un público desatendido, que hoy necesita -y exige- ver reflejados sus valores y reafirmadas sus convicciones en el entretenimiento que paga. Un público tradicional que también puede caer en lo reaccionario, intolerante y hasta radical. A mí no me parece exagerado decir que los entusiastas de esta película, aquellos que manifiestan su apoyo en redes sociales y la recomiendan de boca en boca, transitan por una línea muy delgada que apenas los separa del conservadurismo.

Y al mismo tiempo, como no se puede ser cínico con un tema como este, es una producción que goza de cierta ventaja. Sound of Freedom ha dividido las opiniones de los críticos en Estados Unidos, pues varios la han despedazado señalando su tono conspiranoico y sus nexos con grupos radicales como QAnon, mientras que otros medios muy influyentes la defienden diciendo que es una sencilla y honesta opción de entretenimiento.

La historia se basa en un personaje de la vida real, Tim Ballard, el ex agente del Departamento de Seguridad Nacional que dejó su posición en esta institución para rescatar él mismo a niños secuestrados y después fundar algo que llamó Operation Underground Railroad (O.U.R.), una organización dedicada a combatir el tráfico infantil.

Durante poco más de dos horas somos testigos de la romantización de las hazañas de Ballard, convertido en una especie de ángel justiciero enviado por el mismísimo Dios para liderar una cruzada en contra de los pederastas del mundo. La historia está plagada de simbolismos, referencias y frases con connotaciones religiosas, como la que ha servido para viralizar esta película: “Los niños de Dios no están a la venta”.

Una copia ilegal de esta producción subida a YouTube y que ya cuenta con más de 60 mil visualizaciones, tiene comentarios como “Dios ha permitido que muchas cosas salgan a la luz y que el mundo sepa lo que quieren hacer con nuestros hijos”, y otros que dicen “que Jesús proteja a todos los niños del mundo y a los que se atrevieron a hacer esta película”, expresiones que ponen en evidencia al tipo de público que apoya esta producción.

El actor y productor Eduardo Verástegui se embarcó en una gira de medios, dando entrevistas donde afirmaba que “era Disney contra dos mexicanos. Nosotros sólo hicimos publicidad en redes sociales y este fue el resultado”. Parte de dicha publicidad fue otro video viral donde el también actor y productor -e igualmente polémico- Mel Gibson, invitaba al público a ver la película. Pero no es casualidad, Sound of Freedom está protagonizada por dos actores emblemáticos del cine de Gibson: Jim Caviezel (La pasión de Cristo) y Gerardo Taracena (Apocalypto).

La película producida por Verástegui y dirigida por Alejandro Monteverde se pretende cine de denuncia, pero se queda al nivel de churros hollywoodenses como Trade (2007) y no supera a Man on Fire (2004). Ya se han realizado películas más interesantes, como La isla mínima (2014) o Lost Girls (2020), e incluso en México tenemos títulos como Las elegidas (2015) y Noche de fuego (2021), por lo que Sound of Freedom se parece más a la propaganda conservadora de un realizador como Paco del Toro (Pink, Cicatrices).

Aunque comparte información importante, como que la trata de personas ya superó al tráfico de armas y pronto rebasará al tráfico de drogas como la red con mayor crecimiento dentro del crimen organizado, al mismo tiempo habla de conceptos como esclavitud “legal” y los mezcla tramposamente con la explotación infantil, retorciendo estadísticas donde no separa una cosa de la otra, como quien quiere predicar la verdad, pero usando “otros datos”.

BREVES

La dama del silencio: El caso mataviejitas es un documental de Netflix sobre el famoso caso de la nota roja, y llama la atención porque está dirigido por María José Cuevas (Bellas de noche). Tendrá funciones especiales en el Cine Tonalá desde el 20 de julio, para después estrenar en la plataforma el 27 de este mes.

The Horror of Dolores Roach es una serie que ha recibido buenas críticas, inspirada en la leyenda de Sweeney Todd y que mezcla la comedia y el terror, situando la acción en un barrio latino de Nueva York. Se puede ver en Prime Video.

Bird Box: Barcelona es otro experimento de Netflix. Aquí expande la historia de horror y ciencia ficción de su exitosa película de 2018, Bird Box, para introducir nuevos personajes y un cambio de locación. Disponible desde el 14 de julio.

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